Elegir frutas y verduras de estación es clave para aprovechar al máximo estos alimentos porque son más frescas, conservan mejor sus nutrientes, son más sabrosas y suelen ser más económicas.
Las frutas de estación de primavera son: ananá, banana, frutilla y manzana. Las verduras son: acelga, alcaucil, coliflor, espinaca, radicheta, remolacha, repollo y zapallito verde.
Las frutas de estación de verano son: ananá, cereza, ciruela, damasco, durazno, melón, sandía, uvas, pelón e higos. Las verduras son: berenjena, calabaza, pimiento o morrón, pepino, tomate, zapallito verde y zapallo.
La manzana tiene mucha fibra
De cada 100 gramos de manzana, 2,4 son de fibra, mientras que los melocotones, por ejemplo, sólo tienen alrededor de 1 gramo.
Brinda efecto saciante
Cuando la pectina, que es la sustancia que se encuentra en la pulpa blanca o amarillenta, llega hasta el estómago, desencadena unos mecanismos de información que transmiten al cerebro la orden de que ya está lleno, por lo que no te apetece comer más. La presencia de pectinas en la dieta también puede tener efectos beneficiosos sobre los niveles de colesterol en sangre.
Es drenante
Un estudio sobre la manzana realizado por el departamento de Nutrición de la Universidad de Florida (EE UU), con el doctor Bahram Arjmandi a la cabeza, revela que la pectina y los antioxidantes que tiene la manzana en la piel ayudan a eliminar toxinas. De ahí la importancia de lavar bien la fruta para consumirla sin pelar.
Protege el corazón
Las investigaciones más reciente de Arjmandi, han evaluado los efectos cardioprotectores a largo plazo del consumo diario de la manzana en las mujeres posmenopáusicas. Disminuye en fuertes cantidades el llamado colesterol malo.
Adecuada en casos de diabetes
Otro de los beneficios de la manzana es que ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en la sangre debido a su alto contenido en fibra, que retarda la absorción de carbohidratos, lo que evita los picos de insulina, tal y como concluye la Asociación Americana de Diabetes, que recomienda la ingesta de al menos una manzana al día.
Regula el intestino
Tomar una manzana con piel nos ayuda a facilitar el movimiento intestinal. En cambio, si la consumimos pelada, la pectina de su pulpa hace más lento el tránsito intestinal, lo que sirve contra la diarrea. Además, los taninos que contiene, sobre todo si la pelas y esperas a que coja un color oscuro por efecto de la oxidación, son antiinflamatorios y actúan directamente contra la causa de la diarrea.
Activa el cerebro
Según un estudio de la Universidad de Massachusetts Lowell, el zumo de la manzana puede aumentar la producción de acetilcolina, un neurotransmisor que mejora la memoria.
Blanquea los dientes
Un trozo de manzana después de comer protege la boca del desarrollo de bacterias nocivas gracias a las propiedades de sus nutrientes. Según la Asociación de Odontología Holística, puede llegar a prevenir el desarrollo de caries o gingivitis.
Vitaminas C y A
Es una gran fuente de vitaminas C y A, así como potasio. Una manzana mediana contiene 8 mg de vitamina C. La vitamina C en las manzanas se encuentra justo debajo de la piel, así que no debes pelarla.