El asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez ocurrido el domingo 20 de octubre de 2024 ha sacudido a la comunidad de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y ha puesto en evidencia la cruda realidad de violencia que azota a esta región mexicana.
Conocido como el “padre Marcelo”, este sacerdote fue mucho más que un párroco: se convirtió en una figura emblemática en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, en la lucha contra el crimen organizado y en el activismo por la paz en uno de los estados más violentos de México.
Marcelo Pérez Pérez nació en San Andrés Larráinzar, Chiapas, una comunidad indígena tzotzil, lo que marcó profundamente su identidad y su misión en la vida. Criado en una familia de origen humilde, su vocación sacerdotal lo llevó a estudiar en Tuxtla Gutiérrez, donde se formó como sacerdote, pero nunca se desvinculó de sus raíces tzotziles.
A lo largo de más de dos décadas de labor pastoral, el padre Marcelo se dedicó a servir a las comunidades indígenas más vulnerables, convirtiéndose en un defensor inquebrantable de sus derechos.
Uno de los hitos de su vida fue su servicio como párroco en Chenalhó y Simojovel, dos municipios chiapanecos marcados por conflictos sociales, pobreza y una creciente presencia del crimen organizado. Durante su tiempo en estas comunidades, el padre Marcelo lideró numerosos esfuerzos para proteger los derechos de los indígenas y hacer frente a las injusticias que sufrían, especialmente en cuanto a la defensa de su tierra y territorio.
La lucha contra el crimen organizado
Desde 2014, Pérez Pérez se convirtió en un líder visible en la resistencia contra el crimen organizado en Chiapas. Fue en ese año cuando encabezó una peregrinación que recorrió 12 municipios del estado, incluida la capital, Tuxtla Gutiérrez, para denunciar el creciente tráfico de drogas y la penetración de grupos criminales en las comunidades indígenas. Este fue solo el comienzo de su lucha, que lo llevaría a enfrentarse directamente con las organizaciones criminales que operaban en la región.
El padre Marcelo también participó en marchas por la paz y actos de resistencia civil, denunciando no solo a los grupos delictivos, sino también la corrupción y colusión de las autoridades con estos actores. En repetidas ocasiones hizo públicas las amenazas de muerte que recibía, afirmando que su vida corría peligro por sus actividades en defensa.
En 2021, el sacerdote propuso la creación de una comisión de intermediación que incluiría a la diócesis de San Cristóbal de las Casas y a las autoridades estatales y federales, con el objetivo de mediar en los crecientes conflictos violentos en Chiapas. Sin embargo, esta iniciativa fue recibida con escepticismo por algunos sectores y enfrentó fuertes oposiciones, incluyendo una campaña de desprestigio que lo acusaba de haber participado en la desaparición de 19 personas vinculadas a un grupo armado conocido como “Los Herrera”.
Perseguido y amenazado
A lo largo de su vida, Marcelo Pérez enfrentó múltiples amenazas de muerte debido a su trabajo. En 2020, el sacerdote denunció públicamente que había recibido amenazas a través de llamadas telefónicas, en las que se le advertía que habían puesto precio a su vida. El padre Marcelo detalló que su cabeza tenía un valor que oscilaba entre 150 mil y un millón de pesos.
A pesar de esto, sus pedidos de protección no fueron respondidos de manera adecuada por las autoridades. En reiteradas ocasiones, durante entrevistas y discursos públicos, el sacerdote afirmó que continuaba su labor “bajo la protección de Dios” y que, aunque temía por su vida, no dejaría de luchar por la paz y la justicia.
El 13 de septiembre de 2024, el padre Marcelo participó en la Marcha por la Paz en Tuxtla Gutiérrez, donde más de 20 mil personas se unieron para exigir un alto a la violencia en Chiapas. Durante esa marcha, Pérez Pérez y otros líderes religiosos reiteraron las amenazas que seguían recibiendo y criticaron la falta de acción por parte del gobierno para proteger a los defensores de derechos humanos.
Marcelo Pérez fue fundador del Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio, una organización conformada por indígenas tzeltales, tzotziles y ch’oles de 13 municipios en la región de los Altos y la Selva de Chiapas.
Asesinato y reacción pública
El asesinato de Marcelo Pérez Pérez ocurrió la mañana del 20 de octubre de 2024, cuando el sacerdote fue interceptado por dos hombres armados a bordo de una motocicleta en el barrio Cuxtitali de San Cristóbal de las Casas.
Los atacantes, presuntamente de la banda criminal de Los Motonetos, le dispararon a quemarropa mientras él se encontraba dentro de su vehículo, tras haber oficiado misa en la parroquia de Cuxtitali y dirigirse hacia la iglesia de Guadalupe. Pese a los intentos de los vecinos por pedir ayuda, las heridas que sufrió fueron letales.
La noticia de su asesinato provocó una ola de indignación y dolor entre sus seguidores y las comunidades a las que servía. La diócesis de San Cristóbal de las Casas, encabezada por el obispo Rodrigo Aguilar Martínez, condenó enérgicamente el crimen y exigió al gobierno una investigación exhaustiva y justicia. Al mismo tiempo, Aguilar declaró que la diócesis estaba dispuesta a perdonar a los responsables del asesinato, en un mensaje de reconciliación.
Miles de personas se unieron en una marcha en San Cristóbal, siguiendo el féretro del sacerdote hasta la parroquia de Guadalupe, clamando por “justicia” y portando banderas blancas.
El asesinato de Marcelo Pérez no pasó desapercibido en el ámbito internacional. La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) emitió un comunicado condenando el crimen y solicitando a las autoridades mexicanas que realicen una investigación “pronta, exhaustiva y eficaz”. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) también expresó su consternación, recordando que desde 2015 el padre Marcelo contaba con medidas cautelares debido al constante riesgo que enfrentaba.
Cabe apuntar que la presidenta Claudia Sheinbaum aseveró que y ase investiga el caso y dará más detalles sobre ello este lunes.