En un esfuerzo por esquivar la presión creciente de las autoridades, la facción de Los Chapitos, liderada por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, ha implementado una estrategia para reubicar la mayoría de sus laboratorios clandestinos de fentanilo fuera de Sinaloa.
Según declaraciones del periodista independiente Luis Chaparro, el traslado responde a un contexto de mayor vigilancia y decomisos en la entidad cuna del Cártel de Sinaloa, que ha sido históricamente su centro de operaciones. Ahora, la producción se dispersa en lugares donde el riesgo de ser detectados es menor, pero donde las rutas de distribución global permanecen intactas.
La reubicación
En entrevista con Adela Micha, el periodista de investigación reveló que la facción criminal actualmente liderada por Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar han trasladado gran parte de su infraestructura de producción en ciudades clave como Monterrey, y expandiéndose a nivel internacional en países como Colombia y Canadá.
De acuerdo con Chaparro, más del 90% de las cocinas clandestinas de fentanilo han sido retiradas de Sinaloa, particularmente de Culiacán. Destacó que Monterrey, por su posición estratégica en el norte de México y su conexión directa con las rutas de exportación hacia Estados Unidos, se ha convertido en uno de los nuevos centros de operaciones para los laboratorios del cártel.
Internacionalmente, Colombia y Canadá han encontrado un terreno fértil, especialmente en el país norteamericano, un punto inesperado, pero lógico, debido a su posición geográfica y su creciente mercado interno, además de ser un país donde la supervisión de estas actividades no es tan estricta como en Estados Unidos.
Este cambio no solo responde a la necesidad de mantener operativa la producción, sino también a una estrategia de dispersión para minimizar pérdidas en caso de decomisos o redadas. De esta forma, el Cártel de Sinaloa intenta diluir los riesgos operativos y financieros.
Tras las narcomantas desplegadas en 2023 en Culiacán, donde Los Chapitos afirmaban prohibir la producción y venta de fentanilo en su territorio, ya habían surgido reportes que indican que esta facción del Cártel de Sinaloa había reubicado laboratorios clandestinos hacia Canadá.
En agosto pasado, la periodista Katarina Szulc señaló que miembros de Los Chapitos han operado en Canadá desde hace al menos cinco años, especialmente en la costa oeste, manejando laboratorios y grandes redes de tráfico de drogas. Esta estrategia les permite evitar los riesgos de cruzar fronteras y operar directamente en el país vecino de Estados Unidos.
“Los cárteles mexicanos se han infiltrado completamente en el tráfico de drogas canadiense, gestionando laboratorios y redes sin tener que cruzar ninguna frontera”, aseguró Szulc, excolaboradora de CBC y residente de toda la vida en Vancouver.
Uno de los elementos clave para la operación en Canadá es la colaboración con narcotraficantes asiáticos, principalmente de ascendencia china y vietnamita. Estos grupos suministran los precursores químicos necesarios para la producción de fentanilo, importándolos directamente desde Asia. Szulc destacó que estas alianzas fortalecen la operación del Cártel de Sinaloa, que ha logrado establecer laboratorios en Canadá sin depender completamente de sus propias cadenas de suministro.
De acuerdo con la Agencia de Salud Pública de Canadá, entre 2016 y 2023, 44,600 personas murieron por sobredosis de drogas tóxicas, y en 2023, el fentanilo estuvo implicado en el 80 % de las 8,000 muertes registradas por sobredosis.
En cuanto a los presuntos narcolaboratorios en Monterrey, Nuevo León, hasta el momento sólo se ha reportado en medios diversos desmantelamientos de laboratorios en donde se elaboran drogas sintéticas, especialmente metanfetaminas.
Producción en zonas urbanas
Con respecto al reciente reportaje publicado por The New York Times de una visita a un laboratorio de fentanilo en Culiacán, el experto señaló que a diferencia de las cocinas gigantescas en zonas rurales o ranchos aislados, los laboratorios de fentanilo actuales se han trasladado a áreas urbanas, específicamente a casas y departamentos pequeños ubicados en vecindarios de clase media y alta.
Chaparro detalló que los nuevos laboratorios están diseñados para pasar desapercibidos, ubicándose incluso en zonas residenciales exclusivas, como el área de Tres Ríos, en Culiacán. En estos lugares, las cocinas operan en viviendas que simulan normalidad: luces encendidas a ciertas horas, movimiento cotidiano de personas y vecinos aparentemente comunes.
Esta estrategia permite que los laboratorios queden camuflados entre la vida diaria de la ciudad, evitando la atención de las autoridades y reduciendo los costos operativos. Las viviendas utilizadas son pequeñas y están equipadas con lo necesario para realizar las actividades de síntesis, empaquetamiento y prensado de pastillas de fentanilo, pero son fácilmente desmontables en caso de que sean detectadas.
“Si te cae la policía en uno de estos lugares, vas a perder una cocina de las 400 o 500 que tienes distribuidas en una sola ciudad”, añadió. Este modelo de operación reduce riesgos y asegura un flujo constante de la droga hacia los mercados.
El periodista Luis Chaparro, quien ha visitado laboratorios de fentanilo desde 2017, explicó que las cocinas urbanas son mucho más discretas y menos sofisticadas que las instalaciones gigantes de otros tipos de drogas.
“Eso fue lo mágico del fentanilo para las organizaciones criminales. Antes tenían que mandar hacer, fabricar o conseguir contenedores gigantescos para producir metanfetaminas o cocaína, que además humean, explotan y llaman mucho la atención. Con el fentanilo, no es el caso. Necesitas un cuartito, una cocina”, explicó Chaparro en entrevista para “Me lo dijo Adela”.