Maximiliano de Habsburgo, conocido por su breve reinado como emperador de México, tenía una marcada preferencia por vestir de charro durante sus cabalgatas en los campos mexicanos, además de gozar de sus estancias en la casa de campo que estableció en la ciudad de Cuernavaca, en ese entonces llamada “Cuauhnáhuac”.
El atuendo de charro no solo le proporcionaba comodidad, sino que también reflejaba su intento de acercarse a las tradiciones mexicanas. Un elemento distintivo de su vestimenta era el sombrero de fieltro de ala ancha, que llevaba un cordón trenzado y un monograma bordado en el ala, simbolizando su pertenencia imperial.
La elección de Maximiliano por la silla charra también era notable. Adaptada para la equitación en terrenos rurales, llevaba grabado su monograma en el estribo, un detalle que subrayaba su estatus y su intento de integrarse en la cultura mexicana.
Estas características se pueden observar en varios retratos ecuestres del emperador, que capturan su imagen montando a caballo con este atuendo distintivo.
La fascinación de Maximiliano por la cultura mexicana se reflejaba en su vestimenta y en su estilo de vida, intentando así ganar la simpatía popular. Además, le gustaba el mole poblano y los chiles en nogada.
Sin embargo, su reinado fue breve y terminó trágicamente, pero su imagen como un emperador que adoptó elementos de la cultura local persiste en la memoria histórica.
Por qué fracasó el gobierno de Maximiliano
La intervención francesa, que originalmente lo llevó al poder, enfrentó una creciente resistencia interna encabezada por los republicanos liderados por Benito Juárez. A medida que las fuerzas republicanas ganaban terreno, el apoyo militar y financiero para Maximiliano disminuyó.
Además, con el fin de la Guerra Civil en Estados Unidos, el gobierno estadounidense presionó a Francia para que retirara sus tropas de México, en línea con la Doctrina Monroe, lo que debilitó aún más al imperio de Maximiliano.
En 1866, el retiro de las tropas francesas marcó un punto decisivo, dejando a Maximiliano expuesto ante el avance de las fuerzas republicanas. A pesar de los consejos de sus allegados para abdicar y regresar a Europa, Maximiliano decidió quedarse en México y luchar.
Finalmente, en 1867, las fuerzas republicanas capturaron a Maximiliano después del sitio de Querétaro. Fue juzgado en el Cerro de las Campanas por un tribunal militar, acusado de usurpación y la pena decidida fue la ejecución.
El 19 de junio de 1867, Maximiliano fue fusilado junto a los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, marcando el fin del efímero Segundo Imperio Mexicano y restaurando la república dirigida por Benito Juárez.