Tomás Pérez Vejo, investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), presentó el libro México, la nación doliente. Imágenes profanas para una historia sagrada (2024), obra en la que explora el concepto de nación en el contexto de nuestro país.
Pérez Vejo destaca que el concepto de nación moderna se consolidó durante el porfiriato, cuando se estableció que los mexicanos no eran ni españoles ni indígenas, sino mestizos. Este fue un paso crucial en la construcción del México independiente.
El historiador español explica que su obra cierra un ciclo de estudios sobre la construcción de la identidad nacional en México, un proceso que él describe como un relato inspirado en la historia cristiana.
Según Pérez Vejo, la narrativa de la Conquista se estructura en un ciclo de nacimiento, muerte y resurrección, reflejando el México prehispánico, la invasión española y la Independencia, respectivamente.
Durante el siglo XIX, la Conquista fue imaginada como el pilar de una nación que alcanzó su madurez con la Guerra de Independencia. Este conflicto fue percibido como una lucha civil entre novohispanos, que culminó con la declaración de soberanía política del virreinato de la Nueva España.
En la pintura de esa época, la representación de la Conquista varió significativamente entre España y México, siendo un tema recurrente en el arte mexicano, mientras que en España no tuvo la misma relevancia.
Este libro, coeditado por la Secretaría de Cultura a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y Libros Grano de Sal, aborda un tema que ha sido central en la trayectoria académica de Pérez Vejo y que lo llevó a asentarse en nuestro país.
Cómo se fue creando la nación mexicana
La identidad mexicana comenzó a formarse durante la Guerra de Independencia cuando se buscó desvincular el país de la dominación española e instaurar un sentido de nación propio. En este periodo, se exaltaron elementos prehispánicos y se promovió un sentido de unidad basado en la diversidad cultural del territorio.
A partir de la Revolución Mexicana, la identidad nacional se transformó notablemente.
Este movimiento social y político promovió valores como la lucha por la justicia social, la reforma agraria y el fortalecimiento de las clases populares.
Además, se revalorizó el mestizaje como componente esencial de la identidad mexicana y se ensalzó la cultura indígena y campesina como pilares del espíritu nacional.
La Revolución también impulsó cambios en símbolos y narrativas que redefinieron a México como un país moderno, autónomo y con una identidad multicultural.