La órbita del beisbol y el deporte mexicano en general se encuentran de luto por la muerte de Fernando ‘El Toro’ Valenzuela, considerado por propios y extraños como uno de los mejores atletas ‘aztecas’ de toda la historia.
Nacido el 1 de noviembre de 1960 en Etchohuaquila, Sonora, Fernando Valenzuela logró ser catalogado como uno de los atletas más relevantes en la historia del Rey de los Deportes y de las Grandes Ligas, siendo distinguido por propios y extraños como ‘El toro’. Este sobrenombre no fue una simple etiqueta, sino que reflejaba aspectos clave de su personalidad y estilo de juego.
Desde su llegada a la MLB en 1981, Valenzuela se convirtió en una sensación instantánea. Con su famosa ‘screwball’, su habilidad para manejar la presión y su impresionante récord inicial, capturó la atención de los medios y la fanaticada tanto mexicana, como estadounidense. Su éxito no solo impulsó su carrera, sino que también generó un fervor por el béisbol en México, conocido como “Fernandomanía”.
Con el transcurso de las semanas, el pelotero sonorense fue adquiriendo más popularidad en las Grandes Ligas y como era de esperarse, la “exigencia” por encontrarle un apodo no se hizo esperar.
Origen de su apodo
El apodo “El Toro” se origina en varias características que definieron a Fernando tanto como atleta como persona. En primer lugar, su físico robusto y su presencia dominante en el campo evocaban la imagen de un toro: fuerte, imponente y resistente. Con una estatura que lo hacía destacar entre otros lanzadores, Valenzuela proyectaba una confianza que inspiraba tanto a su equipo como a los aficionados.
No obstante, es para destacar la peculiar manera en que Valenzuela terminó llevando ese mote hasta el último de sus días. Fue tanta su popularidad que los periódicos y medios de Los Ángeles no podían dejar de escribir sobre el joven novato que ya era toda una verdad con los Dodgers.
Partiendo de esa premisa, el diario The Los Ángeles Herald Examiner, un importante medio en la ciudad, vio el fenómeno que estaba surgiendo alrededor del mexicano y decidió actuar. En un intento por conectar más con los aficionados, lanzaron una encuesta para que el público votara por el mejor sobrenombre para este prometedor lanzador que había desatado la “Fernandomanía”.
Entre las opciones que se propusieron, ‘El Toro’ destacó con fuerza. Este apodo no solo resonaba con la imagen de un pitcher fuerte y resistente, sino que también evocaba la conexión cultural que muchos mexicanos tenían con el simbolismo del toro. Fernando, con su porte robusto y su entrega en el campo, personificaba muchas de las cualidades que el toro representa: valentía, poder y determinación.