Cáncer de tiroides: cuáles son sus síntomas, causas y tratamiento

Para tratar un padecimiento hay que conocer sus causas, síntomas y hasta el estado de salud del paciente

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El cáncer de tiroides es una proliferación de células que comienza en la glándula tiroidea, una glándula en forma de mariposa que se encuentra en la base del cuello, justo debajo de la nuez de Adán. La glándula tiroidea produce hormonas que regulan el ritmo cardíaco, la presión arterial, la temperatura corporal y el peso.



Es posible que el cáncer de tiroides no cause ningún síntoma al principio. Sin embargo, a medida que avanza, puede causar signos y síntomas, como hinchazón en el cuello, cambios en la voz y dificultad para tragar.



Existen varios tipos de cáncer de tiroides. La mayoría de los tipos crecen lentamente, aunque algunos tipos pueden ser muy agresivos. La mayoría de los cánceres de tiroides se pueden curar con tratamiento.



Los índices de cáncer de tiroides parecen estar al alza. El aumento puede deberse a una tecnología de imágenes mejorada que permite a los proveedores de atención médica encontrar pequeños cánceres de tiroides en tomografías computarizadas y resonancias magnéticas que originalmente se hicieron para otras afecciones (cánceres de tiroides incidentales). Los cánceres de tiroides que se detectan de esta manera suelen ser cánceres pequeños que responden bien a los tratamientos.


Síntomas


La mayoría de los cánceres de tiroides no provocan ningún signo o síntoma en las primeras etapas de la enfermedad. A medida que el cáncer de tiroides crece, es posible que provoque lo siguiente:



Un bulto (nódulo) que se puede sentir a través de la piel del cuello

Sensación de que los cuellos ajustados de las camisas aprietan demasiado

Cambios en la voz, lo que incluye una ronquera cada vez mayor

Dificultad para tragar

Hinchazón de los ganglios linfáticos en el cuello

Dolor en el cuello y en la garganta


Cuándo debes consultar a un médico


Si tienes algún signo o síntoma que te preocupe, pide una cita con tu proveedor de atención médica.


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Ante cualquier malestar lo mejor es acudir al médico (Shutterstock)

Factores de riesgo


Algunos de los factores que pueden aumentar el riesgo de tener cáncer de la glándula tiroidea son los siguientes:



Sexo femenino. El cáncer de la glándula tiroidea es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Los expertos creen que esto puede estar relacionado con la hormona estrógeno. Las personas que son de sexo femenino al nacer generalmente tienen mayores niveles de estrógeno en el cuerpo.

Exposición a niveles altos de radiación. Los tratamientos de radioterapia en la cabeza y el cuello aumentan el riesgo de cáncer de la glándula tiroidea.

Determinados síndromes genéticos hereditarios. Los síndromes genéticos que aumentan el riesgo de cáncer de la glándula tiroidea incluyen el cáncer medular de tiroides de tipo hereditario, la neoplasia endocrina múltiple, el síndrome de Cowden y la poliposis adenomatosa familiar. Los tipos de cáncer de tiroides que a veces pueden ser hereditarios son el cáncer medular de tiroides y el cáncer papilar de tiroides.

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Cada enfermedad tiene una o varias formas de diagnosticarla para así detectarla y luego combatirla (Shutterstock)

Diagnóstico


Algunos procedimientos y pruebas utilizados para diagnosticar el cáncer de tiroides son los siguientes:



Examen físico. El proveedor de atención médica te examinará el cuello para palpar los cambios en la tiroides, como un bulto (nódulo). También puede preguntarte sobre tus factores de riesgo, como la exposición a la radiación en el pasado y los antecedentes familiares de cáncer de tiroides.

Análisis de sangre de la función tiroidea. Las pruebas que miden los niveles sanguíneos de la hormona estimulante de la tiroides y las hormonas producidas por la glándula tiroides pueden dar indicios al equipo de atención médica sobre la salud de la tiroides.

Imágenes por ecografía. La ecografía usa ondas de sonido de alta frecuencia para crear imágenes de las estructuras del cuerpo. Para crear una imagen de la tiroides, el transductor de ecografía se coloca en la parte inferior del cuello.

