Tras la muerte de Moctezuma Xocoyotzin, su hermano Moctezuma se vio obligado a asumir la defensa de Tenochtitlan frente a las tropas de Hernán Cortés, a quien logró propinar una dolorosa derrota durante la noche triste del 30 de junio de 1520, en la que el conquistador europeo no sólo fue obligado a huir sino que perdió a un gran número de hombres.
A pesar de la simbólica victoria de Moctezuma, las fuerzas mexicas no lograron perseguir y acabar con los invasores debido a que el nuevo líder cayó enfermó, posiblemente de viruela, misma que terminó por llevarlo a la muerte.
Muertos los dos hijos herederos de Axayácatl, el consejo mexica tuvo que buscar un nuevo tlatoani y el guerrero elegido fue Cuauhtémoc, “Águila que desciende”, llamado así por el vértigo de sus ataques.
Cuauhtémoc era en ese entonces un discreto guerrero (que se cree combatió junto a Moctezuma) que si bien pertenecía a la nobleza, no tenía el linaje para dirigir a los señoríos de la Triple Alianza. Aún así, el destino lo encumbró en el momento más crítico para el imperio de los aztecas.
“Al final se le elige, no se ve que alguien (sólo uno) se oponga a la llegada de Cuauhtémoc, pero parece que es por otro tipo de cuestiones y el pueblo lo acepta unánimemente”, ha explicado la investigadora de la UNAM, María Castañeda de la Paz.
De acuerdo con las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, Cuauhtémoc era apenas un mozo de entre 18 y 25 años de edad, no obstante, resultó ser un “belicoso” líder de la resistencia mexica, de modo que Hernán Cortés le ofreció en varias ocasiones un trato para su rendición.
Por qué Cuauhtémoc pidió su propia muerte
Cuauhtémoc, el último tlatoani de Tenochtitlan, se encontró en una situación crítica tras ser capturado en una emboscada por el ejército de Hernán Cortés.
Ante su captura, el “Águila que desciende” manifestó su deseo de ser sacrificado honorablemente, como todos los guerreros que caen en la batalla.
Cuauhtémoc solicitó ser sacrificado con su propio cuchillo y así cerrar su ciclo como guerrero. Con esa muerte honrosa esperaba unirse a Huitzilopochtli. De ese modo, cada día podría acompañar al sol.
De acuerdo con la cosmogonía de los aztecas, existía la creencia que los guerreros muertos en combate, o en su caso sacrificados tras ser capturados iban al “Lugar del Sol”.
Este paraíso estaba sólo reservado para quienes habían dado su vida con valentía, razón por la cual Cuauhtémoc pidió a Cortés ser sacrificado.
Sin embargo, el conquistador español optó por mantenerlo como prisionero, causando una gran pena en el último tlatoani azteca.
A menudo, Cortés ofrecía clemencia a quienes se rendían, buscando debilitar su resistencia mediante promesas de beneficios. Esta estrategia también intentó aplicarla con Cuauhtémoc, a quien aseguró que no tomaría represalias, intentando doblegar su voluntad.
Pero Cuauhtémoc, demostrando una conducta que muchos califican como moralmente íntegra, rechazó todas las ofertas. Más tarde fue ejecutado mediante un juicio sumario.