Linfoma: causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento

Dependiendo el tipo de síntoma que se presente, se puede conocer el nivel de gravedad de un padecimiento

Muchas enfermedades no presentan síntomas o estos aparecen cuando ya es demasiado tarde, lo mejor es acudir al médico constantemente (Infobae/Jovani Pérez)

El linfoma es un tipo de cáncer del sistema linfático, que es parte de la red del organismo que combate los gérmenes.

El sistema linfático comprende los ganglios linfáticos (glándulas linfáticas), el bazo, el timo y la médula ósea. El linfoma puede afectar todas esas zonas, así como otros órganos del cuerpo.

Existen muchos tipos de linfoma. Los principales subtipos son:

Linfoma de Hodgkin (antes conocido como «enfermedad de Hodgkin»)

Linfoma no hodgkiniano

El mejor tratamiento para tu caso dependerá del tipo y de la gravedad del linfoma. El tratamiento contra el linfoma puede comprender quimioterapia, medicamentos de inmunoterapia, radioterapia, un trasplante de médula ósea o alguna combinación de estos.

Síntomas

Los signos y síntomas del linfoma pueden incluir:

Hinchazón indolora de los ganglios linfáticos en el cuello, las axilas o la ingle

Fatiga persistente

Fiebre

Sudores nocturnos

Dificultad para respirar

Pérdida de peso sin causa aparente

Picazón en la piel

Cuándo consultar al médico

Pide una consulta con el médico si tienes síntomas o signos persistentes que te preocupen.

Ante cualquier malestar lo mejor es acudir al médico (Getty Images)

Factores de riesgo

Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer linfoma se incluyen los siguientes:

La edad. Algunos tipos de linfoma son más frecuentes en adultos jóvenes, mientras que otros se diagnostican con mayor frecuencia en personas mayores de 55 años.

Ser hombre. Los hombres tienen un poco más de probabilidades de desarrollar linfoma que las mujeres.

Tener un sistema inmunitario afectado. El linfoma es más frecuente en personas con enfermedades del sistema inmunitario o que toman medicamentos que inhiben este sistema.

Contraer determinadas infecciones. Algunas infecciones se asocian con un riesgo mayor de padecer linfoma, como el virus de Epstein-Barr y la infección por Helicobacter pylori.

Diagnóstico

Los exámenes y procedimientos utilizados para diagnosticar el linfoma incluyen:

Exploración física. El médico examina si hay ganglios linfáticos inflamados, incluidos en el cuello, la axila y la ingle y analiza si el bazo o el hígado también están inflamados.

Extirpación de un ganglio linfático para examinarlo. El médico puede recomendar un procedimiento de biopsia de ganglios linfáticos para extirpar todo o parte de un ganglio linfático para realizar pruebas de laboratorio. Las pruebas avanzadas pueden determinar si hay células de linfoma presentes y qué tipos de células están implicadas.

Análisis de sangre. Los análisis de sangre (para contar el número de células en una muestra de tu sangre) le pueden dar a tu médico pistas sobre tu diagnóstico.

Extracción de una muestra de médula ósea para su análisis. Un procedimiento de aspirado y biopsia de médula ósea consiste en insertar una aguja en el hueso de la cadera para extraer una muestra de médula ósea. La muestra se analiza para buscar células de linfoma.

Pruebas de imágenes. El médico puede recomendar exámenes imagenológicos para buscar signos de linfoma en otras áreas del cuerpo. Los exámenes pueden incluir tomografía computarizada, resonancia magnética y tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés).

Según tu situación, quizás se puedan realizar otras pruebas y procedimientos.

Existen muchos tipos de linfoma y saber exactamente qué tipo de linfoma tienes es clave para desarrollar un plan de tratamiento eficaz. La investigación muestra que hacer analizar una muestra de biopsia por un patólogo experto mejora las posibilidades de un diagnóstico preciso. Piensa en la posibilidad de obtener una segunda opinión de un especialista que pueda confirmar tu diagnóstico.

Cada enfermedad tiene una o varias formas de diagnosticarla para así detectarla y luego combatirla (EFE)

Tratamiento

Los tratamientos para el linfoma que son adecuados para ti dependen del tipo y la etapa de tu enfermedad, de tu estado general de salud y de tus preferencias. El objetivo del tratamiento es destruir tantas células cancerosas como sea posible y llevar la enfermedad a la remisión.

Los tratamientos para el linfoma incluyen lo siguiente:

Vigilancia activa. Algunos tipos de linfoma crecen muy lentamente. Tú y tu médico pueden optar por esperar para tratar tu linfoma cuando este cause signos y síntomas que interfieran en tus actividades diarias. Hasta entonces, puedes someterte a pruebas periódicas para monitorear tu afección.

Quimioterapia. La quimioterapia utiliza medicamentos para destruir las células de rápida proliferación, como las células cancerosas. Los medicamentos generalmente se administran a través de una vena, pero también se pueden tomar en forma de píldora, dependiendo de los medicamentos específicos que recibas.

Terapia de radiación. La terapia de radiación utiliza haces de energía de alta potencia, como rayos X y protones, para destruir las células cancerosas.

Trasplante de médula ósea. Un trasplante de médula ósea, también conocido como trasplante de células madre, implica el uso de altas dosis de quimioterapia y radiación para suprimir la médula ósea. Luego, las células madre sanas de la médula ósea de tu cuerpo o de un donante se infunden en tu sangre donde viajan a tus huesos y reconstruyen tu médula ósea.

Otros tratamientos. Otros medicamentos utilizados para tratar el linfoma incluyen medicamentos con diana específica que se enfocan en anormalidades específicas en las células cancerosas. Los medicamentos de inmunoterapia utilizan el sistema inmunitario para destruir las células cancerosas. Un tratamiento especializado llamado terapia con linfocitos T con receptor quimérico para el antígeno (CAR, por sus siglas en inglés) toma las células T que combaten los gérmenes de tu cuerpo, las diseña para combatir el cáncer y las infunde de nuevo en tu cuerpo.