Antes de las elecciones del 2 de junio, el tipo de cambio era de 16.70 pesos por cada dólar, sin embargo, en los últimos tres meses la moneda mexicana se ha depreciado 16% y hasta este lunes se sitúa en 19.72, rozando así la barrera de los veinte pesos.
México suele ser un país que capta inversiones de fondos extranjeros, los cuales llegan a nuestro país con dólares para comprar pesos mexicanos y con ellos adquirir Certificados de la Tesorería de la Federación (CETES) o acciones de empresas enlistadas en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
La presencia de inversiones significa que los dólares son abundantes y por ello es menor la competencia para quienes desean comprar la moneda norteamericana. La fuga de esos capitales representa menores billetes verdes disponibles y por lo tanto se encarecen.
Entre las principales causas de la caída del “súperpeso” está el denominado Plan C del presidente Andrés Manuel López Obrador y la mayoría que Morena tendrá en el Congreso para aprobar las reformas a la Constitución de México.
Esta situación genera un nerviosismo en los mercados financieros debido a que el gobierno mexicano podría cambiar las leyes aún cuando vayan en contra de los acuerdos del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México.
Entre las reformas más importantes se encuentra la del Poder Judicial de la Federación, la desaparición de los órganos autónomos y los cambios legales que se prevén para convertir a Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de empresas productivas a “públicas”.
Por qué los mercados financieros provocan la depreciación del peso mexicano
Los inversionistas, al percibir riesgos económicos, políticos o de seguridad, pueden retirar sus capitales del país, causando una disminución en la demanda de la moneda mexicana y una mayor demanda de dólares.
Al salir capitales del país, la oferta de la moneda local aumenta y su demanda disminuye, lo que puede resultar en una devaluación de la misma. Esto hace que se necesiten más unidades del peso para comprar un dólar.
Las percepciones negativas pueden influir en las expectativas sobre la estabilidad económica y política futura de México, llevando a una menor inversión y, por ende, a una caída en el valor de la moneda local frente al dólar norteamericano.
Hace unas semanas, el Banco de México (Banxico) anunció que de seguir la caída del peso mexicano podría intervenir con coberturas cambiarias con el objetivo de frenar el precio del dólar.
Si Banxico utiliza sus reservas en dólares para estabilizar su moneda local, una disminución en estas reservas puede preocupar a los inversores, causando una mayor presión sobre el peso.
Estos factores, entre otros, generan una fluctuación en el tipo de cambio entre el peso mexicano y el dólar estadounidense, reflejando el temor y las decisiones de los inversionistas.
También influye en el ánimo de inversionistas el déficit fiscal del gobierno mexicano, pues en 2024 la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador llevó este rubro al 5.9%. Esto quiere decir que el Estado gasta más dinero del que recauda y por lo tanto debe endeudarse.
Si un gobierno gasta más de lo que puede recaudar corre el riesgo de sufrir una rebaja en la calificación crediticia, un factor clave para inversionistas extranjeros al evaluar riesgos.
Una rebaja implica un aumento en el costo de financiamiento para un gobierno, el cual podría encontrar dificultades para pagar sus obligaciones. Esto puede desalentar nuevas inversiones y provocar una desaceleración económica.
El aumento en los costos de financiamiento y la posible caída en ingresos tributarios pueden aumentar el déficit fiscal, complicando la gestión económica del gobierno.