La imagen del niño Jesús o niño Dios es muy significativa para la religión católica, pues es la primera representación conocida de Jesucristo en su forma física y puede verse después del milagro de Navidad cuando María dio a luz.
En México, existen diferentes costumbres en las que se adora o hace mención a la imagen de Jesús niño, como lo es el arrullo al niño Dios que se realiza cada 24 de diciembre en Nochebuena antes de la cena familiar, o también el festejo del Día de la Candelaria el 2 de febrero cuando algunas familias acostumbran a vestir sus figuras del niño Jesús para bendecirlas en la iglesia.
Sin embargo, aunque hoy en día tenemos nuestra propia idea de cómo luce Jesús en su niñez a raíz de las imágenes que se popularizaron en las tradiciones de nuestro país, el concepto del “hijo de Dios” ha tenido diversos cambios en la historia del catolicismo alrededor del mundo.
La extraña apariencia del niño Jesús en la Edad Media
La etapa conocida como Edad Media del año 476 a 1491 se caracterizó por un gran poder e influencia de parte de la iglesia católica en los países europeos y sus colonias en el continente americano, donde cualquier ofensa o burla a la religión era castigada de forma severa
Situación que no pareciese aplicarse con las representaciones artísticas del niño Jesús de esa época, pues tienen una apariencia distinta al arte actual, donde incluso tiene características de un anciano u hombre adulto que puede llegar a verse deforme y burlesco para estándares recientes.
Sin embargo, según explica el divulgador español de arte Cristian González, la apariencia madura del niño Jesús en las pinturas medievales no se debía a una falta de técnica y mucho menos a una especie de burla a la religión, sino, a las creencias e interpretaciones de la época, ya que el clero interpretaba que Jesús, el hijo de Dios había nacido como un hombre completo en cuerpo y alma y por lo tanto, este no podía lucir una apariencia tierna o ignorante como la de cualquier infante.
Por el contrario, las pinturas medievales del Jesús niño buscaban representar a un ser humano plenamente desarrollado y que demostraba conocimiento a pesar de su corta edad, por lo que en ocasiones se le podían observar rasgos característicos de un adulto y en ocasiones las de un anciano, como podía ser la calvicie, arrugas o incluso una vestimenta similar a la que usaban los sacerdotes más sabios de ese entonces.
“Estaban hechos al propósito de parecer hombres adultos, y es que había una especie de consenso iconográfico, que decía que el hijo de Dios no podía parecer un bebé, porque los bebes son tiernos, indefensos y no muy listos… y ¿Cómo ibas a predicar luciendo como un bebé?”, comentó el divulgador de arte en su canal de YouTube, Míster Gonar.
La tradición del niño Dios en el Día de la Candelaria
En México cada 2 de febrero hay dos tradiciones ligadas a la imagen de Jesús como infante, la primera es la anteriormente mencionada en la que se visten las figurillas de niño Dios para ser bendecidas en una iglesia, la vestimenta puede variar desde lo tradicional (ropa blanca) a trajes de profesiones y oficios que representen a la familia que los lleva a bendecir.
La otra tradición es el “festín” de atole y tamales que deben de ofrecer aquellos familiares que encontraron al muñequito de Niño Dios en la rosca de reyes que se partió el 6 de enero. Esta costumbre simboliza cuando José y María escondieron a Jesús del sacrificio de bebés recién nacidos ordenado por el rey Herodes según las escrituras cristianas.