El mundo del béisbol mexicano y estadounidense está de luto tras el fallecimiento de Fernando Valenzuela, conocido como el “Toro”, quien murió el pasado 30 de septiembre a la edad de 63 años debido a problemas renales. Valenzuela, una de las máximas figuras del béisbol en México, pasó sus últimos días rodeado de su esposa, hijos y nietos, mientras recibía tratamiento en un hospital de Los Ángeles, ciudad que lo vio brillar como una leyenda deportiva.
Valenzuela nació en Etchohuaquila, Sonora, en 1960 y fue el menor de una familia numerosa. Su historia comenzó a escribirse en 1977 cuando debutó profesionalmente con los Mayos de Navojoa en la Liga Mexicana del Pacífico. Sin embargo, su destino cambiaría radicalmente cuando, en 1981, fue traspasado a los Dodgers de Los Ángeles, equipo con el que forjaría su legado más grande y con el que se consagraría como una de las más grandes figuras del deporte.
Fue en ese mismo año de 1981 cuando Valenzuela conoció a Linda Burgos, una maestra de escuela originaria de Yucatán. Ambos se conocieron durante el tiempo en que Fernando jugaba para los Leones de Yucatán en la Liga Mexicana de Béisbol. Su relación floreció rápidamente y poco tiempo después contrajeron matrimonio en la ciudad de Mérida, justo cuando el “Toro” estaba a punto de dar el salto a las Grandes Ligas. Linda fue un pilar fundamental en la vida de Valenzuela, acompañándolo a lo largo de toda su carrera.
El legado con Fernando Valenzuela Jr.
Producto de su matrimonio, Fernando y Linda tuvieron cuatro hijos: Fernando Junior, Ricardo, María Fernanda y Linda. De todos sus hijos, Fernando Junior fue quien decidió seguir los pasos de su padre en el mundo del béisbol. Como primera base, jugó en equipos de las Grandes Ligas como los Padres de San Diego y los Medias Blancas de Chicago, además de militar en varios equipos de la Liga Mexicana, como los Charros de Jalisco, los Toros de Tijuana, los Leones de Yucatán y los Venados de Mazatlán.
Fernando Valenzuela Jr., hijo del legendario Fernando Valenzuela, siguió los pasos de su padre en el béisbol y jugó en varios equipos tanto en las ligas menores de Estados Unidos como en la Liga Mexicana. A continuación, se enumeran los equipos en los que jugó:
En Estados Unidos (Ligas Menores y MLB):
- San Diego Padres (sistema de ligas menores) Valenzuela Jr. jugó como parte del sistema de ligas menores de los Padres de San Diego, donde se desarrolló como primera base.
- Chicago White Sox (Medias Blancas de Chicago) (sistema de ligas menores) También jugó en el sistema de ligas menores de los Medias Blancas, aunque no llegó a las Grandes Ligas.
En México (Liga Mexicana de Béisbol y Liga Mexicana del Pacífico):
- Charros de Jalisco Valenzuela Jr. militó en los Charros de Jalisco, equipo de la Liga Mexicana del Pacífico.
- Toros de Tijuana Fue parte de los Toros de Tijuana, donde también jugó como primera base.
- Leones de Yucatán Al igual que su padre, Valenzuela Jr. también jugó con los Leones de Yucatán en la Liga Mexicana de Béisbol.
- Venados de Mazatlán Formó parte de los Venados de Mazatlán en la Liga Mexicana del Pacífico.
Aunque Fernando Valenzuela Jr. no alcanzó el nivel de éxito de su padre en las Grandes Ligas, su paso por el béisbol profesional, tanto en Estados Unidos como en México, le permitió dejar una huella en el deporte y continuar el legado de la familia Valenzuela en el béisbol.
Su reinventada imagen después del retiro
A lo largo de su impresionante carrera de 30 años, Valenzuela dejó una huella imborrable tanto en México como en los Estados Unidos. Jugó en equipos de renombre como los Dodgers de Los Ángeles, los Angelinos de California, los Filis de Filadelfia, los Padres de San Diego y los Cardenales de San Luis. En México, vistió los colores de los Mayos de Navojoa, los Leones de Yucatán, los Naranjeros de Hermosillo y las Águilas de Mexicali, con quienes se retiró en 2007.
En los últimos años, Valenzuela continuó su relación con el béisbol trabajando como comentarista para los Dodgers de Los Ángeles, equipo con el que siempre mantuvo un vínculo especial. Su legado trasciende generaciones, y su nombre queda grabado en la historia del béisbol no solo por su talento en el campo, sino por la humildad y carisma que siempre lo caracterizaron.