El pasado jueves 28 de noviembre, México despidió a Silvia Pinal, una de las figuras más emblemáticas del espectáculo nacional. La primera actriz, quien falleció a los 93 años, deja tras de sí un legado inigualable en el mundo del cine, el teatro y la televisión, consolidándose como una de las grandes leyendas del Cine de Oro mexicano.
Además de su indiscutible aporte al arte y la cultura, Silvia Pinal sorprendió por su conexión con diversas disciplinas deportivas, desde la tauromaquia hasta actividades llenas de adrenalina como el paracaidismo. Estas facetas muestran a una mujer multifacética, apasionada por vivir la vida intensamente.
Uno de los deportes que marcó la vida de Silvia Pinal fue la tauromaquia, una actividad que ha generado polémica en los últimos años, pero que históricamente ha sido parte importante de la cultura mexicana.
La actriz descubrió su interés por las corridas de toros durante una temporada en Tlaxcala, estado reconocido por sus tradiciones taurinas. Su estancia en esta región intensificó su aprecio por este arte, lo que la llevó a ser una asidua espectadora en la Plaza México, el recinto más icónico de la tauromaquia en el país.
Pinal asistió regularmente a la Temporada Grande y a eventos especiales como aniversarios en la Plaza México, donde disfrutaba de la majestuosidad de los toreros y la tradición de este espectáculo. Su presencia no pasaba desapercibida, pues era reconocida por su elegancia y su estatus como una de las grandes figuras del cine mexicano.
Otra de las conexiones deportivas de Silvia Pinal estuvo ligada al fútbol, específicamente al América. La actriz tenía una especial afinidad por el equipo de Coapa, una pasión que tenía raíces profundas en su vida personal.
El cariño por el América nació de su relación sentimental con Emilio Azcárraga Milmo, “El Tigre”, el empresario que transformó al equipo en una de las instituciones más exitosas del fútbol mexicano.
Aunque Pinal siempre fue reservada sobre los detalles de su romance con Azcárraga Milmo, en sus memorias llegó a expresar la importancia de este vínculo:
“Nos quisimos mucho. Emilio era muy guapo, fuerte, varonil y me quería mucho, cosa que era muy importante para mí. Fue absolutamente recíproco”.
Esta relación llevó a Silvia Pinal a ser una visitante frecuente del Estadio Azteca, donde su presencia se convertía en un evento en sí mismo. Con su característico glamour, la actriz destacaba entre los aficionados mientras disfrutaba de los partidos de las Águilas.
A pesar de ser reconocida por su elegancia y sofisticación, Silvia Pinal también tenía un lado aventurero que sorprendía a quienes la conocían. La actriz encontraba en el paracaidismo una forma de conectar con la tranquilidad y el silencio.
En una entrevista con la periodista Cristina Pacheco, Pinal confesó que lanzarse en paracaídas era una experiencia única para ella:
“Yo también me aviento del paracaídas (como lo hizo en su momento su hija Alejandra Guzmán) y se siente precioso, no se siente nada. Es una paz, un silencio”, dijo la actriz, describiendo la paz que encontraba en este deporte extremo.
El paracaidismo era un reflejo del espíritu intrépido de Silvia Pinal, una mujer que vivió intensamente y exploró diferentes formas de disfrutar la vida, más allá de los escenarios y las cámaras.
Silvia Pinal será recordada como una de las figuras más importantes del espectáculo mexicano, pero también como una mujer que supo encontrar pasión en diversas áreas de la vida. Su interés por la tauromaquia y su gusto por el paracaidismo revelan una personalidad compleja, vibrante y llena de matices.