Espantan a niños en un edificio abandonado con un silbato Azteca de la muerte | VIDEO

El silbato Azteca de la muerte produce un grito que parece provenir desde las entrañas de la tierra, este objeto ha sido asociado con rituales de la muerte por su forma de calavera, algunos de ellos fueron encontrados en recintos ceremoniales de Ehécatl, Dios del viento.

Estos silbatos pueden conseguirse en algunas zonas arqueológicas, pero en esta ocasión, un par de exploradores urbanos decidieron darle un fuerte susto a dos niños que estaban explorando el lugar.

En el video, dos exploradores urbanos se internaron en una construcción con un silbato Azteca de la muerte, muy pronto dos niños que también estaban de expedición se convirtieron en sus víctimas, los siguieron hasta el sótano y encontraron la forma de ocultarse entre las sombras.

“Busquemos algunos penitentes, vamos a entrar por otro lado para acceder al sótano, no tienen ni idea”, escribió el joven en su video, también aclaró que los menores estaban destruyendo cosas, así que caminaron detrás de ellos hasta que estuvieran en un lugar oscuro.

Después, uno de los jóvenes accióno el silbato con forma de calavera y en el video de @2swag.productions en YouTube quedó captado el momento en que los niños salieron corriendo asustados, uno de ellos trepó una escalera lo antes posible para salir despavoridos de la construcción.

Estos fueron algunos de los comentarios: “Los acaba de bendecir con la mejor historia de fantasmas para contar en el campamento”, “Así nacen las leyendas urbanas”, “No puedo imaginar cuánta adrenalina y estrés experimentaron”, “10 minutos de risas y 10 años de terapia”, “Eso es maldad pura, hermano”, “Esa es una gran manera de proteger lugares”, “Me iba a molestar hasta que vi que estaban destruyendo cosas”.

Se desconoce en qué sitio fue grabado el video, ya que los exploradores urbanos suelen mantener en secreto sus ubicaciones para evitar ser descubiertos por los dueños del lugar y sobre todo, dificultar que otras personas entren a robar o destruir cosas.

El hecho de que el short de YouTube esté en inglés puede llevar a la conclusión de que están en Estados Unidos, pero en realidad el explorador está en Japón, ya que su video reciente es visitando un hospital que tuvo que ser desalojado por radioactividad en 2011, pues un terremoto de magnitud 9.0 provocó un tsunami que causó un desastre en la central nuclear de Fukushima.

Uno de los primeros investigadores en adentrarse en el estudio de estos instrumentos fue el ingeniero José Luis Franco, quien a partir de 1960 estudió diversos silbatos encontrados en sitios arqueológicos en todo México.

Gonzalo Sánchez Santiago, etnomusicólogo, explicó en la revista Arqueología Mexicana que Franco llamó a estos hallazgos “silbatos bucales”. Sánchez Santiago detalló que “todos compartían una forma de paralelepípedo, con una ranura en uno de los cantos y perforaciones en ambas caras que forman una especie de ‘cámara de caos’ que brinda máxima potencia al sonido”.

Más tarde, el ingeniero Roberto Velázquez Cabrera profundizó en el análisis de estos silenciosos artefactos, identificando un grupo al que él mismo denominó “silbatos de la muerte”. Este nombre surgió en 1999 tras el hallazgo de los restos de un joven sacrificado en Tlatelolco, Ciudad de México, quien tenía en cada mano un silbato de cerámica decorado con forma de calavera humana.

Según diversos hallazgos, los aztecas utilizaban estos silbatos en rituales relacionados con la muerte. Salvador Guilliem Arroyo, arqueólogo, encontró dos de estos silbatos en las manos del joven sacrificado, lo que sugiere un uso ceremonial. Velázquez Cabrera, quien tuvo acceso a un silbato con una pieza rota, describió su diseño interior intacto, encontrado en el sitio arqueológico de Mazatepetl por el arqueólogo Francisco Rivas Castro. Velázquez Cabrera comentó que “un modelo de potencia similar al del Mazatepetl, lo podemos moldear y armar en cerca de diez minutos, pero tuvimos que practicar más de un año para producir copias que generen un nivel similar de potencia acústica”.

La relación entre estos instrumentos y los rituales aztecas también está documentada en las crónicas de la época colonial. Bernardino de Sahagún, misionero franciscano, describió cómo en una fiesta dedicada a Tezcatlipoca, se “sacrificaba un joven honrado como representación del dios en la tierra, guarnecido con todos sus atributos, entre ellos un silbato con el que producía un sonido semejante al del viento nocturno por los caminos.

El uso de estos silbatos no se limitaba solo a rituales. Velázquez Cabrera identificó varias aplicaciones potenciales, incluyendo el uso bélico. Según sus estudios, la boquilla de estos silbatos no tenía ninguna utilidad sonora específica, sino que servía para dejar libres ambas manos del usuario, permitiéndole manejar otras herramientas o armas mientras soplan el instrumento. Esta multifunción sugiere que los aztecas podrían haber utilizado los silbatos para “rugir” en el campo de batalla mientras portaban armas o tambores.