Del Diablo se ha dicho mucho: en el cine hay todo un estilo influenciado por El Exorcista, la película de William Friedkin de 1973, en la literatura Fausto le vendió su alma a Mefistófeles, en los videojuegos está más que representado, y en la música ha sido señalado como la musa de géneros como el rock y el metal. Por supuesto, el Diablo es el gran enemigo de Dios, según la religión cristiana, y también quien encarna el mal en el mundo.
El escritor Salvador Hurtado platicó con Infobae México de su libro Lucifer, Lucifer, una potente investigación sobre Satanás, uno de los arquetipos más influyentes e importantes en la historia de occidente. El texto, editado por la editorial Almuzara, es un viaje en el tiempo que nos lleva del nacimiento de las primeras religiones y sus encarnaciones del Diablo hasta su transformación como antagonista del cristianismo, su evolución y su llegada a nuestros días, donde se ha convertido en un ser de la mitología de occidente.
El Diablo sigue presente en una mitología viva occidental, pero no se había estudiado así
Salvador Hurtado cuenta que el Diablo se convirtió en el tema principal de su investigación cuando se dio cuenta de los pocos trabajos que lo analizaban desde su presencia dentro de una “mitología viva”: “¿Por qué no estudiar al diablo como un personaje de una mitología que está viva, sea uno creyente o no”, nos dijo.
Para el autor, Satán sigue presente en nuestros días: “Nos aparece en videojuegos como Silent Hill, Resident Evil, Dante’s Inferno; en el rock, en el death metal, el trash metal y su oda a lo luciferino, pues es el gran rebelde y el rock es música de contracultura y rebelión en contra de un orden opresor; en los discursos políticos, ves a Trump hablando del eje del mal en Rusia, Irán, Norcorea, y luego escuchas a los ayatolas, a los iraníes y hablan del Gran Satán Estados Unidos; lo ves en la pintura, en el cine, en la literatura. Donde vayas, el personaje está vivo, es parte de nuestra cultura”.
Aunque Satanás parece tan presente y vivo, no se investiga como tal. El autor de Lucifer, Lucifer, explica: “Nadie lo estudia así, la mayoría de los libros son religiosos, confesionales, donde sacerdotes escriben sobre los mitos luciferinos, dentro de los textos sagrados, o de exorcismos, posesiones. También están los libros mágicos, esotéricos, grimorios y cosas así”.
El diablo siempre está presente, cuenta Salvado Hurtado
¿Por qué la figura del Diablo es tan atractiva? ¿Por qué parece tan necesaria incluso para que el bien tenga sentido? ¿Por qué disfrutamos de su representación en los productos culturales? Salvador Hurtado explica: “Aunque no esté el diablo siempre hay una figura diabólica, en toda obra literaria. Piensa en Pedro Páramo, es un laberinto, y todo laberinto tiene a su monstruo. El pueblo fantasma tiene a Pedro Páramo como el diablo que participa de los infiernos de todos los que están ahí penando; sin embargo, Pedro Páramo no dice nada, simplemente está presente, es una figura central en lo que cuentan los personajes, pero no interactúa como tal. Es como el diablo, el testigo de nuestras peores hazañas, siempre presente”.
Y añade: “Para que haya drama, para que haya acción tomando el significado griego de la palabra, tiene que haber conflicto, tiene que haber un elemento misterioso, sorprendente y disruptivo. Siempre tiene que haber, en toda buena narrativa, un elemento disruptor, luciferino, que haga que la trama se mueva. Como las pastorelas mexicanas, sin el diablo no pasa nada, y resulta el personaje más simpático y más interesante”.
La forma del Diablo y su nacimiento
Salvador Hurtado nos explicó la naturaleza de la forma de Lucifer: “Toma la forma adecuada para lograr su objetivo. Por un lado tenemos lo monstruoso, generalmente se le representa así porque al ser fuente de pecado, maldad y destrucción, su forma tiene que representar ese carácter. Pero también es el gran tentador, desde el punto de vista del cristianismo, y es muy difícil que una cosa con cabeza de gallo, cuerpo de serpiente, patas de dragón, alas de murciélago y colmillos de león pueda tentar a alguien, su carácter de tentador debe ser la forma más hermosa, sublime, la persona más atractiva, más sexy,más guapa que hayas visto en tu vida.
El autor nos explica que, desde el punto de vista teológico, el diablo es un ser espiritual, no tiene cuerpo ni tiene forma. Aunque antiguas religiones lo representaban como un ser monstruoso, los creyentes no pensaban que dicha criatura deambulaba por sus pueblos, sino que le daban forma a partir de los males reales a los que se enfrentaban todos los días. Por ejemplo, Pazuzu, dios relacionado a las enfermedades después señalado como demonio, tiene alas de langosta. Las langostas traían plagas, y las plagas enfermedades.
Hay muchos referentes de Salvador Hurtado que lo ayudaron a escribir Lucifer, Lucifer. Dos de ellos son los antropólogos Claude Lévi-Strauss y Margaret Murray. Sus investigaciones sobre los antiguos seres humanos arrojan que las primeras religiones eran monoteístas: las tribus eran familiares y cada una de ellas tenía su propio dios. Cuando aparecieron las primeras alianzas también se unieron las creencias de las tribus, y nació el politeísmo. Salvador Hurtado nos explica también que en la lucha entre tribus se formó, de alguna manera, una dualidad del bien y el mal: los dioses de una tribu enemiga eran los demonios de la otra.
Sobre la idea que tenemos del diablo, Salvador Hurtado nos cuenta: “Es muy reciente, la aparición de dioses buenos y malos es sumamente reciente, y si además encontramos a un demonio de demonios que aparece por ahí del siglo 8 a.C pues resulta que el Diablo es un recién llegado”.
La titánica investigación de Salvador Hurtado
El proceso de escritura de Lucifer, Lucifer no fue nada sencillo. Así lo explica el autor: “Había demasiada literatura al respecto, pues estamos hablando del bien y el mal, que es un tema central de la filosofía desde que el hombre es hombre. No podemos entender al hombre más que como una criatura ética. Desde que el hombre es hombre se ha estado hablando y discutiendo de este tema. Lo difícil fue saber qué leer del tema, porque hay tantísimo que es imposible leerlo todo. Una vez que organizas tratas de armar un discurso coherente desde todo lo que se dice. Fue una locura, una investigación de 5 años, yo ya veía diablitos con cola debajo de las piedras”.