Silvia Pinal es un ícono indiscutible del cine mexicano, con un legado que abarca más de seis décadas de trayectoria artística. Nacida en 1931, es una de las pocas actrices del Cine de Oro mexicano que aún sigue viva, lo que subraya su estatus legendario en la industria. Su versatilidad como actriz le permitió destacarse en una amplia variedad de géneros, desde el melodrama hasta la comedia, pasando por el cine experimental y el teatro.
Pinal protagonizó películas emblemáticas junto a directores de renombre, como Luis Buñuel, con quien trabajó en obras maestras como Viridiana y El ángel exterminador. Estos filmes no solo le otorgaron reconocimiento internacional, sino que también la posicionaron como una figura central en el cine de arte. Su habilidad para abordar personajes complejos y su presencia magnética en pantalla la consolidaron como referente del cine mexicano.
Además de las dos películas más famosas de Buñuel y Silvia Pinal, hay una tercera que es poco recordada, pero igual de valiosa. Se trata de Simón del desierto, un filme donde la actriz interpreta al diablo más sensual de la historia del cine mexicano.
¿De qué trata ‘Simón del Desierto’?
Simón del desierto es una icónica película mexicana de 1965, dirigida por el destacado cineasta Luis Buñuel y protagonizada por Silvia Pinal. Este filme, considerado una pieza clave del cine surrealista, explora temas de fe, tentación y moralidad con el característico estilo mordaz y crítico de Buñuel.
La trama se centra en la figura de Simón, un estilita cristiano que vive en el desierto como asceta, en la cima de una columna, buscando su purificación espiritual. Simón, interpretado por Claudio Brook, se enfrenta a diversas tentaciones y desafíos, personificados de manera extraordinaria por Silvia Pinal, quien encarna al Diablo en distintas y seductoras formas. La interacción entre Simón y el Diablo ofrece una profunda reflexión sobre el fanatismo religioso y la lucha interna del ser humano entre elevarse espiritualmente o sucumbir a las tentaciones terrenales.
A pesar de su corta duración de apenas 45 minutos, Simón del desierto logra transmitir un mensaje poderoso y envolvente. La película es alabada por su guion inteligente, así como por su capacidad para mezclar elementos de comedia absurda y crítica social con simbolismo religioso. Los escenarios desérticos y la fotografía en blanco y negro refuerzan la atmósfera austera del film, subrayando el aislamiento y los dilemas de su protagonista.
El rodaje de Simón del desierto se vio influenciado por limitaciones presupuestarias, lo que llevó a Buñuel a crear una obra breve pero impactante. Esta producción es considerada la última colaboración de Buñuel con Pinal y es recordada como una de las grandes piezas del cine experimental de la época. La película ha sido objeto de numerosos análisis y sigue siendo relevante por su tratamiento temático y su capacidad para desafiar las convenciones del cine tradicional.