Amados hijos, desde el momento en que los tuve entre mis brazos comprendí que tenía la más alta responsabilidad y el más alto honor que la creación pueda otorgar a un ser humano: ser madre o padre.
Desde entonces, todos mis esfuerzos, desvelos y mi corazón han sido para procurarles lo mejor. Y no me refiero a lo material que no ha sido tanto, sino a lo mejor que puede ofrecer un ser humano a otro: valores, principios, bondad y servicio.
Y ha sido así porque estos conceptos han sido mi espada y mi escudo en la noble labor que elegí para realizarme como persona: la difícil misión de hacer justicia.
Hemos vivido juntos toda clase de aventuras, desde cambios de residencia por nueva adscripción hasta injustas acusaciones en donde su vocecita de inocencia me ha llenado los ojos de lágrimas al decirme “mami ¿por qué ese señor malo dice que eres corrupta? ¿Eso qué es?”, a lo que les he respondido: “Es que ese señor no me conoce ni entiende lo que yo hago, hijito; él cree que juzgar es fácil, pero no es así”, mientras pienso que no sabe que lo más difícil en este mundo es cuando los demás te importan.
Hijos, también sé que los he privado de momentos juntos y diversiones, vacaciones y momentos de risas. Me disculpo por eso, pero ¿saben algo?, ha sido por estar trabajando para darles el ejemplo de que la responsabilidad y el servicio son ejes sustanciales de los hombres y mujeres de bien. Porque anteponer mis deseos personales a mi deber de servir a la patria es mezquino y egoísta.
Hoy, queridos hijitos, las cosas cambiarán porque gente sin escrúpulos ha decidido quitarnos lo que con tanto trabajo preparé para ustedes, pero no se preocupen, como en los cuentos que leemos juntos siempre ganan los buenos y esta vez no será la excepción.
Quizá tengamos menos cosas materiales en esta nueva etapa, pero tengan la seguridad de que tendrán lo esencial: una madre con las manos limpias y la consciencia tranquila, fuerte, valiente y honesta como todos sus compañeros jueces y magistrados federales. Esa es la mejor herencia que puedo dejarles para que un día, cuando sean grandes, también demuestren ante la adversidad arrojo y valentía contra el arbitrario, para que un día formen parte de una sociedad más limpia y transparente.
Recuerden siempre defender su dignidad y su honor, porque una persona sin honor no vale nada.
Con el amor más puro: mamá.
#rechazamosestareforma;
#reformasíperonoasí
* Selina Haidé Avante Juárez, Magistrada del Segundo Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de la 4a. Región con residencia en Xalapa, Veracruz
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