Así era la “Tijuana prehispánica” que arqueólogos del INAH descubrieron en Sinaloa

El territorio en el que hoy se ubica Guasave tomó prestados elementos de Mesoamérica y Aridoamérica y generó su propia identidad

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En 8 kilómetros se distribuyen ocho montículos de conchas, de 8 a 12 m de altura, y 30 metros de circunferencia en su base. Foto arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda
En 8 kilómetros se distribuyen ocho montículos de conchas, de 8 a 12 m de altura, y 30 metros de circunferencia en su base. Foto arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda

Un nuevo hallazgo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en la Isla Macapule, en Guasave, Sinaloa, podría cambiar nuestra comprensión de las interacciones culturales prehispánicas en la frontera entre Mesoamérica y Aridoamérica, pues justamente aquí donde se encontraron los vestigios de un asentamiento que sería el equivalente a Tijuana en la actualidad.

Según José Rodrigo Vivero Miranda, “el territorio en el que hoy se ubica Guasave tomó prestados elementos de una y otra área cultural, y generó su propia identidad, una situación que hoy podríamos comparar con ciudades fronterizas, como Tijuana o Nogales”.

Durante una reciente temporada de campo, se registró un sitio arqueológico de concheros que podría ser el más extenso del estado de Sinaloa. Según la investigación conducida por José Rodrigo Vivero Miranda, responsable del Proyecto Arqueológico Guasave (PAG), este sitio ofrece una oportunidad única para estudiar una zona de transición cultural influenciada tanto por las sociedades prehispánicas del noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos como por el centro-occidente de México.

Sin embargo, él mismo advierte que “es muy pronto para establecer esto” de manera definitiva.

En esta zona, los habitantes tomaron elementos culturales de Mesoamérica y Aridoamérica para formar su propia identidad cultural. Foto arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda
En esta zona, los habitantes tomaron elementos culturales de Mesoamérica y Aridoamérica para formar su propia identidad cultural. Foto arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda

Durante junio de 2024, Vivero Miranda realizó una prospección en la cuenca baja del río Sinaloa con base en imágenes de satélite y el testimonio de informantes locales. El proyecto registró 15 sitios en un recorrido de aproximadamente 30 kilómetros entre los poblados de Chorohui y La Pitahaya, de los cuales 12 han sido afectados por la agricultura intensiva, dejando a la vista únicamente restos de cerámica y herramientas de piedra.

En palabras del investigador, “en superficie solo se observan restos de cerámica y lítica, como metates y manos de metate”.

A 10 kilómetros de la costa se descubrieron dos sitios que cubren 6 y 3 hectáreas, respectivamente, con grandes acumulaciones de concha. Estos lugares destacan porque en ellos se procesaba este recurso, y se encontraron restos de carbón y numerosos fragmentos cerámicos.

Vivero Miranda destacó que en Isla Macapule hay “ocho montículos de conchas, de 8 a 12 metros de altura y una circunferencia de 30 metros en su base, en promedio”, lo cual es significativo dado que el sitio similar más cercano, El Calón, se encuentra a más de 300 kilómetros al sur.

Debido al potencial arqueológico de este hallazgo, el Centro INAH Sinaloa, dirigido por Servando Rojo Quintero, colaborará en las gestiones necesarias para que el sitio obtenga la declaratoria como Zona de Monumentos Arqueológicos.

Así eran los entierros en la frontera de Mesoamérica

Vivero Miranda subraya la importancia de los contextos que podrían encontrarse en la Isla Macapule, comparándolos con los descubiertos por el arqueólogo estadounidense Gordon F. Ekholm y su equipo en el Sitio 117, también conocido como “El Ombligo”, en Chorohui en 1938.

Descubren sitio de concheros en la Isla Macapule, clave para entender “la Tijuana prehispánica” que fue Guasave. Foto arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda
Descubren sitio de concheros en la Isla Macapule, clave para entender “la Tijuana prehispánica” que fue Guasave. Foto arqueólogo Rodrigo Vivero Miranda

Las excavaciones lideradas por Ekholm revelaron que este montículo, de 1.50 metros de alto y 30 metros de circunferencia, era un espacio funerario que contenía casi 190 entierros. Muchos de estos individuos presentaban deformación craneal tabular erecta.

El sitio El Ombligo exhibió dos fases de ocupación: la primera, entre 650 y 1150 d.C., vinculada a la tradición Huatabampo, y la segunda, entre 1150 y 1450 d.C., asociada al complejo arqueológico Aztatlán.

“La primera fase de ocupación mostró inhumaciones apenas acompañadas de materiales, como botellones de cuello largo y algunos elementos de concha, mientras que en la segunda fase, los entierros presentaban un trabajo funerario más diverso”, explicó.

Este tipo de hallazgos ayuda a los investigadores a entender cómo los antiguos habitantes de la región integraban elementos culturales no locales en su vida cotidiana y economía, evidenciando un nivel notable de interacción comercial entre la gente de la costa y los valles.

Vivero Miranda resume que “el sitio arqueológico de Isla Macapule brinda la oportunidad de adentrarnos en varios aspectos, no solo de las formas de subsistencia, sino de la interacción comercial entre la gente de la costa y de los valles”.

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