La fotografía es una herramienta poderosa para explorar el mundo que nos rodea. Al capturar estructuras arquitectónicas, animales, paisajes o personas, podemos apreciar la belleza y el sentido estético en un momento congelado en el tiempo.
Incluso en medio de la monotonía, una imagen de un rincón de México puede ser entretenida y nos deja conocer algo nuevo que podríamos comentar en reuniones.
La imagen del día, proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), nos invita a reflexionar sobre la creatividad humana y la belleza que se encuentra en nuestro país. Sin más retrasos, aquí está la imagen del día.
Cueva de Comalapa: un altar prehispánico de cráneos
A más de 10 años en la Cueva de Comalapa, ubicada en el municipio de Frontera Comalapa, Chiapas, se han identificado aproximadamente 150 cráneos que podrían haber formado parte de un tzompantli, un altar ritual prehispánico utilizado para exhibir cráneos humanos. Según informó el INAH, los restos óseos, que datan del Posclásico Temprano (900-1200 d.C.), presentan características que respaldan esta hipótesis, como la ausencia de entierros completos y la presencia de vestigios de estructuras de madera.
El hallazgo inicial se remonta a hace una década, cuando una denuncia ciudadana alertó a las autoridades locales sobre la presencia de restos humanos en la cueva. En ese momento, se creyó que podría tener relación a un crimen. Sin embargo, tras el análisis realizado en Tuxtla Gutiérrez y con la colaboración del INAH, se determinó que los restos eran de origen prehispánico.
Desde entonces, los investigadores han trabajado en la conservación, limpieza y catalogación de los elementos óseos, lo que ha ayudado a entender su utilización para rituales funerarios.
De acuerdo con el antropólogo físico Javier Montes de Paz, investigador del Centro INAH Chiapas, los cráneos encontrados en la cueva presentan modificaciones craneales de tipo tabular erecta, una práctica común en las culturas mesoamericanas. La mayoría de los restos son de adultos, con una mayor proporción de mujeres que de hombres, aunque también se han identificado los huesos de tres infantes. Un detalle significativo es que ninguno de los cráneos conserva dientes, aunque aún no se ha determinado si las piezas dentales fueron extraídas en vida o después de la muerte.
Montes de Paz explicó que la hipótesis del tzompantli se sustenta en varios factores. En primer lugar, la ausencia de entierros completos y la predominancia de cráneos o fragmentos de estos sugieren un contexto ritual en el que los individuos fueron decapitados. En segundo lugar, se han identificado vestigios de varas de madera alineadas, lo que coincide con las estructuras utilizadas en los altares de cráneos. Aunque los cráneos de Comalapa no presentan perforaciones en los parietales y temporales, como los del Huei tzompantli de Tenochtitlan, el investigador señaló que esto podría deberse a que las estructuras de madera permitían fijar los cráneos sin necesidad de perforarlos.
“Muchas de esas estructuras se hacían con madera, material que con el tiempo desapareció y pudo colapsar a todos los cráneos”, detalló Montes de Paz.
El contexto arqueológico de la Cueva de Comalapa no es único en Chiapas. Según el INAH, existen precedentes de hallazgos similares en la región. En la década de 1980, se exploró la Cueva de las Banquetas, en el municipio de La Trinitaria, donde se recuperaron 124 cráneos que tampoco conservaban piezas dentales. Asimismo, en 1993, se descubrió la Cueva Tapesco del Diablo, en el municipio de Ocozocoautla, donde se encontraron cinco cráneos colocados sobre un tapesco o emparrillado de madera.
El antropólogo enfatizó la importancia de continuar con las investigaciones en la Cueva de Comalapa y destacó la necesidad de realizar nuevas temporadas de campo en el sitio, ya que acceso de la ciudadanía a estos espacios pueden causar daños irreparables al patrimonio arqueológico.
“El llamado es a que cuando las personas localicen algún contexto con probabilidad de ser arqueológico, eviten intervenirlo y lo notifiquen a las autoridades locales o directamente al INAH”, subrayó Montes de Paz.