Miguel Ángel Treviño Morales, el “Z-40″, cumple hoy 53 años entre señalamientos y controversias. Mientras permanece detenido desde 2013, acusado de liderar al sanguinario grupo criminal Los Zetas, sus abogados insisten en que el hombre capturado no es el verdadero Z-40, sino un homónimo.
La duda sobre su paradero, si las afirmaciones de la defensa son ciertas, se suma a la caída del otrora poderoso cártel, que ha perdido fuerza con los años, fragmentándose en numerosas escisiones y que han hecho que uno de los cárteles más temidos del país ya no figuran entre los principales grupos delictivos en México.
El caso de Treviño Morales refleja una era en la que Los Zetas dominaron el crimen organizado a través de métodos de violencia extrema y una estructura militarizada, y su captura marcó el declive del cártel. Sin embargo, el mito del Z-40, alimentado por su brutalidad y las controversias en torno a su identidad, sigue vivo como un recordatorio de uno de los periodos más oscuros del narcotráfico en México.
¿Quién es el Z-40?
Miguel Ángel Treviño Morales nació el 18 de noviembre de 1970 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en el seno de una familia numerosa formada por seis hermanas y siete hermanos.
Treviño creció en un entorno fronterizo caracterizado por la desigualdad social y las oportunidades ligadas al contrabando. Desde joven, mostró interés en el dominio del inglés, una habilidad que le permitiría escalar rápidamente en el mundo del crimen organizado. En su adolescencia, trabajaba lavando autos y arreglando jardines en Nuevo Laredo, y ocasionalmente hacía encargos para narcotraficantes locales como Héctor Manuel Sauceda Gamboa, alias “El Karis”.
En los años 90, su familia emigró a Dallas, Texas, donde Miguel Ángel se integró a la pandilla local Los Tejas, dedicándose al robo de vehículos y el narcomenudeo. Estas actividades lo pusieron en contacto con las redes del narcotráfico binacional, y su fluidez en inglés llamó la atención de Osiel Cárdenas Guillén, líder del Cártel del Golfo.
Los Zetas: un brazo armado convertido en cártel
En 1997, Treviño fue reclutado por Cárdenas Guillén como mensajero, pero rápidamente ascendió en el grupo. El líder del cártel fundó Los Zetas, un brazo armado formado por exmilitares de élite del Ejército Mexicano, y Treviño aprovechó este poder para consolidarse en una posición clave. Su liderazgo violento, sumado a la deserción de militares que reforzaron la organización, marcaron una nueva era en el narcotráfico mexicano.
Algunos de sus hermanos también se vieron involucrados en actividades ilícitas relacionadas con Los Zetas, consolidando la influencia de la familia dentro del grupo criminal. Entre ellos destacó Óscar Omar Treviño Morales, alias “Z-42″, quien asumió el liderazgo tras la captura de Miguel Ángel en 2013 y fue detenido en 2015. Juan Francisco Treviño Morales, alias “Kiko Ozuna”, fue señalado como precursor de las actividades ilícitas familiares, centrado en el tráfico de drogas, y condenado a 22 años de prisión en Estados Unidos.
Otros hermanos, como Alejandro Treviño Morales, alias “El Orejón”, también estuvieron implicados en las operaciones del cártel, mientras que el resto de la familia se dividió entre quienes mantuvieron un perfil discreto y aquellos que apoyaron indirectamente las actividades criminales.
En 2005, Treviño fue nombrado jefe de plaza en Nuevo Laredo, enfrentándose al Cártel de Sinaloa por el control de las rutas hacia Estados Unidos. En ese periodo, su crueldad alcanzó notoriedad: se le atribuían métodos de tortura como “el guiso” (donde las víctimas eran disueltas en ácido) y el desmembramiento de enemigos.
En 2010, cuando Los Zetas rompieron relaciones con el Cártel del Golfo, comenzó una sangrienta guerra entre ambas organizaciones. Miguel Ángel Treviño, bajo el mando de Heriberto Lazcano Lazcano, alias “El Lazca”, se convirtió en comandante nacional. Tras la muerte de Lazcano en 2012, Treviño asumió el liderazgo absoluto del grupo.
