El Cártel del Golfo (CDG), uno de los grupos criminales más antiguos de México, llegó a considerarse uno de los más poderosos del país. Sin embargo, en los últimos años ha perdido territorio e influencia debido al surgimiento y fortalecimiento de más grupos del narcotráfico. Debido a esta situación, el grupo que llegó a ser liderado por Osiel Cárdena Guillén tuvo que diversificar sus actividades y ha encontrado en la extorsión fronteriza una opción para seguir viviendo.
De acuerdo con una investigación del periodista Ioan Grillo, publicada en su portal CrashOut Media, el CDG que opera principalmente en las ciudades fronterizas de Tamaulipas como Matamoros, Reynosa, Río Bravo, Camargo y Miguel Alemán, y ha desarrollado un sistema de cobros extorsivos sobre productos importados.
Mediante su control territorial y el apoyo de funcionarios que han sido corrompidos, el cártel obliga a los comerciantes a pagar tarifas por el cruce de mercancías entre ellos la gasolina, cosméticos, computadoras, colchones y hasta animales.
Con base en una lista publicada por el periódico Reforma, entre algunas de las cuotas marcadas para septiembre de 2024 se encontraban abrasivos, accesorios eléctricos y ferretería por $200 dólares (equivalentes a $4,000 pesos mexicanos); computadoras, impresoras y accesorios para celulares por $500 dólares ($10,000 pesos); caballos por $300 dólares cada uno ($6,000 pesos).
Las baterías de litio están gravadas con $1,000 dólares ($20,000 pesos), mientras que los colchones usados tenían un costo de $500 dólares ($10,000 pesos). Otros artículos, como la chatarra y las cajas de cartón, tenían una tarifa de $200 dólares ($4,000 pesos), mientras que las carrocerías de autobuses cortadas alcanzaban los $450 dólares ($9,000 pesos).
Sin embargo, el periodista señala que estas tarifas han aumentado significativamente, generando importantes ingresos para el grupo criminal.
Un comerciante de petróleo con sede en Houston confirmó al experto que los costos de cruce por camión cisterna se han disparado de 300 a 1,200 dólares, lo que representa una carga adicional para los importadores y, eventualmente, para los consumidores finales.
La frontera: un bastión estratégico
El comercio entre México y Estados Unidos representa una oportunidad millonaria para el CDG. Aunque históricamente el cártel centraba sus operaciones en el narcotráfico, la creciente militarización de las rutas de drogas y la competencia con grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa han llevado a diversificar sus actividades, incluyendo la extorsión y el tráfico de migrantes.
“El enorme volumen de comercio se traduce en ganancias considerables para el Cártel del Golfo”, señala el periodista Ioan Grillo, quien advierte que el grupo ha hecho de los cruces fronterizos una de sus principales fuentes de ingresos.
El cobro de cuotas afecta directamente el flujo comercial entre ambos países. Importadores y empresarios locales enfrentan costos elevados y riesgos de violencia si no cumplen con las exigencias del CDG. En paralelo, las facciones del cártel, como los Escorpiones y los Ciclones, utilizan estos recursos para mantener su poder en Tamaulipas y extender su influencia en la región.
A pesar de los operativos de las fuerzas de seguridad mexicanas y estadounidenses, el CDG sigue operando como un actor clave en la frontera. Su control de los cruces comerciales y su capacidad para imponer tarifas refuerzan su dominio, a pesar de la fragmentación interna que enfrenta el grupo desde hace años.
“El CDG tiene ojos en todos lados. Si intentas cruzar sin pagar, te bloquean el paso o, en casos extremos, te amenazan”, comentó al periodista un taxista en Matamoros que pidió mantener su identidad en el anonimato.
Aunque el Cartel del Golfo ya no tiene la influencia que ostentaba en su apogeo, su capacidad para adaptarse a nuevas formas de criminalidad le permite seguir siendo un actor clave del crimen.
El Cártel del Golfo y la controversia judicial en torno a “El Contador”
El control del Cártel del Golfo sobre las rutas comerciales no solo depende de su capacidad de extorsión y dominio territorial, sino también de los vacíos en el sistema judicial mexicano que favorecen a sus líderes. Un caso reciente es el de José Alfredo “El Contador”, sobrino de Osiel Cárdenas Guillén, quien fue liberado de prisión preventiva, tras un fallo del juez federal Gregorio Salazar.
“El Contador” había sido señalado como líder de una facción del CDG y vinculado a actividades como el tráfico de drogas, armas y extorsión en Tamaulipas. Sin embargo, el juez argumentó que las autoridades no presentaron pruebas suficientes sobre los hechos relacionados con su posible extradición a Estados Unidos ni investigaciones relevantes en México.
Como parte de las nuevas medidas cautelares, el excapo deberá presentarse semanalmente ante autoridades en Matamoros, pagar una garantía de cinco millones de pesos, portar un brazalete electrónico y entregar su pasaporte.
Este fallo se suma a una serie de decisiones judiciales que han beneficiado a figuras clave del crimen organizado, debilitando los esfuerzos por desmantelar la estructura operativa del cártel.