Epigmenio González, el olvidado “padre de la patria” que intentó secuestrar al virrey de Nueva España

Este personaje de la Independencia de México es comúnmente excluido de la historia oficial a pesar de su participación en la elaboración de distintos planes para liberar al país

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Epigmenio González, el héroe olvidado de la independencia (INAH)
Epigmenio González, el héroe olvidado de la independencia (INAH)

Cuando se habla de los personajes que encabezaron la lucha por la Independencia de México es común que nos acordemos de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Josefa Ortiz, Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Ignacio Allende, Juan Aldama, entre otros. Sin embargo, hay muchos otros nombres que se han olvidado con el paso del tiempo.

Tal es el caso de Epigmenio González, una figura clave de este importante pasaje histórico, quién, a pesar de su valiente participación y de los riesgos que asumió, no recibe el reconocimiento que su legado merece.

Como ferviente partidario del movimiento independentista, González desempeñó un papel crucial en la planificación de la lucha contra el dominio español. Su compromiso y determinación lo llevaron a actuar de manera decisiva, almacenando armas y municiones en su taller de Querétaro.

Sus primeros años

José María Ignacio Juan Nepomuceno Aparicio Epigmenio González Flores nació el 22 de marzo de 1781, en Querétaro. Los primeros años de su vida fueron marcados por la pérdida temprana de sus figuras paternas.

Sus padres murieron cuando tenía apenas cuatro años, por lo que quedó, junto con su hermano Emeterio, bajo el cuidado de su abuelo, quien falleció cuando el futuro líder independentista tenía 15 años.

Fue entonces cuando ambos hermanos quedaron al cuidado de Carmen Covarrubias, una señora acaudalada que tenía una pulpería, una tienda de insumos comestibles donde Epigmenio trabajaba como cajero.

Cuando Carmen murió, dejó como herencia el negocio y una casa a los hermanos González, de acuerdo con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

El héroe olvidado

Epigmenio González fue una pieza clave e la lucha por la indpendencia del país (Vicente Riva Palacio)
Epigmenio González fue una pieza clave e la lucha por la indpendencia del país (Vicente Riva Palacio)

En 1810, cuando comenzó el movimiento de conspiración que derivó en la guerra de independencia, Epigmenio González y su hermano comenzaron a asistir a las reuniones secretas disfrazadas de tertulias literarias que se llevaban a cabo en la casa de Josefa Ortiz de Domínguez y su esposo el Corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez.

González, quien fue nombrado como el primer armero de la independencia, era junto a su hermano propietario de un taller donde fabricaban astas para lanzas, producían pólvora y cartuchos para el levantamiento armado.

Según el libro El cura Hidalgo de Paco Ignacio Taibo II, la conspiración fue denunciada y el nombre de Epigmenio González fue uno de los primeros en salir a la luz.

“El día 15 de septiembre los alguaciles registraron su taller [...] antes de ser detenido tuvo tiempo de enviar un mensajero a los conspiradores de Guanajuato. Luego llegaron los gendarmes y a jaloneos y empujones se lo llevaron a la cárcel”, menciona el escritor.

Epigmenio González fue partícipe de un intento de secuestro contra el entonces virrey de la Nueva España, Francisco Javier Venegas, quien gobernó de 1809 a 1813, de acuerdo con Larousse Magazine.

Aunque no existe mucha información sobre el grado de implicación de González en el atentado, se sabe que fue Mariana Rodríguez, una de las integrantes en las terturías de conspiración, la que orquestó el intento de plagio.

Tras enterarse de la captura de varios líderes insurgentes, Rodríguez planeó la detención del virrey, sin embargo, fue descubierta, capturada y torturada.

La vida en prisión de Epigmenio González

Aunque hay versiones que aseguran que fue reconocido por el estado, muchos no conocen su historia (Wikimedia)
Aunque hay versiones que aseguran que fue reconocido por el estado, muchos no conocen su historia (Wikimedia)

Desde prisión siguió conspirando contra el reinado español, pero fue descubierto y condenado a cadena perpetua en el régimen de trabajos forzados y enviado al Fuerte de San Diego, en Acapulco, donde las malas condiciones de la prisión hicieron que enfermara.

Posteriormente fue trasladado a Manila, Filipinas, donde continuó cumpliendo su condena.

Cuando se consumó la independencia de México, en 1821, Epigmenio González creyó que sería liberado, sin embargo, los españoles no reconocieron la nueva república y continuó en la cárcel.

Sería hasta 1836, a través del tratado Santa María Calatrava, cuando España reconoció a México como nación libre, soberana e independiente y finalmente González fue liberado.

“Había pasado veintisiete años en las prisiones imperiales. La liberación resultó tan terrible como la cárcel. Sin dinero, enfermo, sin poderse pagar el viaje para retornar a México, por fin consiguió de las autoridades locales pasaje para España y allí, tras mucho peregrinar, un comerciante se compadeció de sus desventuras y le prestó los dineros”, menciona Taibo.

Su regreso a México

Existen dos versiones de su retorno a México. Paco Ignacio Taibo II menciona que se presentó al nuevo gobierno como padre de la patria, sin embargo, se negaron a reconocerlo, la lista donde se reconocían los nombres que lucharon por la independencia del país ya estaba completa.

Trabajó como velador de un museo y fue descubierto por un periodista del diario La revolución, donde tuvo oportunidad de contar su historia.

Por otro lado, la revista Arqueología Mexicana menciona que en México se le daba por muerto y fue nombrado Benemérito de la Patria. Un callejón llevaba su nombre desde 1827.

Vivió en la ciudad de Guadalajara, donde el ayuntamiento le otorgó dos casas pequeñas y le ofreció un trabajo como velador en la Casa de Moneda de la capital. Falleció a causa del cólera a los 77 años.

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