Pocos eventos en el año logran tanto interés en el ámbito de la salud como los congresos de cardiología. Allí, se analizan, presentan y discuten los principales avances contra las enfermedades cardíacas, principal causa de muerte en todos los países del mundo.
La semana pasada se llevó a cabo en Munich, Alemania, el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología. Este evento es considerado el más importante en Europa, con más de 30 mil cardiólogos presentes, provenientes de 150 países, presentándose más de 500 charlas a lo largo de cinco días.
Si bien se desarrollaron más de 400 tópicos cardiológicos, hubo varios que tuvieron una gran repercusión en el ámbito médico.
Entre ellos, se destaca un estudio que pretende dar una respuesta a una inquietud médica de varios años, sobre el efecto cardioprotector de la aspirina al ser usada en pacientes para prevenir problemas cardiovasculares tales como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares o muerte por problemas del corazón.
Aunque el mercado de la aspirina de 81 miligramos, o pequeña dosis, es enorme dada la gran cantidad de personas que toman una por día para evitar problemas cardiovasculares, su utilidad como herramienta de prevención masiva, para personas que nunca sufrieron un episodio, es discutida.
"Quisimos evaluar la eficacia y la seguridad de la aspirina en pacientes con un riesgo de primer problema cardiovascular estimado como moderado", escribieron los doctores Michael Gaziano, Carlos Brotons y Rosa Coppolecchia, los autores de una gran investigación realizada en seis países. Los resultados fueron desalentadores.
Para esta investigación fueron seleccionados más de 12.000 adultos mayores de 55 años, sin incluir a diabéticos, pero con múltiples características de riesgo, tales como presión elevada, colesterol con valores mayores de lo normal, fumadores o antecedente de algún familiar cercano con problemas cardíacos, formando un grupo con un riesgo cardiovascular moderado.
Como resultado se observó que la aspirina en una dosis diaria de 100 mg no redujo el riesgo a largo plazo de eventos cardiovasculares o cerebrovasculares, pero sí aumento el riesgo de sangrados, mayoritariamente a nivel intestinal.
Este estudio ha abierto un gran debate en el ambiente cardiológico, ya que en los últimos años se han modificado las indicaciones para el uso de aspirina, generando un cambio en el paradigma del tratamiento en la prevención cardiovascular.
Según el trabajo originalmente publicado en la revista médica The Lancet, tomar una pequeña dosis de aspirina a diario —en el experimento fue de 100 miligramos—es útil para reducir las posibilidades de un segundo ataque cardíaco o un segundo accidente cerebrovacular, pero no para quienes no tienen ese antecedente.
"Ha habido mucha incertidumbre entre los médicos, en el mundo, sobre recetar aspirina", dijo una de las autoras del trabajo, Jane Armitage, de la Universidad de Oxford. "Para la gente saludable, probablemente no vale la pena".
La experta afirmó que es importante destacar de este estudio dos mensajes para la sociedad.
"El primero, que los pacientes estudiados no tenían antecedentes de ataques cardíacos o de ACV, donde sí se ha demostrado el beneficio del uso de aspirina en dosis bajas. El segundo permite reforzar que existen medidas de gran utilidad para prevenir problemas cardiovasculares, tales como incorporar hábitos de vida saludables", precisó Armitage.
En el estudio sobre la aspirina solamente, luego de cinco años el 4% de las personas en total, es decir, tanto en el grupo medicado como en el grupo que tomaba un placebo, sufrieron un problema cardíaco. “Otras medicaciones que tomaban para bajar la presión y el colesterol pueden haber reducido su riesgo a punto tal que a la aspirina le quedó poco por hacer”, dijo J. Michael Gaziano, del hospital Brigham and Women’s, afiliado a la Universidad de Harvard.
En el caso del análisis de la aspirina y el aceite de pescado, los diabéticos que usaron aspirina mostraron algo menos de problemas cardiovasculares debido a coágulos, pero también un aumento de los casos de sangrado serio. Los que tomaron aceite de pescado sufrieron problemas cardíacos en la misma medida que el grupo de control —9% de los participantes—, por lo cual Louise Bowman, de Oxford, dijo: “Nos sentimos muy seguros de que no parece que exista un papel en la prevención de enfermedad cardíaca” para los suplementos de ácidos grasos omega 3.
Otros consejos para cuidar el corazón
En pos de cuidar el corazón, los especialistas reunidos en Alemania pusieron el foco en la correcta alimentación, que debe estar acompañada de un adecuado aporte de sal. Según la Organización Mundial de la Salud se sugiere consumir no más de cinco gramos de sal por día.
