El 15 de septiembre de 2008 varias granadas de fragmentación fueron arrojadas contra la población que se concentró en la plaza principal de Morelia, Michoacán. En plena “guerra contra el narco” se desató el que es considerado como el primer acto de narcoterrorismo en el país.
La versión oficial acusó a Los Zetas del crimen, el grupo armados más violento del momento, pero también uno de los principales enemigos del Cártel de Sinaloa, con quien el exsecretario de Seguridad Pública (Genaro García Luna) tenía vínculos; otra versión recogida por el periodista José Reveles en su libro Necropolítica y narcogobierno refiere que los responsables fueron La Familia Michoacana.
Reveles escribe que las granadas de Morelia pertenecían a un “lote de 100 robadas a un destacamento militar de la ciudad de Iguala, Guerrero” y que la Policía Estatal de Michoacán detuvo a los responsables, pero -”por órdenes de arriba”- los dejaron en libertad. Al menos ocho personas murieron y más de 130 resultaron heridas.
Esta semana estallaron dos coches bomba en el estado de Guanajuato, el más violento del país. El primero explotó a las 5:40 de la mañana en las inmediaciones de la Presidencia Municipal y de la sede de la Policía Municipal de Jejécuaro, con saldo de una patrulla destruida, 10 locales comerciales dañados, viviendas y vehículos afectados; cerca de las 6:00 estalló el segundo coche bomba a unos cuantos metros de las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Acámbaro: tres policías resultaron lesionados.
Al ser cuestionado sobre los actos, la presidenta Claudia Sheinbaum aseveró que “no se pueden catalogar como terrorismo”;, Omar García Harfuch, su secretario de seguridad, abundó:
“Las agresiones de Guanajuato son por una disputa de territorio, esto es por droga. El terrorismo tiene tintes ideológicos; aquí es una disputa de dos grupos delincuenciales para pelearse entre ellos y amedrentar a la autoridad, ya sea porque alguna autoridad local esté involucrada con algún grupo o porque la propia autoridad los está combatiendo. No están disputando más que la venta de droga, de hidrocarburo”.
¿Es o no narcoterrorismo?
Hace unas semanas el presidente nacional del PAN, Marko Cortés, propuso tipificar en la Constitución el delito de narcoterrorismo; el también senador dijo que esto ayudaría a las autoridades de México a colaborar con otros países en materia de combate al crimen organizado.
Según Paul Piller, exagente de la CIA, el terrorismo es:
“La violencia premeditada, políticamente motivada y perpetrada contra objetivos no combatientes por grupos subnacionales o agentes clandestinos, normalmente con la intención de atemorizar a la población”.
Hay cuatro elementos sustanciales en la definición de Piller que destacan los investigadores del Colegio de México, Gerardo Rodríguez Sánchez Lara y Judith Nieto Muñoz:
- Premeditación: debe existir una intención, preparación y decisión previa para cometer el acto
- El terrorismo se distingue de otras violencias por su motivación política
- Los objetivos no son combatientes, los terroristas atacan a gente que no puede defenderse (incluyendo a policías y militares que no están en posiciones de defensa)
- Los responsables son grupos subnacionales o agentes clandestinos que se distinguen por no operar mediante procedimientos militares regulares
Basados en esta definición, tanto las granadas de Michoacán como los coches bomba de Guanajuato son actos terroristas -sin mencionar los culiacanazos y los narcobloqueos carreteros- porque fueron realizados con premeditación; sus motivaciones políticas están encaminadas a dominar el control de zonas que deberían ser públicas; sus objetivos eran civiles (personas e inmuebles) y policías no combatientes; y los responsables no operaron con procedimientos militares.