En vísperas de que la Delegación Mexicana comience su andar en París 2024, es buen momento para recordar uno de los nombres más emblemáticos en la historia del deporte ‘azteca’: Humberto Mariles, el primer atleta mexicano en conseguir una medalla de oro en los Juegos Olímpicos, un logro que marcó un antes y un después para el país tricolor en el escenario deportivo internacional.
Nacido el 13 de junio de 1913 en Chihuahua, México, Humberto Mariles Cortés mostró desde temprana edad una afinidad y talento excepcionales para la equitación. Su pasión por los caballos lo llevó a ingresar al Heroico Colegio Militar, donde perfeccionó sus habilidades y adoptó la disciplina militar que caracterizaría su carrera.
Mariles no solo se destacó como jinete, sino también como un estratega meticuloso y un líder nato. Estas cualidades le permitieron ascender rápidamente en el ámbito ecuestre, ganando competiciones nacionales e internacionales y estableciendo su reputación como uno de los mejores centauros de su tiempo.
La Cumbre Olímpica: Londres 1948
El clímax de la carrera del oriundo del Parral llegó en los Juegos Olímpicos de Londres 1948. Después de la Segunda Guerra Mundial, la justa olímpica representaba una oportunidad para que el mundo encontrara consuelo y esperanza en el deporte. Para México, era una ocasión para mostrar su talento en la arena global.
A pesar de su talento y determinación, Humberto Mariles no escapó a las complejas tensiones políticas de su época. En el periodo previo a Londres 1948, el entonces presidente mexicano, Miguel Alemán Valdés, le retiró su apoyo, argumentando que debía cumplir con sus deberes militares en lugar de competir en la justa olímpica. Esta falta de respaldo casi le costó la oportunidad de representar a México en uno de los escenarios deportivos más importantes del mundo; sin embargo, su convicción fue más fuerte y acudió al certamen en el Reino Unido.
Humberto, montando a su fiel caballo tuerto, Arete, compitió en la disciplina de salto ecuestre. Con una demostración impecable de técnica, control y coraje, Mariles y Arete superaron a sus competidores, logrando no solo una, sino dos medallas de oro (las primeras preseas doradas de México): una en la competencia individual y otra en la competencia por equipos junto a Rubén Uriza y Alberto Valdés Ramos.
El triunfo de Mariles no solo fue histórico por ser el primer oro olímpico para México, sino que también inspiró a generaciones de atletas mexicanos a soñar en grande y a aspirar a la gloria olímpica. Desafortunadamente, para la siguiente justa en Helsinki 1952, Humberto no logró repetir la hazaña y se fue sin ninguna presea.
Controversias y vínculo con el narco
Tras dejar su trayectoria en los Juegos Olímpicos, Mariles continuó ligado al deporte ecuestre, dedicándose a entrenar a futuras generaciones de jinetes y promoviendo el desarrollo de la equitación en México. No obstante, su vida no estuvo exenta de controversias, pues en 1964, fue arrestado en la Ciudad de México por la muerte de un hombre durante una discusión vial.
Los hechos se suscitaron al transitar sobre la avenida Periférico, cuando al discutir con un conductor, el medallista olímpico no dudó en detonar su arma de fuego contra la otra persona. Tras ser detenido y quedar a disposición de las autoridades, la víctima identificada como Jesús Velásquez falleció debido a una peritonitis. Este trágico desenlace resultó en la condena del jinete a 20 años de prisión en Lecumberri, acusado de homicidio calificado con ventaja.
Pese a haber sido condenado a dos décadas, gracias a un amparo por parte de su abogado, su pena se terminó reduciendo a solo siete años, haciendo que quedara en libertad en 1971.