El aspecto de un nódulo tiroideo en una imagen por ecografía ayuda al proveedor de atención médica a determinar si es probable que se trate de un cáncer. Los signos de que un nódulo tiroideo puede ser canceroso incluyen depósitos de calcio (microcalcificaciones) dentro del nódulo y un borde irregular alrededor de este. Si hay una alta probabilidad de que un nódulo sea canceroso, se necesitan pruebas adicionales para confirmar el diagnóstico y determinar el tipo de cáncer de tiroides existente.

El proveedor de atención médica también puede utilizar la ecografía para crear imágenes de los ganglios linfáticos del cuello (cartografía del ganglio linfático) para buscar signos de cáncer.



Extracción de una muestra de tejido de la tiroides. Durante una biopsia por aspiración con aguja fina, el proveedor de atención médica introduce una aguja larga y fina a través de la piel y en el nódulo tiroideo. Las imágenes por ecografía se utilizan típicamente para guiar con precisión la aguja. El proveedor de atención médica utiliza la aguja para extraer algunas células de la tiroides. La muestra se envía a un laboratorio para analizarla.

En el laboratorio, un médico especializado en el análisis de la sangre y los tejidos corporales (patólogo) examina la muestra de tejido en el microscopio y determina si presenta cáncer. Los resultados no siempre son claros. Algunos tipos de cáncer de tiroides, en particular el cáncer folicular y el cáncer de células de Hurthle, tienen más probabilidades de obtener resultados inciertos (nódulos tiroideos indeterminados). El proveedor de atención médica puede recomendar otro procedimiento de biopsia o una operación para extirpar el nódulo tiroideo para analizarlo. También pueden ser útiles las pruebas especializadas de las células para buscar cambios en los genes (pruebas de marcadores moleculares).



Una prueba por imágenes que utiliza un marcador radioactivo. En la exploración con yodo radioactivo se utiliza una forma radioactiva de yodo y una cámara especial para detectar las células cancerosas de la tiroides en el cuerpo. Se utiliza con mayor frecuencia después de la cirugía para detectar las células cancerosas que puedan quedar. Esta prueba es más útil para los cánceres de tiroides papilares y foliculares.

Las células tiroideas sanas absorben y utilizan el yodo de la sangre. También lo hacen algunos tipos de células cancerosas de la tiroides. Cuando el yodo radioactivo se inyecta en una vena o se ingiere, cualquier célula cancerosa de la tiroides que se encuentre en el cuerpo absorberá el yodo. Las células que absorben el yodo aparecen en las imágenes de la exploración con yodo radioactivo.



Otras pruebas por imágenes. Para que el proveedor de atención médica determine si el cáncer se propagó más allá de la tiroides, es posible que debas someterte a una o más pruebas por imágenes. Las pruebas por imágenes pueden incluir ecografía, tomografía computarizada y resonancia magnética.

Pruebas genéticas. Algunos casos de cáncer medular de tiroides se deben a genes hereditarios que pasan de padres a hijos. Si te diagnostican cáncer medular de tiroides, es posible que el proveedor de atención médica te recomiende reunirte con un consejero genético para considerar las pruebas genéticas. Saber si tienes un gen hereditario puede ayudarte a entender el riesgo de padecer otros tipos de cáncer y lo que este gen puede implicar para tus hijos.


Establecer el estadio del cáncer de tiroides


El equipo de atención médica usa información de tus pruebas y procedimientos para determinar el alcance del cáncer y asignarle un grado. El grado del cáncer le da información al equipo de atención médica sobre tu pronóstico y los ayuda a seleccionar el tratamiento con más probabilidades de ayudarte.



El grado del cáncer se indica con un número entre 1 y 4. Un número más bajo generalmente indica que es probable que el cáncer responda al tratamiento y suele significar que el cáncer solo afecta la tiroides. Un número más alto significa que el diagnóstico es más grave y que el cáncer puede haberse diseminado más allá de la tiroides hacia otras partes del cuerpo.



Los diferentes tipos de cáncer de tiroides tienen diferentes grados. Por ejemplo, el cáncer anaplásico de tiroides y el medular tienen su propio conjunto de grados. Los tipos de cáncer de tiroides diferenciados, como el cáncer papilar, folicular y de células de Hürthle y poco diferenciados, comparten un conjunto de grados. En el caso de los tipos de cáncer de tiroides diferenciados, el grado puede basarse en la edad.


Tratamiento


Las opciones de tratamiento del cáncer de tiroides dependen del tipo y de la etapa del cáncer, de tu salud general y de tus preferencias.



