Después de una década desde que se comenzó a implementar el uso de narcotanques por los grupos delictivos que operan en el país, estos han dejado atrás un trabajo artesanal y comienzan a añadir nuevas características que lejos de que sean únicamente un vehículo donde se transportan miembros del los cárteles para enfrentarse con adversarios o las fuerzas del orden ahora son un instrumento táctico a la altura de los nuevos enfrentamientos por el control del territorio, revela InSight Crime.
El primer grupo criminal en usar un narcotanque fue Los Zetas, que se componía de desertores de las fuerzas armadas mexicanas al servicio del Cártel del Golfo, y que fueron vistos en la década de 2010, recuerda Alexei Chévez Silveti, analista y consultor en seguridad en México.
Los primeros vehículos del narco se caracterizaban por su construcción artesanal, utilizando placas de hierro con el único fin de proporcionar una capa de blindaje y proteger a los ocupantes, sin embargo, después de varios años estos han evolucionado “acorde a las fantasías y necesidades de las organizaciones criminales”.
De acuerdo con el especialista, con más de 15 años de experiencia en la capacitación de fuerzas policiales, los narcotanque que utilizan los grupos delictivos principalmente el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) han implementado nuevas características para sus combates: sistemas inhibidores de señales para los drones, objetos para perforar neumáticos o ponchallantas, torretas para colocar fusiles, cámaras de circuito cerrado para tener una visión 360 grados y en los que pueden transportar hasta 10 sicarios.
A la par, Alexei Chévez cuenta que surgió una nueva generación de los también llamados monstruos, una variante más ligera, a los cuales equipan con aceros ligeros que tienen un fin diferente a los narcotanques, pues buscan que sean más móviles y más operativos, pero que en lugar de ofrecer una ventaja estratégica intentan enviar una mensaje a sus enemigos.
“Cada organización criminal quiere demostrarle el éxito a sus competidores y ahí es donde empiezan las deformaciones, porque ya no es qué tan utilitarios pueda ser, sino qué tan impresionantes pueda verse. Se volvió un símbolo de estatus para las organizaciones criminales. Ese tipo de blindajes resiste ataque de la policía, mas no resiste la capacidad de fuego del ejército mexicano”, explicó.
El experto asegura que algunos de estos vehículos ligeros son aquellos que roban los grupos criminales, tal como se ha visto en Culiacán, donde miembros de la Mayiza y los Chapitos están robando vehículos que después son modificados.
Sobre cómo los grupos criminales se hacen los materiales necesarios para equipar su vehículos, Alexei Chévez reveló que las placas de acero balístico son importados ilegalmente de Estados Unidos, mientras que los cristales son más complicados de conseguir derivado a las regulaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional, además que las empresas legalmente constituidas están perfectamente identificadas.
Por lo anterior, el costo de un narcotanque o sus derivados podría llegar hasta los 2 millones de pesos, un equivalente a 100 mil dólares.