Sin embargo, en la Argentina el promedio es de trece gramos diarios. A la hora de seleccionar los alimentos se debe optar principalmente por frutas, verduras, cereales, lácteos descremados, aceite de oliva, pescado, aves y nueces. Mientras que se deben evitar carnes rojas, bebidas azucaradas, dulces y alcohol.
El cese del consumo de tabaco debe ser total y se sugiere realizar actividad física en forma regular no menos de tres veces por semana, con una duración de 45-60 minutos. Se ha demostrado que incluso actividades cotidianas como ir en bicicleta al trabajo reducen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Las dietas bajas en carbohidratos no son seguras
Las dietas bajas en carbohidratos no son seguras y deben evitarse, según un amplio estudio presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología 2018, en Munich (Alemania).
El autor del estudio, el profesor Maciej Banach, de la Universidad Médica de Lodz, en Polonia, ha explicado que con la investigación han descubierto "que las personas que consumían una dieta baja en carbohidratos tenían un mayor riesgo de muerte prematura. También aumentaban los riesgos de las causas individuales de muerte, incluida la enfermedad coronaria, apoplejía y cáncer. Estas dietas deben evitarse", apostilla.
La obesidad es un importante problema de salud en todo el mundo y aumenta el riesgo de varias enfermedades crónicas, incluidas las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes tipo 2 y el cáncer. Se han sugerido diferentes dietas para perder peso, como dietas bajas en carbohidratos y altas en proteínas y grasas. La seguridad a largo plazo de estas dietas es controvertida, y estudios previos han arrojado resultados contradictorios de su influencia sobre el riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer y muerte.
Este estudio examinó prospectivamente la relación entre dietas bajas en carbohidratos, muerte por todas las causas y muertes por enfermedad coronaria, enfermedad cerebrovascular (incluido accidente cerebrovascular) y cáncer sobre una muestra nacionalmente representativa de 24.825 participantes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Estados Unidos (NHANES) durante 1999 a 2010.
Comparado con los participantes con el mayor consumo de carbohidratos, aquellos con la ingesta más baja tenían un 32% más de riesgo de muerte por todas las causas en un seguimiento promedio de 6,4 años. Además, los riesgos de muerte por enfermedad coronaria, enfermedad cerebrovascular y cáncer se incrementaron en un 51%, 50% y 35%, respectivamente.
Los resultados se confirmaron en un metanálisis de siete estudios prospectivos de cohortes con 447.506 participantes y un seguimiento promedio de 15,6 años, que encontró un 15%, 13% y 8% mayores riesgos en mortalidad total, cardiovascular y por cáncer con baja (en comparación con las dietas altas en carbohidratos.
"Las dietas bajas en carbohidratos pueden ser útiles a corto plazo para perder peso, porque disminuyen la presión sanguínea y mejorar el control de la glucosa en sangre –admite el profesor Banach–, pero nuestro estudio sugiere que a largo plazo están relacionadas con un mayor riesgo de muerte causa y muertes debido a enfermedad cardiovascular, enfermedad cerebrovascular y cáncer".
Los participantes en el estudio NHANES tenían una edad promedio de 47,6 años, y el 51% eran mujeres. Se dividieron según el porcentaje habitual de carbohidratos en su dieta. Los riesgos de muerte por todas las causas y causas específicas durante un seguimiento promedio de 6,4 años aumentaron con cada descenso en la ingesta de carbohidratos, y se mantuvieron significativos después de ajustar todos los factores disponibles que pudieron haber influido en la asociación.
Los investigadores también examinaron el vínculo entre la muerte por todas las causas y las dietas bajas en carbohidratos para los obesos (índice de masa corporal [IMC] 30 kg / m2 o más) y no obesos (IMC inferior a 30 kg / m2) participantes en dos grupos de edad (55 años y mayores versus menores de 55) y encontraron que el vínculo fue más fuerte en los participantes mayores no obesos.
Con respecto a los mecanismos que subyacen a la correlación entre las dietas bajas en carbohidratos y la muerte, el Profesor Banach recuerda que la proteína animal, y específicamente la carne roja procesada, ya se ha relacionado con un mayor riesgo de cáncer.
"La ingesta reducida de fibra y frutas y el aumento de la ingesta de proteínas animales, colesterol y grasas saturadas con estas dietas pueden desempeñar un papel clave. Las diferencias en minerales, vitaminas y fitoquímicos también podrían estar involucrados", concluyó el experto.
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