Los microplásticos se han infiltrado en casi todos los aspectos de nuestra vida diaria, con potenciales consecuencias para la salud humana y el medio ambiente.
Se trata de fragmentos microscópicos de plástico que pueden originarse de varias fuentes, incluyendo la degradación de productos plásticos más grandes, como botellas, bolsas, y productos de higiene diaria.
Suelen descomponerse en partículas más pequeñas una vez que hacen contacto con el medio ambiente que las transporta mediante el viento y el agua, y eventualmente ingresan al cuerpo humano a través de la inhalación y la ingestión, lo que ha alertado de su presencia en la sangre y otros fluidos corporales.
Los estudios
Un análisis realizado por parte de investigadores de la Universidad Médica de Viena, Austria, realizaron un estudio sobre los efectos de los micro y nanoplásticos en el cuerpo, en la publicación realizada en MDPI -portal científico- de nanomateriales menores a cinco milímetros de ancho, al experimentar con ratones, dieron a conocer que las partículas nanométricas llegan al cerebro sólo dos horas después de ingresar al cuerpo, lo que generó alarma, ya que además de inflamarlo, generaría trastornos neurológicos e incluso enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer o Parkinson.
De igual forma, en otra investigación sobre el tema, científicos de la Università Politecnica delle Marche, en Ancona, Italia, detectaron partículas de microplásticos en leche materna por primera vez, luego de tomar muestras a 34 madres sanas una semana después del parto, y tras su análisis, hicieron la detección, lo que generó inquietud respecto a sus efectos en la salud de los recién nacidos.
Una vez dentro del cuerpo, dichas nanopartículas pueden alojarse y acumularse en los tejidos y órganos, lo que a la postre generaría inflamación y daño celular, además de interferir con la función hormonal y el sistema inmunológico, así como con la absorción de nutrientes esenciales.
También se ha determinado que son el medio ideal para transportar sustancias tóxicas y contaminantes, como metales pesados y productos químicos, aumentando el riesgo de exposición a estas sustancias. Los plásticos encontrados con más frecuencia son el polipropileno y el tereftalato de polietileno (PET), ambos componentes principales de las botellas de plástico y los envases de leche.
Actualmente es imposible evitarlos por completo ya que están hechos de una compleja combinación de productos químicos, incluyendo los aditivos que les dan resistencia y flexibilidad, sin embargo, especialistas sugieren que beber agua del grifo en lugar de embotellada podría ser una iniciativa básica para evitarlos.