La mayoría de las personas a las que se les diagnostica cáncer de tiroides tienen un pronóstico excelente, ya que la mayoría de los tipos de cáncer de tiroides pueden curarse con tratamiento.




Es posible que no se necesite tratamiento de inmediato


Es posible que no se necesite tratamiento de inmediato para el cáncer papilar de tiroides muy pequeño (microcarcinoma papilar), porque estos tipos de cáncer tienen poco riesgo de crecer o diseminarse. En lugar de la cirugía o de otros tratamientos, podrías considerar la vigilancia activa con control frecuente del cáncer. El proveedor de atención médica podría recomendar análisis de sangre y una ecografía del cuello una o dos veces al año.



En algunas personas, el cáncer puede no crecer nunca y no requerir tratamiento. En otros, puede detectarse el tumor, con el tiempo y se puede iniciar el tratamiento.




Cirugía


La mayoría de las personas que tienen cáncer de tiroides y requieren tratamiento se someterán a una cirugía para extirpar parte o la totalidad de la tiroides. La operación que el equipo de atención médica podría recomendar depende del tipo de cáncer de tiroides, del tamaño del cáncer y de si el cáncer se extendió más allá de la tiroides a los ganglios linfáticos. A la hora de armar tu plan de tratamiento, el equipo de atención médica también tiene en cuenta tus preferencias.



Entre las operaciones utilizadas para tratar el cáncer de tiroides, se incluyen las siguientes:



Extracción de parte de la tiroides o de toda la glándula (tiroidectomía). Una operación para extirpar la glándula tiroides puede implicar la eliminación de todo el tejido tiroideo (tiroidectomía total) o la mayor parte del tejido tiroideo (tiroidectomía casi total). El cirujano suele dejar pequeños bordes de tejido tiroideo alrededor de las glándulas paratiroides, lo que ayuda a reducir el riesgo de daño a esas glándulas que son las que regulan los niveles de calcio en la sangre.

Extracción de una parte de la tiroides (lobectomía tiroidea). Durante una lobectomía tiroidea, el cirujano extrae la mitad de la tiroides. La lobectomía se podría recomendar si tienes un cáncer de tiroides de crecimiento lento en una parte de la tiroides y no hay nódulos sospechosos en otras partes de la glándula ni signos de cáncer en los ganglios linfáticos.

Extirpación de los ganglios linfáticos del cuello (disección de los ganglios linfáticos). El cáncer de tiroides suele extenderse a los ganglios linfáticos cercanos del cuello. Una ecografía del cuello antes de la cirugía puede revelar signos de que las células cancerosas se han extendido a los ganglios linfáticos. De ser así, es posible que el cirujano extraiga algunos de los ganglios linfáticos del cuello para analizarlos.

Para acceder a la tiroides, los cirujanos suelen hacer un corte (incisión) en la parte inferior del cuello. El tamaño de la incisión depende de la situación, como el tipo de operación y el tamaño de tu glándula tiroides. Los cirujanos suelen intentar situar la incisión en un pliegue de la piel que no pueda verse con facilidad mientras se cura y se convierte en una cicatriz.



La cirugía de tiroides implica un riesgo de sangrado y de infección. Durante la cirugía también pueden producirse daños en las glándulas paratiroides, lo que puede dar lugar a bajos niveles de calcio en el cuerpo.



También existe el riesgo de que los nervios conectados a las cuerdas vocales no funcionen como se espera después de la cirugía, lo que puede causar ronquera y cambios en la voz. Mediante tratamiento se puede mejorar o revertir los problemas nerviosos.



Después de la cirugía, puedes esperar sentir algo de dolor mientras el cuerpo se recupera. El tiempo que tardes en recuperarte dependerá de tu situación y del tipo de cirugía a la que te hayas sometido. La mayoría de las personas comienzan a sentirse recuperadas dentro de 10 a 14 días. Es posible que siga habiendo algunas restricciones en tus actividades. Por ejemplo, el cirujano puede recomendar que no practiques actividades extenuantes durante unas semanas más.



