Ismael El Mayo Zambada, exlíder y fundador del Cártel de Sinaloa, publicó esta mañana un comunicado en el que negó la versión sobre que se entregó voluntariamente ante las autoridades de Estados Unidos el 25 de julio pasado, al acusar a Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, de engañarlo para secuestrarlo y llevarlo contra su voluntad a El Paso, Texas, donde ambos fueron capturados.
“Desde que fui llevado en avión a los Estados Unidos desde México el 25 de julio de 2024, ha habido muchos informes inexactos en los medios de ambos países. En esta declaración proporcionaré los hechos verdaderos de lo que ocurrió ese día. Quiero decir desde el principio que no me entregué ni vine voluntariamente a los Estados Unidos, ni tenía ningún acuerdo con ninguno de los dos gobiernos. Al contrario, fui secuestrado y llevado a los EE. UU. a la fuerza y contra mi voluntad. Los detalles de cómo ocurrió esto son los siguientes:”, se lee en el comunicado.
En el documento, el narcotraficante afirmó que el hijo del Chapo, también conocido como ‘El Güero Moreno’, lo invitó a una reunión en las afueras de Culiacán, a la que también asistirían el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha y Héctor Cuén, rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), quien fue asesinado ese mismo día, así como Iván Archivaldo Guzmán Salazar, alias ‘El Chapito’.
“Fui convocado por Joaquín Guzmán López para asistir a una reunión con el fin de ayudar a resolver diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado. Estaba al tanto de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, el gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén Ojeda, el exdiputado federal, exalcalde de Culiacán y rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), sobre quién debería dirigir esa institución. Me dijeron que, además de Héctor Cuén y el gobernador Rocha Moya, Iván Guzmán Salazar también estaría presente en la reunión.
El 25 de julio acudí al rancho y centro de eventos llamado Huertos del Pedregal, a las afueras de Culiacán, donde se iba a llevar a cabo la reunión. La reunión estaba programada para las 11:00 a.m., y llegué un poco temprano. Vi un gran número de hombres armados con uniformes verdes que supuse eran sicarios de Joaquín Guzmán y sus hermanos”, resaltó.
¿Cómo fue sometido El Mayo Zambada para ser llevado a EEUU?
El narcotraficante narró que acudió a la supuesta reunión escoltado por cuatro elementos de seguridad, de los cuales dos se quedaron fuera del perímetro y los dos que presuntamente ingresaron con él eran José Rosario Heras López, comandante de la policía judicial del estado de Sinaloa, y Rodolfo Chaidez, un miembro antiguo de su equipo de protección.
“Mientras caminaba hacia el área de la reunión, vi a Héctor Cuén y uno de sus asistentes. Los saludé brevemente antes de proceder al interior, a una habitación que tenía una mesa llena de frutas”, puntualizó.
Señaló que al entrar al lugar Joaquín Guzmán López, a quién conoce “desde que era un niño”, le hizo un gesto para que lo siguiera, por lo que “confiando en la naturaleza de la reunión y en las personas involucradas”, caminó hacia él “sin dudarlo” para ingresar juntos a una habitación que estaba a oscuras.
Sin embargo, acusó que en cuanto puso un pie en la habitación, un grupo de hombres lo derribó y le colocaron un pasamontañas, lo ataron y esposaron, para posteriormente forzarlo a subir a una camioneta en la que fue agredido físicamente, ocasionándole “lesiones significativas” en varias partes del cuerpo en su camino a una pista de aterrizaje.
Poco tiempo después, aseguró, que el hijo del Chapo le quitó el pasamontañas y lo ató con brindas al asiento de un avión, en el que los dos viajaron solos y únicamente iban acompañados del piloto, sin dar más detalles sobre este último.
“Tan pronto como puse un pie dentro de esa habitación, fui emboscado. Un grupo de hombres me asaltó, me derribaron y me pusieron un pasamontañas de color oscuro sobre la cabeza. Me ataron y me esposaron, luego me forzaron a subir a la parte trasera de una camioneta. Durante todo este calvario, fui sometido a abusos físicos que resultaron en lesiones significativas en mi espalda, rodilla y muñecas. Luego me llevaron a una pista de aterrizaje a unos 20 o 25 minutos de distancia, donde me obligaron a subir a un avión privado.
“Joaquín me quitó el pasamontañas de la cabeza y me ató con bridas al asiento. Nadie más estaba a bordo del avión excepto Joaquín, el piloto y yo. El vuelo duró de 2 a 3 horas, sin ninguna escala hasta que llegamos a El Paso, Texas. Fue allí en la pista donde los agentes federales de los EE. UU. tomaron custodia de mí. La idea de que me rendí o cooperé voluntariamente es completamente y rotundamente falsa. Fui llevado a este país por la fuerza y bajo coacción, sin mi consentimiento y contra mi voluntad”, concluyó.