El atleta originario de Chimalhuacán Estado de México empezó a competir en carreras de marcha a los 14 años de edad, luego de que en secundaria su profesor de educación física, José Jeremías Pío Lunaviera, vio su potencial para correr.
La familia del marchista no contaba con los recursos económicos para apoyar su carrera o los gastos del hogar, por lo que él y sus cuatro hermanos llegaron a trabajar en algún momento de su adolescencia para respaldar a sus padres. El atleta mexicano llegó a emplearse por 50 pesos diarios como ayudante en trabajos de albañilería y también vendió figuras de unicel de personajes animados en los semáforos de la Ciudad de México.
Noé Hernández entrenaba en su escuela después de clases y cuando no podía utilizar las instalaciones lo hacía en los terrenos baldíos cerca de su casa por lo que entre sus conocidos lo apodaron como “el chivo”, apodo que mantuvo en sus momentos más exitosos.
Del fútbol al atletismo
En su primer año de secundaria, el corredor pretendía dedicarse al fútbol, ya que tenia velocidad y buena condición física, que lo llevaron incluso a pertenecer a las fuerzas básicas del equipo mexiquense Toros Neza del que fue titular a los 12 años.
Sin embargo, las limitaciones económicas familiares le impidieron seguir cuando le solicitaron pagar para poder continuar su proceso con el club de Ciudad Nezahualcóyotl.
“Jugaba en las fuerzas básicas de Toros Neza. Tuve la oportunidad de debutar, pero unos gañanes me pidieron dinero. Si no tenía para comer, menos para pagar a alguien que me debute”, relató en una entrevista para TV Azteca, semanas previas a los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
El ascenso y caída del marchista de plata
En 1997, tuvo su primera oportunidad para competir a nivel internacional; ocurrió en Apodaca, Nuevo León, donde consiguió su boleto al Campeonato Centroamericano y del Caribe de Atletismo, dos años después en Bridgetown, en la Isla de Barbados, se llevó la medalla de oro.
Ya en el nuevo milenio disputó la prueba de 20 kilómetros en los juegos olímpicos de Sídney 2000, donde a pesar de no ser considerado como uno de los favoritos, logró llegar a la meta solo por detrás del Polaco Robert Korzeniowski y el mexicano Bernardo Segura, pero que con la descalificación de su compatriota obtendría la medalla de plata.
Luego de su más grande éxito, “el chivo” participó en campeonatos mundiales y en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 donde fue descalificado, pero una lesión en la rodilla que requirió cirugía le impidió recuperar su nivel y se retiró luego de no poder participar en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Una víctima colateral
El 30 de diciembre de 2012 Noé recibió un balazo en la cabeza durante una riña dentro del bar “La Reina de los Reyes” en el municipio de Reyes-La Paz en el Edomex.
El medallista fue trasladado de emergencia al hospital de de Neurotraumatología, en el municipio de Aragón, donde tuvo diversas intervenciones quirúrgicas para reconstruir la base frontal del cráneo, se informó que había perdido su globo ocular izquierdo y más del 70% de la vista en el derecho.
Tres días después despertó del coma, para el 8 de enero de 2013 fue dado de alta de la clínica y volvió a su casa, pero ocho días después sufrió un paro cardiorespiratorio que no resistió y falleció el 16 de enero a los 34 años.
El 15 de febrero de 2017 la Fiscalía General del Estado de México sentenció a 70 años de cárcel a Diego Román Medina Martín y Gregorio Alonso Pérez Cerón por el homicidio de dos hombres y herir con arma de fuego a Noé Hernández.