La madrugada de este 1 de agosto llegaron al Templo de San Hipólito las reliquias de San Judas Tadeo, donde miles de devotos del “santo patrono de las causas difíciles” hacen largas filas para venerar la urna que contiene los restos de uno de los doce apóstoles originales de Jesús.
Durante este jueves y viernes, las reliquias se exhiben en la iglesia que es considerada el principal destino de peregrinación para todos los fieles de este santo.
Con una historia que data de casi 500 años, el Templo de San Hipólito es administrado por la Arquidiócesis Primada de México, encabezada por un Arzobispo, quien supervisa las actividades religiosas y administrativas en la Ciudad de México.
Aunque el artículo 27 de la Constitución establece restricciones sobre la propiedad de bienes inmuebles por parte de las iglesias, existe una figura legal que permite a las asociaciones religiosas registradas, poseer y administrar inmuebles destinados al culto público, siempre bajo ciertas condiciones y regulaciones dictadas por el Estado.
¿Por qué fue construida la Iglesia de San Hipólito?
El Templo de San Hipólito y San Casiano, una joya arquitectónica en el corazón de la Ciudad de México, tiene una rica historia que data de los días de la conquista española.
Construido inicialmente para conmemorar la toma de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, coincide con la festividad de San Hipólito, su origen está estrechamente vinculado a los eventos trágicos y heroicos de la consolidación del dominio español en el antiguo territorio mexica.
El sitio donde se encuentra el templo fue inicialmente una ermita mandada a construir por Hernán Cortés en honor a los soldados españoles que fallecieron durante la Noche Triste, cuando los conquistadores sufrieron una dolorosa derrota a manos de los mexicas liderados por Cuitláhuac.
La construcción del actual templo comenzó en 1599 y se completó en 1740, abarcando estilos arquitectónicos e influencias que reflejan más de un siglo de historia.
Este edificio no solo ha sido escenario de la historia religiosa y colonial de México, sino que también es el centro de devoción de miles de fieles a San Judas Tadeo, popularizado a mediados del siglo XX.
Conocido como el patrón de las causas perdidas, San Judas Tadeo atrae a miles de devotos que cada 28 de mes acuden al templo para expresar su fe y gratitud, especialmente durante su festividad el 28 de octubre.
Sobre la construcción del templo, es notable la utilización de roca volcánica de tezontle, piedra de cantera y mortero de cal, materiales característicos de la arquitectura colonial. La iglesia tiene una nave en forma de cruz latina y el suelo está cubierto de mosaicos.
Las torres gemelas, que presentan una orientación de 45 grados respecto a la fachada, son casi únicas en la ciudad y están decoradas con ajaraca española, un distintivo ornamento.
En la entrada principal se puede apreciar un relieve de San Hipólito, acompañado de las imágenes de San Antonio Abad y San Antonio de Padua. También destaca una vidriera de la Virgen María, una adición del siglo pasado que embellece aún más el templo.
La historia del templo también está marcada por su relación con el Hospital de San Hipólito, establecido para atender a pobres, ancianos y personas con discapacidades mentales. Este hospital fue adaptado y reutilizado a lo largo de los siglos por diferentes instituciones, incluyendo usos militares durante los períodos de conflicto en México, y también albergó la Escuela de Medicina por un tiempo.
Durante la Decena Trágica en 1913, el templo sufrió daños significativos y permaneció cerrado hasta 1919. Fue declarado Monumento Nacional en 1931, y desde la década de 1950, una capilla se dedica a San Judas Tadeo para acomodar la creciente devoción hacia él.