Durante su periodo al mando, Los Zetas diversificaron sus actividades criminales, incluyendo el tráfico de personas, el robo de combustible y el control de redes de piratería.
Bajo su liderazgo, se perpetraron algunas de las peores masacres en México, como la matanza de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en 2010, y la masacre de 193 personas en 2011 en la misma región.
El mito del “Z-40″
El periodista Alfredo Corchado, en su libro Midnight in Mexico, describe a Miguel Ángel Treviño Morales, alias “Z-40″, como un líder criminal cuya violencia no sólo era funcional, sino también profundamente sádica. Según el comunicador, Treviño utilizaba métodos de terror psicológico y físico no solo para eliminar a sus enemigos, sino para cimentar su control sobre Los Zetas y someter a sus subordinados y rivales.
Uno de los rituales atribuidos al Z-40 por Corchado era particularmente brutal: obligaba a los aspirantes a sicarios a disparar a una víctima al azar, mientras él les observaba con una mano en su pecho para medir su reacción. Si dudaban, podían enfrentarse a una ejecución inmediata o ser degradados y utilizados como informantes. Este tipo de pruebas servía para mantener un control férreo y garantizar que sus subordinados compartieran su disposición a la violencia extrema.
Otro relato del periodista resalta el supuesto ritual en el que Treviño mordía el corazón de sus víctimas aún vivas, una práctica que el líder de Los Zetas creía lo hacía invencible. Estas acciones no sólo alimentaron su mito dentro del mundo criminal, sino que también sembraron terror entre aquellos que lo enfrentaban, ya fueran rivales, autoridades o civiles inocentes atrapados en la violencia.
Corchado enfatiza cómo estos métodos brutales eran utilizados por Treviño para enviar mensajes claros sobre las consecuencias de traicionar a Los Zetas o desobedecer sus órdenes.
Este control basado en el miedo era una característica distintiva del liderazgo de Treviño, contribuyendo a la percepción de Los Zetas como uno de los grupos criminales más violentos en la historia del narcotráfico en México.
Sin embargo, también reflejaba una dinámica de poder que lo distanciaba de los tradicionales capos del narcotráfico, quienes solían operar con un enfoque más empresarial.
Captura y controversia sobre su identidad
El 15 de julio de 2013, la Secretaría de Marina capturó a Treviño Morales cerca de Nuevo Laredo en un operativo que no requirió disparos. En el momento de su detención, portaba ocho armas de alto calibre, 500 cartuchos y dos millones de dólares en efectivo.
Desde entonces, su identidad ha sido objeto de controversia legal. Según su defensa, existe un homónimo también llamado Miguel Ángel Treviño Morales, conocido como el verdadero “Z-40″.
Hace apenas unos días la Fiscalía General de la República (FGR) reconoció que el hombre detenido en 2013 no es el verdadero “Z-40″, líder del grupo criminal Los Zetas, sino un homónimo. Este fallo, emitido por el Tribunal Colegiado de Apelación del Décimo Noveno Circuito, refuerza los argumentos presentados durante años por la defensa, quienes sostienen que las características físicas y testimoniales no coinciden con las del capo buscado.
La resolución se basó en una serie de pruebas, entre ellas, declaraciones de testigos protegidos que inicialmente habían identificado al detenido como el Z-40, pero que, al ser confrontados en careos, admitieron que la persona detenida no era quien reconocían como líder de Los Zetas. Además, se destacó que las descripciones físicas del verdadero Z-40 —como tatuajes distintivos, cicatrices en el abdomen y el brazo derecho, y una complexión diferente— no coinciden con las del acusado.
Hoy, a sus 53 años, Miguel Ángel Treviño Morales sigue bajo custodia y podría salir pronto de prisión. Mientras tanto, su historia permanece como un símbolo de la brutalidad que definió una de las épocas más sangrientas del crimen organizado en México.