“No llego sola”: el festejo de Claudia Sheinbaum en el zócalo con el que comienza su historia

La Presidenta Claudia Sheinbaum se comprometió a no fallarle al pueblo mexicano en la histórica plaza donde la izquierda mexicana ha escrito los capítulos más relevantes de su historia

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(Presidencia)
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“Por primera vez, no en 200 años, por lo menos en 503 años, no había habido una mujer Presidenta de México y, como siempre decimos, no llego sola, llegamos todas las mujeres de México. Pido un poco de su paciencia. Así como lo hizo Andrés Manuel López Obrador, quiero hacer con ustedes los 100 puntos de compromiso de los próximos seis años del segundo piso de la Cuarta Transformación”, pronunció Claudia Sheinbaum, la primera Presidenta de México, en su segundo mensaje oficial.

El Zócalo de la Ciudad de México (CDMX), esa plaza que durante décadas se convirtió en un punto de encuentro y efervescencia para la izquierda mexicana, cuando las demandas de sus dirigentes y simpatizantes eran apenas un grito opositor en el ámbito político, vio la consolidación de un hito histórico para el movimiento, sí, aunque especialmente para las mujeres y la historia del país.

En el mismo lugar donde la gente se ha congregado para demandar justicia, protestar contra el autoritarismo, la violencia de estado, respaldado a Cuauhtémoc Cárdenas para denunciar el fraude electoral de 1988, acompañado a Andrés Manuel López Obrador durante el desafuero, el fraude electoral de 2006, 2012 y su toma de protesta en 2018, la Presidenta en la historia brindó sus primeras palabras ante la nación.

(Presidencia)
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Después de 503 años de historia desde la Conquista, como apuntaló desde el Palacio Legislativo de San Lázaro, Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la primera mujer en ocupar la presidencia de México. El motivo fue suficiente para convocar a una celebración en el primer cuadro de la ciudad que gobernó durante casi seis años. Un acto más cercano a la gente y donde las mujeres, que la acompañarán durante los próximos seis años, asumieran un rol que nunca antes se había visto en un acto convocado por cualquiera de los 65 varones que la precedieron en el cargo.

Mientras en Palacio Nacional la científica de izquierda sostenía una comida con diplomáticos y jefes de Estado que la acompañaron en San Lázaro, a pocos metros, en medio de templetes, simbolismos, folclor y entusiasmo, una multitud crecía y crecía a cada segundo que transcurría. El mar indómito inundó cada metro cuadrado de la plaza y se apoderó de las calles

Una a una, las personas que la acompañarán en su gabinete, así como invitadas especiales, fueron tomando su lugar frente al escenario ubicado a los pies de la que volverá a ser la residencia oficial durante los próximos seis años. Después de una serie de exhibiciones, el momento de la ceremonia estelar llegó.

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La puerta principal del Palacio Nacional se abrió y bajo su marco, con la banda presidencial, caminó Claudia Sheinbaum. Con la confianza de la legitimidad que la llevó a las urnas, se acercó a tocar algunas palmas de aquel mar festivo.

Antes de subir la escalinata, la protagonista de la tarde fue ataviada con un collar de flores blancas que combinó con el arreglo multicolor que una artista indígena plantó en un costado de su vestido. Luego, entre mujeres de diversos pueblos originarios del país se dispuso a participar en el ritual que precedió a la otra ceremonia estelar del día, la entrega del bastón de mando.

“Estamos de fiesta todas las mujeres porque, por primera vez, una mujer llega a este lugar tan preciado para nosotros, para el pueblo. Claudia, que los elementos sagrados te acompañen. Que el agua bendita purifique siempre tu alma, que el aire siempre esté contigo. Que nuestra madrecita Tierra te bendiga siempre con esa fuerza que los pueblos indígenas traemos. Las mujeres afros también están presentes”, fue parte de la bendición que pronunció una de las mujeres antes de otorgarle el otro símbolo de poder.

(Presidencia)
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Las palmas de la Presidenta, en conjunto con las de mujeres y hombres que se congregaron en el lugar, apuntaron hacia los cuatro rumbos cósmicos. Después, en medio de la solemnidad, tomó el bastón entre sus manos y dio un paso al frente para dirigir su segundo mensaje al pueblo mexicano.

Antes de enunciar las directrices de su gobierno, Sheinbaum se refirió a las tres transformaciones que precedieron a la iniciada por Andrés Manuel López Obrador, a quien se refirió como “el mejor presidente de México”. Después, uno a uno, leyó los cien pasos elementales que planea dar durante los próximos 2 mil 191 días al frente del Poder Ejecutivo.

“Me comprometo con ustedes que entregaré mi conocimiento, mi alma y lo mejor de mí misma por el bienestar del pueblo de México. Me comprometo con ustedes a defender siempre a México (...) Estoy aquí para comprometerme con ustedes, para decirle al pueblo de México, en esta plaza maravillosa, corazón de la patria, en la que tantas veces nos reunimos con Andrés Manuel López Obrador, y nos seguiremos reuniendo, que no les voy a fallar”, dijo para cerrar el histórico discurso.

(Cuartoscuro)
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Después, como ha acontecido en decenas de ocasiones en la plaza, sonó el Himno Nacional de México para finalizar la concentración. Con el bastón de mando en mano, la primera Presidenta en la historia de México se despidió del mar indómito que se alzó ante sus ojos, así como de cada una de las mujeres que la flanquearon en su último acto del día.

Entre aplausos y gritos que enaltecieron su nuevo cargo, Claudia Sheinbaum se retiró del Zócalo para descansar. Y es que desde las primeras horas del histórico 2 de octubre arrancará con su versión de las conferencias matutinas inauguradas por López Obrador y, posteriormente, acudirá a Guerrero para evaluar los daños tras el paso del huracán John, uno de los cientos de desafíos que deberá afrontar hasta que termine su mandato el 30 de septiembre de 2030.

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