Slipknot entregó una noche inolvidable este 9 de noviembre en el Parque Bicentenario de la Ciudad de México, donde celebraron con sus fieles “maggots” el 25 aniversario de la banda. En un show brutal y cargado de energía, los más de 30 mil asistentes presenciaron un concierto en el que el grupo interpretó íntegramente su icónico álbum debut, Slipknot, lanzado en 1999. Esta decisión de volver a sus raíces marcó una experiencia única, ya que era la primera vez que la banda tocaba todo el álbum en un solo concierto.
Apenas subieron al escenario, el grito “Here comes the pain” explotó desde los parlantes, desatando una energía colectiva que los fans mexicanos no tardaron en responder a viva voz. El vocalista Corey Taylor, quien ha visitado México en diversas ocasiones, expresó su agradecimiento con algunas palabras en español, mencionando el significado especial de esta noche para Slipknot y sobre todo prometiendo que la próximo vez que vengan ya habrá conseguido un mejor dominio del español.
“Hace 25 años nuestro álbum viejo; esta noche sólo bienvenidos al año 1999. Esta noche todas las canciones para 1999, en esta ocasión los maggots de México City. Gracias, muchas, muchas gracias”, fueron sus palabras que resonaron entre ovaciones y aplausos.
Desde la primera nota de “742617000027″, hasta la explosiva “Scissors” que cerró el setlist, el público no dejó de moshear y saltar en un frenesí absoluto. La brutalidad de los temas hizo que el slam y el pogo dominaran gran parte del espectáculo, generando círculos de camaradería donde hombres y mujeres chocaban y brincaban con fuerza. No hubo rincón que no se uniera a la energía de canciones como “(sic)”, “Eyeless”, y el clásico “Wait and Bleed”, temas que, aunque han pasado décadas, siguen siendo himnos para los fans de Slipknot.
Los integrantes de la banda estuvieron en total sintonía durante la noche. Jim Root y Mick Thomson llevaron al límite las cuerdas de sus guitarras en cada riff, mientras el imponente Shawn Crahan y Sid Wilson añadían el toque distintivo de percusión y efectos. Alessandro Venturella en el bajo y Michael Pfaff en percusión mantuvieron una base rítmica que sacudía el pecho de cada asistente, mientras que el brasileño Eloy Casagrande, como el más reciente miembro de la banda, entregó un despliegue impresionante de técnica y potencia en la batería. La entrega de Corey Taylor fue impecable, con su característico vozarrón y energía sin igual que mantuvo a los fans en un clímax constante.
La producción de la noche fue otra protagonista del evento. Las pantallas proyectaron imágenes inquietantes, en sincronía con la música, y las luces estroboscópicas y efectos de humo le añadieron una capa de intensidad visual al ya contundente show de Slipknot. El sonido fue excepcional, permitiendo que cada detalle de la instrumentación pesada y precisa del grupo resonara en cada rincón del Parque Bicentenario.
A medida que avanzaba el set, los fans continuaban coreando cada palabra y desatando un entusiasmo que pocas veces se ve. Temas como “Spit It Out” y “Tattered and Torn” se convirtieron en verdaderos momentos de catarsis colectiva. En cada esquina se observaban charolas de cerveza que pasaban de mano en mano, y nadie parecía ajeno a la energía desenfrenada que un show de esta magnitud exige.
Aunque Slipknot se despidió sin decir “adiós”, dejando a muchos con ganas de más, el concierto cumplió todas las expectativas. La banda logró capturar la esencia de su álbum debut con una potencia que transportó a los asistentes al caótico mundo que construyeron en 1999. “Pese a que ni adiós dijeron, el concierto fue sensacional, pero corto, ojalá vuelvan con más repertorio para seguirnos poniendo locos”, concluyó uno de los fans, reflejando el sentir de muchos que aún esperaban más de la agrupación.
La noche del 9 de noviembre en el Parque Bicentenario quedará en la memoria de los miles de seguidores que asistieron a celebrar este aniversario. Slipknot demostró que, tras 25 años de carrera, su música sigue siendo un torbellino de energía, y que sus “maggots” en México seguirán ahí, listos para responder con la misma intensidad cada vez que el grupo regrese.