Carlos Loret de Mola expuso una situación política compleja tras la elección del titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). En su columna de opinión publicada este jueves, Loret de Mola describe cómo el exmandatario Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ejerció su influencia política: “Hay un diputado, un senador y un presidente, y se llama Andrés Manuel López Obrador”. Para Loret de Mola, este evento fue una muestra clara de quién controla realmente el poder dentro del partido gobernante, Morena.
En el corazón de este relato está el nombramiento de Rosario Piedra Ibarra para un segundo periodo al frente de la CNDH, lo que fue interpretado como un desafío directo a la presidenta Claudia Sheinbaum. Y es que Sheinbaum había expresado su apoyo a Nashieli Ramírez, confiándole la relación de trabajo previa y su gestión destacada cuando se evaluaron a los candidatos: “Obtuvo mejores calificaciones de las 15 personas evaluadas para el cargo”. Sin embargo, “donde manda expresidente no manda presidenta”, indicó Loret de Mola, aludiendo a la hegemonía de López Obrador.
La controversia se profundizó cuando, tras una directriz presidencial, la votación interna en el Senado de México mostró un resultado contundente, donde solo el sector opositor intentó respaldar a Sheinbaum. “La votación general en el Senado fue 87-36″, resaltó Loret de Mola, dejando entrever la falta de cohesión en el apoyo a la presidenta por parte de su partido. Este resultado reveló tensiones dentro de Morena, mostrando a Sheinbaum como políticamente debilitada.
El papel crucial de los operadores políticos fue determinante en este proceso. Loret de Mola, en su análisis, destacó las acciones de figuras clave como Adán Augusto López y Ricardo Monreal, encargados de comunicar la “razón de Estado” en las bancadas. No obstante, también señaló que estas estrategias no fueron completamente exitosas debido a la desconfianza interna que suscitan: “Muchos legisladores morenistas los ven con desconfianza y se rebelaron”. Para resolver esta resistencia, el enfoque se trasladó a dos funcionarias de confianza de López Obrador: Rosa Icela Rodríguez y Luisa María Alcalde.
El periodista narra un proceso que, en su visión, estuvo marcado por prácticas poco transparentes durante la votación, lo cual implicó incluso acciones dramáticas y “un desaseo comparable al que hace cinco años ejecutó su aliado Ricardo Monreal” en una elección anterior de Rosario Piedra. Para Loret de Mola, este desenlace simboliza un golpe significativo para Sheinbaum, quien “quedó arrasada, vapuleada, rebasada”.
En su columna, Loret de Mola también refleja cómo estas maniobras políticas tienen repercusiones más amplias, afectando la imagen de liderazgo dentro del gobierno de Sheinbaum. Según su narración, estos eventos muestran lo que describe como “la muestra de debilidad más grande que ha tenido la Presidenta”. La capacidad de maniobra y autoridad de Sheinbaum dentro del gobierno parecen estar cuestionadas.
Incluye una escena donde, mientras Sheinbaum enfrentaba las implicaciones de esta situación, otras figuras del entorno morenista disfrutaban indiferentes de momentos de ocio, simbolizando la desconexión entre las esferas de poder y los conflictos. Luisa Alcalde y Andy López Beltrán asistieron a un concierto de Paul McCartney, una situación que Loret de Mola describe simbólicamente utilizando fragmentos de la famosa canción “Blackbird”.
Con estos eventos, Sheinbaum recibió un fuerte mensaje sobre la necesidad de demostrar liderazgo y autoridad en su administración. La expectativa, según el periodista, es que “si quiere ser Presidenta con A, a Claudia Sheinbaum le urge dar una señal de poder interna”.