Después de la cirugía para extirpar la totalidad o la mayor parte de la tiroides, es posible que te hagan análisis de sangre para ver si se ha eliminado todo el cáncer. Las pruebas podrían medir lo siguiente:



Tiroglobulina: proteína producida por las células sanas de la tiroides y por las células del cáncer de tiroides diferenciado

Calcitonina: una hormona producida por las células del cáncer medular de tiroides

Antígeno carcinoembrionario: una sustancia química producida por las células del cáncer medular de tiroides

Estos análisis de sangre también se utilizan para detectar signos de recurrencia del cáncer.




Terapia de hormona tiroidea


La terapia con hormona tiroidea es un tratamiento para sustituir o complementar las hormonas producidas en la tiroides. Los medicamentos de la terapia con hormona tiroidea suelen tomarse en forma de píldora. Puede usarse para lo siguiente:



Reemplazar las hormonas tiroideas después de la cirugía. Si la tiroides se extirpa por completo, tendrás que tomar hormonas tiroideas durante el resto de tu vida para reemplazar las hormonas que producía la tiroides antes de la operación. Este tratamiento sustituye las hormonas naturales, por lo que no deberías tener ningún efecto secundario una vez que tu equipo de atención médica encuentre la dosis adecuada para ti.

También es posible que necesites un reemplazo de la hormona tiroidea después de haberte sometido a una cirugía para extirpar parte de la tiroides, pero no todos lo necesitan. Si tus hormonas tiroideas son demasiado bajas después de la cirugía (hipotiroidismo), el equipo de atención médica podría recomendarte hormonas tiroideas.



Suprimir el crecimiento de las células cancerosas de la tiroides. Las dosis más altas de la terapia con hormona tiroidea pueden suprimir la producción de la hormona estimulante de la tiroides (TSH, por sus siglas en inglés) de la glándula pituitaria del cerebro. La hormona estimulante de la tiroides puede provocar el crecimiento de las células cancerosas de la tiroides. En el caso del cáncer de tiroides agresivo podría recomendarse una terapia hormonal con dosis elevadas de la hormona tiroidea.


Yodo radioactivo


El tratamiento con yodo radioactivo usa un tipo de yodo que es radioactivo para destruir las células tiroideas y las células del cáncer de tiroides que podrían quedar después de la cirugía. Por lo general, se usa para tratar tipos de cáncer de tiroides diferenciados que corren el riesgo de diseminarse a otras partes del cuerpo.



Puedes hacerte una prueba para comprobar si tu cáncer podría beneficiarse del uso de yodo radioactivo, ya que no todos los tipos de cáncer de tiroides responden a este tratamiento. Los tipos de cáncer de tiroides diferenciados, como el cáncer papilar, folicular y de células de Hürthle, tienen más probabilidades de responder al tratamiento. El cáncer anaplásico de tiroides y el cáncer medular de tiroides no suelen tratarse con yodo radioactivo.



Este tipo de tratamiento viene en forma de líquido o una cápsula. Las células tiroideas y las células tiroideas cancerosas captan la mayor parte del yodo radioactivo, por lo que el riesgo de dañar otras células del cuerpo es bajo.



Los efectos secundarios que presentes dependerán de la dosis de yodo radioactivo que recibas. Las dosis más altas pueden causar lo siguiente:



Sequedad en la boca

Dolor en la boca

Inflamación de los ojos

Alteración del sentido del gusto o del olfato

Gran parte del yodo radioactivo abandona el cuerpo a través de la orina los primeros días después del tratamiento. Te darán instrucciones para que tomes las precauciones necesarias durante esos días a fin de proteger a los demás de la radiación. Por ejemplo, es posible que te pidan que evites temporalmente el contacto cercano con otras personas, en especial niños y mujeres embarazadas.




Inyectar alcohol en los tipos de cáncer


La ablación por alcohol, que también se llama ablación por etanol, implica el uso de una aguja para inyectar alcohol en tumores pequeños del cáncer de tiroides. Se usan imágenes por ecografía para guiar la aguja con precisión. El alcohol hace que las células cancerosas se reduzcan.



La ablación por alcohol puede ser una opción para tratar tumores pequeños del cáncer de tiroides, por ejemplo, cuando se encuentra un tumor en un ganglio linfático después de la cirugía. En ocasiones puede ser una opción si no estás lo suficientemente sano como para tener una cirugía.




