A falta de conocer cómo y de dónde partió el avión que llevó a Joaquín Guzmán López e Ismael El Mayo Zambada a Estados Unidos, la detención de ambos capos de la droga -hasta lo que se sabe- se produjo sin violencia, sin un sólo disparo, lo que se transformó en un mensaje directo a la política de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador: “abrazos, no balazos”, aseguró a Infobae México la periodista Adela Navarro Bello.
Adela es directora general del Semanario Zeta Tijuana, el medio fronterizo que publicó la primicia sobre la detención de El Mayo Zambada con fuentes del Gobierno de Estados Unidos que les confirmaron que se trató de una detención, rechazando desde el comienzo la hipótesis que señalaba una posible entrega pactada de ambos miembros del Cártel de Sinaloa.
“Había un acuerdo de Joaquín Guzmán López con las autoridades de Estados Unidos (pero) lo que nos dijeron las fuentes en el caso de Ismael Zambada García es que no hubo ningún acuerdo, ninguna entrega y que la captura fue producto de un operativo”.
Otras dos hipótesis ampliamente difundidas y que siguen sin ser esclarecidas -tal vez se puedan conocer hasta el eventual juicio del exlíder del Cártel de Sinaloa- están enfocadas a una entrega pactada entre EL Mayo Zambada y la DEA (Administración para el Control de Drogas); la segunda refiere que El Chapito habría secuestrado, golpeado y obligado a su padrino a viajar hasta un aeropuerto privado cerca de El Paso, Texas.
Sin embargo, la periodista y experta en temas de narcotráfico y seguridad recalca:
“No imagino un secuestro de una persona que ha sido tan protegida durante tantas décadas. Nos dijeron que Joaquín Guzmán López lo había invitado o estaba dentro de su rutina el ir a ver un rancho para un negocio ilícito. Nada más serían los dos (él y su padrino); El Mayo se subió voluntariamente a ese avión y se bajó ya capturado por las autoridades de Estados Unidos”.
Sin abrazos, ni balazos
Aunque la detención de El Mayo Zambada y de Joaquín Guzmán López comenzó a circular en todos los medios durante la tarde del 25 de julio, el Gobierno de México se esperó hasta la mañana siguiente, en la conferencia de AMLO, para anunciar los detales que conocían.
Lo anterior, a pesar de que tuvieron conocimiento de la noticia -según las palabras de Rosa Icela Rodríguez, titular de la SSPC- alrededor de las 3:30 de la tarde del jueves 25 de julio; dejando muy mal parado al gobierno federal que “no sabía nada” y evidenciando que desde Estados Unidos no les llegó toda la información disponible.
“Es muy desafortunada la participación del Gobierno de México, porque efectivamente no tenían información; no hubo colaboración con ninguna institución de Estados Unidos. Las investigaciones y los posibles acuerdos fueron unilaterales; y como El Mayo Zambada fue detenido en suelo americano, no había necesidad de informar lo que estaban haciendo. Eso deja al Gobierno de México y a la Fiscalía General de la República muy mal parados, porque es una labor que ellos deberían estar realizando: perseguir y detener a los criminales”.
En sus más de cinco años de administración, el presidente López Obrador ha defendido su política de “abrazos, no balazos”, un slogan que se convirtió en una de sus frases más repetidas por él y señaladas por la oposición, principalmente por la falta de resultados en materia de seguridad y reducción de la violencia: “Claro que yo sostengo: abrazos, no balazos. Si se atiende a los jóvenes, si se dan opciones, alternativas, si la gente tiene trabajo, vamos a vivir en una sociedad mejor, de eso no tengo la menor duda”, dijo el presidente en su conferencia mañanera del 2 de marzo de 2022.
De lo que no habló el mandatario nacional es de como utilizar esa estrategia de “abrazos, no balazos” para combatir a las cúpulas del crimen organizado, principales responsables de la violencia que se ha extendido en todo el territorio nacional y que ha provocada más de 190 mil muertos durante su sexenio.
Ahora, con la detención de El Mayo Zambada:
“Hicieron a México a un lado para detener al narcotraficante más notorio de este país (...) Estados Unidos le demostró a México, y particularmente al presidente, que efectivamente no se necesitan balazos, tampoco operativos espectaculares. En este cado no hubo ningún balazo, pero tampoco abrazos”.