La historia de combate que libró la arrachera en su camino de víscera a corte selecto

Pese a que enfrentó algunas dificultades con las autoridades, su persistencia, astucia y creatividad le permitieron superar estos conflictos y relatar su victoria

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La popularidad de este corte
La popularidad de este corte creció luego de que un empresario importó esta carne poco valorada en Estados Unidos. (Cuartoscuro)

Luego de ser despedido de una forma que José Inés Cantú, padre de la arrachera, describió como humillante, el éxito le sonreía a lo lejos y para alcanzar a distinguir la fortuna que le esperaba, debía poner manos a la obra.

Cuando empezó en el negocio de los cortes de carne estuvo repartiendo de forma ambulante, pues no tenía el sostén económico para poner un local, motivo por el que transportaba en la cajuela de su auto un estimado de 10 a 15 filetes y al no tener refrigerador, se esforzaba por vender toda la carne que llevaba, incluso la distribuía en diferentes lugares del norte de México.

Cuando no lograba vender toda la mercancía, tenía la oportunidad de guardarla en el refrigerador de una fábrica de nieve llamada Lila sin que le cobraran el almacenamiento, lo que le ayudó a crecer su negocio y que rindiera frutos.

Sin embargo, alcanzar el éxito no sería sencillo, pues conforme el negocio crecía, aparecían nuevos retos que ponían a prueba su perseverancia y su astucia para lograr que las cosas estuvieran a su favor, lo que en palabras del propio José Inés Cantú era “una historia de combate muy bonita”.

La historia de combate de José Inés Cantú

El empresario logró el éxito
El empresario logró el éxito luego de probar un corte de carne infravalorado Crédito: FB/Okash Foodservice

En una entrevista para Estación Alameda, un programa que se transmitía semanalmente en Televisa Monterrey, José Inés Cantú mencionó que luego de descubrir que en Estados Unidos el diafragma de la res era poco valorado aún cuando tenía un muy buen sabor y una excelente calidad, un nuevo nombre al corte de carne le permitiría posicionar su restaurante como uno de los más populares.

Luego de tener éxito con esa idea, comenzó a trasladar más carne pero incluso sin trasladar una gran cantidad, lo detuvieron en la aduana y tuvo que resolver aquella situación con mucha astucia.

“Primero traía una poquita, yo tenía precio de importación y los vistas no me la dejaban pasar”, explicó el empresario. “Le dije que eso era una víscera pero me dijo que no, que eso era una carne fina y que no lo iba a poder amparar con el permiso que tenía”.

Ante tal situación se vio obligado a viajar a la Ciudad de México para que examinaran su paquete y se demostrara que lo que estaba importando era efectivamente una víscera.

Al llegar a investigación fiscal, los responsables dijeron ser incapaces de analizar lo que llevaba, por lo que planearon llamar a un carnicero y rápidamente actuó para no verse afectado.

“Yo vi el peligro y les dije que por qué no llamábamos a un veterinario, ellos conocen todas las partes de los animales”, recordó José Inés. Luego de que aceptaron su sugerencia, contactó a un amigo, le preguntó si era una víscera lo que llevaba y ante una respuesta favorecedora le pidió que lo acompañara para resolver su situación.

“El diccionario dice que todo lo que está dentro de la cavidad torácica de la vaca es víscera, por eso le hablé a un veterinario. Si hubieran llamado a un carnicero, ahí me quedo porque él hubiera respondido que efectivamente era carne”, detalló el empresario.

Luego de que su amigo dio el veredicto por escrito, logró salir sin problema y continuar con el traslado de su mercancía pero cuando supo una forma diferente de preparar embutidos, tuvo otro problema.

Un dilema diferente y una nueva solución

Al ver que podían afectar
Al ver que podían afectar a su empresa, decidió enviar muestras de carne para que comprobaran que lo que transportaba realmente era materia prima. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Ante la gran aceptación del corte de carne, José Inés empezó a recibir más personas y su fama se mantuvo aún cuando descubrieron cuál era el corte que vendía.

El empresario relató en el mismo programa que en otro viaje a Estados Unidos conoció una nueva forma de preparar salchichas y chorizo pero esto le trajo un problema distinto al que anteriormente ya había sorteado.

“En Eagle Pass, Texas, vi que utilizaban la glándula salival del cerdo para preparar las salchichas y el chorizo. Era una materia prima muy barata, costaba 10 centavos la libra, por lo que empecé a meterla en los permisos de importación porque es parte de la cabeza del cerdo.”

Sin embargo, cuando Oscar Brauer era ministro de agricultura, el subsecretario de ganadería Pablo Cirón le canceló su permiso de importación de la glándula salival.

“Me dijo que era el último permiso que me daba, le pregunté por qué y me respondió que eran puras cochinadas, por lo que le mencioné que me perdonara pero que no eran cochinadas”.

Como en México no se utilizaba e incluso no se conocía, José Inés fue de las personas que empezaban a traerla de Estados Unidos y mencionó al subsecretario de ganadería que al ser una materia prima económica debía aprovecharse para que el pueblo tuviera productos baratos.

“Le dije que le iba a traer muestras americanas para que se convenciera, se levantó, me echo pa’ afuera y me dijo que no me profundizara pero cómo no lo iba a hacer si quería acabar con mi empresa” recordó para el programa Estación Alameda.

Ante esta respuesta negativa actuó rápidamente, pidió que le enviaran las muestras y al día siguiente se presentó en la oficina pero no estaba Cirón sino su secretario, quien lo llevó directamente con Brauer, a quien le demostró que en efecto era materia prima y se abrió la puerta para que siguiera su camino al éxito.

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