Tratamientos para cánceres avanzados de tiroides


El cáncer de tiroides agresivo que crece con más rapidez puede requerir opciones adicionales de tratamiento para controlar la enfermedad. Las opciones incluyen:



Terapia con medicamentos selectivos. Los tratamientos con medicamentos selectivos se centran en sustancias químicas específicas presentes dentro de las células cancerosas. Mediante el bloqueo de estas sustancias químicas, los tratamientos con medicamentos selectivos pueden matar a las células cancerosas. Algunos de estos tratamientos se administran mediante pastillas y otros por vía intravenosa.

Existen muchos medicamentos de terapias selectivas diferentes para el cáncer de tiroides. Algunos están dirigidos a los vasos sanguíneos que las células cancerosas fabrican para llevar los nutrientes que las ayudan a sobrevivir. Otros medicamentos están dirigidos a cambios específicos en los genes. El proveedor de atención médica puede recomendar análisis específicos de las células cancerosas para determinar cuáles serían los tratamientos más adecuados. Los efectos secundarios dependerán del medicamento específico que tomes.



Radioterapia. En la radioterapia con haz externo, se usa una máquina que dirige haces de alta energía, como rayos X y protones, a puntos precisos del cuerpo para matar las células cancerosas. Se puede recomendar la radioterapia si el cáncer no responde a otros tratamientos o si vuelve a aparecer. La radioterapia puede ayudar a controlar el dolor que se produce cuando el cáncer se propaga a los huesos. Los efectos secundarios de la radioterapia dependen del lugar al que se dirija la radiación. Si se dirige al cuello, los efectos secundarios pueden incluir una reacción similar a una quemadura por el sol en la piel, tos y dolor al tragar.

Quimioterapia. La quimioterapia es un tratamiento con medicamentos en el que se utilizan sustancias químicas para destruir las células cancerosas. Existen muchos medicamentos de quimioterapia diferentes que pueden administrarse solos o combinados entre sí. Algunos vienen en pastillas, pero la mayoría se administra por vía intravenosa. La quimioterapia puede ayudar a controlar los cánceres de tiroides de crecimiento rápido, como el cáncer anaplásico de tiroides. En algunos casos, la quimioterapia se puede usar para otros tipos de cáncer de tiroides. A veces, la quimioterapia se combina con radioterapia. Los efectos secundarios de la quimioterapia dependen de los medicamentos específicos que se te administren.

Destrucción de las células cancerosas con calor y frío. Las células cancerosas de la tiroides que se propagan a los pulmones, el hígado y los huesos se pueden tratar con calor y frío para destruirlas. La ablación por radiofrecuencia utiliza energía eléctrica para trasmitir calor a las células cancerosas y destruirlas. La crioablación utiliza un gas para congelar y destruir las células cancerosas. Estos tratamientos pueden ayudar a controlar pequeñas zonas con células cancerosas.


Atención complementaria (cuidados paliativos)


Los cuidados paliativos consisten en una atención médica especializada que se centra en aliviar el dolor y otros síntomas de una enfermedad grave. Los especialistas en cuidados paliativos trabajan contigo, con tu familia y con el equipo de atención médica para brindar apoyo adicional que complementa la atención médica en curso.



Los cuidados paliativos pueden realizarse mientras el paciente se somete a otros tratamientos agresivos, como cirugía, quimioterapia o radioterapia. Los cuidados paliativos se están ofreciendo cada vez más en las primeras etapas del tratamiento del cáncer.



Cuando los cuidados paliativos se utilizan junto con todos los otros tratamientos correspondientes, las personas con cáncer pueden sentirse mejor, tener una mejor calidad de vida y vivir más tiempo.



Un equipo de médicos, personal de enfermería y otros profesionales especialmente capacitados proporcionan los cuidados paliativos. Los equipos de cuidados paliativos tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas con cáncer y su familia.




Pruebas de seguimiento para sobrevivientes de cáncer de tiroides


Luego de terminar el tratamiento para el cáncer de tiroides, el proveedor de atención médica puede recomendar pruebas y procedimientos de seguimiento para detectar signos de reaparición del cáncer. Puede que tengas citas de seguimiento una o dos veces al año por varios años desde que termina el tratamiento.



Las pruebas que necesites dependerán de tu situación. Las pruebas de seguimiento pueden incluir las siguientes:



Examen físico del cuello

Análisis de sangre

Ecografía del cuello

Otras pruebas por imágenes, como tomografías computarizadas o resonancias magnéticas

Con información de Mayo Clinic

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