A punto de cumplir tres meses en el cargo, la estrategia de seguridad de la presidencia de Claudia Sheinbaum, implementada por Omar García Harfuch, sigue sin dar los frutos prometidos: la reducción de la violencia homicida en el país.
Datos de la organización TResearch dan cuenta de 6 mil 96 homicidios dolosos cometidos en México entre el 1 de octubre y el 18 de diciembre, un promedio de 77 personas asesinadas cada día de la nueva administración.
“Hasta el momento no hay nada nuevo en la estrategia de seguridad de Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch. Están administrando el conflicto y ganando tiempo, por respeto al expresidente Andrés Manuel López Obrador”.
La declaración pertenece al periodista y especialista en temas de seguridad pública David Saucedo, con quien Infobae México conversó sobre la inseguridad que se vive en gran parte del país y los primeros esfuerzos de la mancuerna Sheinbaum-Harfuch para pacificar al país.
El especialista agrega que faltan recursos, financieros, materiales y humanos, para invertir en materia de seguridad; no pueden contratar más elementos, comprar armas, fabricar municiones, ni realizar despliegues tácticos y de inteligencia hasta que cuenten con el presupuesto de 2025.
“Lo que hay es una estrategia que combina la militarización de Andrés Manuel López Obrador con lo que Omar García Harfuch implementó en la Ciudad de México; es una especie de Frankenstein y la continuidad de la narrativa del expresidente: atención a las causas, promover los programas sociales, rescate de espacios públicos y las becas del bienestar”.
David Saucedo recalca que si bien la continuidad en la estrategia de Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch no está mal, difícilmente alcanzará para evitar el reclutamiento de miles de jóvenes por parte del crimen organizado.
¿Cuál es el futuro en materia de seguridad?
Este fin de semana la presidenta Claudia Sheinbaum visitará el estado de Sinaloa, la segunda entidad más violenta durante los primeros 80 días de su administración; no acudirá a Culiacán -epicentro de la guerra entre Los Chapitos y La Mayiza-, pero encabezará la reunión del gabinete de seguridad desde la ciudad de Mazatlán.
Fuera de los 450 homicidios dolosos registrados en Sinaloa, las demás entidades del país mantienen el promedio de personas asesinadas en la recta final del sexenio de AMLO: Guanajuato lidera la lista con 745 víctimas, Edomex suma 443 crímenes, 412 en Baja California, 350 en Chihuahua y 348 en Guerrero, los demás estados se mantienen debajo de la línea de los 300 asesinatos en la era Claudia Sheinbaum.
“La postura que Claudia Sheinbaum y Omar García Harfuch están asumiendo es de continuidad y administración del conflicto. No hay propiamente una estrategia, apenas la van a empezar a aplicar; la Operación Enjambre sí forma parte de esa nueva estrategia que incluye no sólo el desmantelamiento de la estructura criminal, sino también de los anillos de protección política y policial que da sustento a un grupo criminal en determinada región”.
La prueba piloto de la Operación Enjambre fue el Estado de México -señala David Saucedo-, y aunque empezó en municipios pequeños, todo podría indicar que la extenderán a otras zonas del país, quizá Sinaloa, dónde miles de militares fueron enviados cual “cascos azules de la ONU” a una zona de conflicto.
“Lo que hacen es interponerse entre los dos bandos que están en disputa; eso es lo que hacen en Culiacán: patrullajes, presencia disuasiva, retenes, rondines, tratando de evitar que haya confrontación entre La Mayiza y Los Chapitos. No les está funcionando, pero esa es la estrategia”.
Conviene recordar que el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador terminó con más de 201 mil 142 homicidios dolosos (datos del INEGI y del SESNSP), lo que convirtió a su presidencia en la más violenta de la historia moderna de México.
Atendiendo a esa violencia, en los primeros días de su administración, Claudia Sheinbaum anunció su “Estrategia de Seguridad de los primeros 100 días”, es decir, lo que restaba del año 2024; faltos de recursos y dando continuidad a la narrativa y política de los “abrazos, no balazos” que AMLO defendió hasta el último día de su gestión.