En Oaxaca, una científica ha dedicado su vida a la protección de un grupo de animales tan fascinantes como vulnerables: los anfibios. Edna González-Bernal, reconocida herpetóloga y defensora incansable de la biodiversidad, ha centrado su carrera en el estudio y conservación de estos animales, cuyo delicado equilibrio está siendo gravemente afectado por la acción humana y las alteraciones climáticas.
Bernal ha liderado investigaciones en la región, y uno de sus descubrimientos más notables ha sido la Charadrahyla esperancensis, una nueva especie de rana arborícola encontrada en el bosque mesófilo de montaña en la vertiente norte de Oaxaca, específicamente en la Sierra de Juárez.
Su trabajo no solo ha iluminado el frágil mundo de estos seres, sino que también ha puesto el foco en la urgencia de proteger sus ecosistemas, cada vez más amenazados por la actividad humana y el cambio climático.
El descubrimiento de dos especies de anfibios
Desde 2016, Edna González forma parte de un grupo de investigación llamado Eca Oaxaca en el CIIDIR Unidad Oaxaca en el que se encuentran alumnos de la maestría y doctorado en Ciencias de la Conservación y Aprovechamiento de Recursos Naturales del IPN.
Su objetivo es investigar y conocer sobre la situación de los anfibios en Oaxaca, específicamente la clasificación anura: sapos y ranas. Según el sitio oficial ecaoaxaca.com, realizan trabajos de monitoreo de especies en categoría de riesgo en bosques mesófilos de montaña, educación ambiental, ciencia ciudadana y divulgación en la Sierra Norte de Oaxaca y la Chinantla.
En 2017 presentaron en la revista especializada en taxonomía zoológica, Zootaxa, un artículo sobre la descripción de una nueva especie de anfibios endémicos de México, Charadrahyla esperancensis.
El nombre fue elegido en reconocimiento a los esfuerzos de conservación de los habitantes de La Esperanza, en Santiago Comaltepec, quienes han logrado que la explotación de los bosques de la zona cesen gracias a la intervención comunitaria.
“Las especies existentes se encuentran bajo un estado de conservación comunitaria a través de las “áreas conservadas indígenas y comunitarias”. La comunidad conserva voluntariamente 4420,85 ha de bosques nubosos montanos y recibe pagos por servicios ambientales por 2565 hectáreas”, menciona el artículo.
En 2021 publicaron una investigación en la revista Zookeys sobre la conservación de anfibios y reptiles en las áreas de conservación comunitaria e indígena en Santa Cruz Tepetotutla, Oaxaca.
Este sitio, ubicado en los bosques nublados de la Sierra Madre de Oaxaca, es importante por su diversidad de especies. Muchas de ellas son endémicas y están en riesgo debido a la pérdida de hábitat y otras amenazas.
Los investigadores realizaron estudios de campo durante 2018 y 2019 y registraron 40 especies, además de redescubrir una especie de serpiente, rhadinella schistosa, que no había sido vista en más de 50 años.
La investigación recalca la labor de las comunidades indígenas como un modelo sostenible y efectivo para la conservación de la biodiversidad.
“Tienen una relación directa con los ecosistemas locales al explotar sus recursos al mismo tiempo que establecen programas de conservación comunitaria que permiten la protección de especies de flora y fauna…Los pueblos poseen 37,9 millones de km2 de tierra, de los cuales 7,8 millones km2 están dentro de áreas protegidas, lo que representa el 40% de las áreas protegidas en todo el mundo”, menciona el artículo.
Pasión científica desde niña
Edna Leticia González Bernal descubrió su amor por la naturaleza desde niña. Nativa de la ciudad de Puebla, solía ir a acampar con su familia y pasear por los bosques cercanos junto a sus padres y tres hermanos.
“Todos los domingos me despertaba y le decía a mi papá que teníamos que ir al Museo de Historia Natural. Ya me lo sabía de memoria, pero pensaba que era algo indispensable para ese día de la semana. A veces me llevaba y otras tantas no, pero yo quería ir por el simple hecho de ser domingo”, menciona para una entrevista realizada en 2018 por la desaparecida Agencia Informativa Conacyt.
Su padre, dedicado a la fabricación de cinescopios, le mostraba y explicaba las fotografías de las revistas Life cuando regresaba del trabajo. Esos momentos llenaron sus ojos de imágenes que anhelaba presenciar en el mundo natural.
Estudió biología en la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y descubrió su pasión por la ciencia durante un intercambio en Chile. En el país latinoamericano, desarrolló una visión social y tomó conciencia de la crisis mundial de los anfibios, tema que le llamó mucho la atención y se convertiría en una línea de investigación que sigue hasta la fecha.
Edna es parte del programa de Cátedras del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACHYT) adscrita al Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR) Unidad Oaxaca del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que trabaja en estudios sobre los anfibios para reducir el peligro de extinción de estos animales.