Joaquín Guzmán López, también conocido como “El Güero”, “El Moreno” o “El Güero Moreno” ha sido una figura enigmática dentro del Cártel de Sinaloa, al que ha pertenecido junto con sus hermanos como parte de la facción de “Los Chapitos”.
Hijo del famoso narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán y Griselda Guadalupe López Pérez, la segunda esposa del capo, había mantenido un perfil bajo en comparación con sus hermanos, pero su reciente detención por parte de las autoridades de Estados Unidos han puesto todas las miradas sobre él.
El pasado martes 30 de julio, Guzmán López se declaró no culpable de las acusaciones de tráfico de drogas en un tribunal de Chicago. La audiencia, presidida por la jueza Sharon Johnson Coleman, culminó con la decisión de que e acusado permanezca en prisión sin derecho a fianza hasta la próxima audiencia, programada para el 30 de septiembre, el mismo día que la de su hermano Ovidio Guzmán.
A “El Güero Moreno” no lo atraparon solo, pues lo acompañaba uno de los cofundadores del Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, antiguo socio de su padre, cuando ambos aterrizaron en un aeródromo cerca de El Paso, Texas. Zambada, de 76 años, también se declaró no culpable de cargos de narcotráfico, lavado de dinero y conspiración para cometer asesinato, en un tribunal federal de la misma ciudad.
La llegada de ambos narcotraficantes a El Paso ha desatado una ola de especulaciones y, según algunas fuentes judiciales, Joaquín Guzmán López podría haber traicionado a Zambada para que este abordara el avión con destino al norte de México para ver unas pistas clandestinas, pero finalmente la aeronave aterrizó en suelo estadounidense. Otras versiones señalan que, por el contrario, habrían negociado entregarse desde hace tiempo.
La acusación actual contra Joaquín Guzmán López y sus tres hermanos –Ovidio Guzmán, Jesús Alfredo Guzmán Salazar e Iván Archivaldo Guzmán Salazar– está centrada en delitos de tráfico de drogas, lavado de dinero y posesión de armas.
La OFAC del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha destacado que Joaquín Guzmán López está involucrado en la gestión de “súper laboratorios” que abastecen una red de tráfico de drogas desde Sinaloa hacia Estados Unidos.
El hermano que se creía “el más inteligente”
La naturaleza cautelosa de Joaquín Guzmán López caracterizó a Joaquín y lo diferenció por muchos años del resto de sus hermanos, llegando a afirmar que de todos “Los Chapitos” él era el más inteligente.
De acuerdo con un fragmento del libro “La historia secreta: AMLO y el Cártel de Sinaloa” de Anabel Hernández, en donde entrevista a Dámaso López Serrando, alias “El Mini Lic”, “El Güero” se jactaba de que él no era mencionado en corridos ni estaba en la mira del gobierno como sus consanguíneos, lo cual él tomaba como una ventaja para operar con mayor libertad en el tráfico de drogas.
“‘Yo no lo traté mucho, pero sí lo traté dijo el Mini Lic-. Traté más a sus mejores amigos y lo que decían es que él se creía más inteligente que todos. Él se burlaba porque en aquellos años a él no lo mencionaban en corridos, no estaba quemado ni con el gobierno ni con nadie, nadie lo volteaba a ver, pero ya estaba traficando. Entonces él decía: ‘No, mira a mis hermanos y aqueIlos pendejos, yo a gusto, ando solo’”, se lee.
Durante los años entre 2008 y 2014, Joaquín Guzmán López se movía sin escoltas, chofer ni secretario, lo que le permitía pasar desapercibido incluso ante los retenes. Según “El Mini Lic”, Joaquín prefería no socializar con otros narcotraficantes y mantenía una vida social dentro de círculos distintos, frecuentando incluso reuniones con amigos de su esposa, personas ajenas al mundo del narcotráfico, alejándose de la típica imagen de un capo del narco.
Pese a su bajo perfil, Joaquín Guzmán López tenía un rol decisivo dentro de la organización. Aunque su hermano Ovidio se encargaba de las negociaciones, la última palabra siempre la tenía él.
“‘Él siempre estaba detrás de Ovidio, él mandaba a Ovidio: Tú haz las negociaciones, tú di todo’, pero el que tenía la última palabra era Joaquín. Todos decían: Ovidio, Ovidio. ¡Pero no! El otro era el que mandaba, el que decidía’”, se lee.
Además, El Mini Lic contó cómo en situaciones sociales, Joaquín era conocido por ir solo y no destacarse con autos llamativos, manteniendo así su anonimato.
Hasta su captura era poca la información que se tenía sobre Joaquín Guzmán López y solamente se contaba con una fotografía de él. Sin embargo, ha estado involucrado en los negocios criminales heredados de su padre y, en 2015, se dice que participó en una operación para permitir la fuga de “El Chapo” del Penal del Altiplano.
Su incursión en el narcotráfico se intensificó en 2008, tras el asesinato de su hermano Édgar Guzmán en un estacionamiento de un centro comercial en Culiacán. Junto con su hermano Ovidio, ha gestionado múltiples aspectos del negocio ilícito de la familia. Ha trascendido que “El Güero Moreno” supervisaba alrededor de once laboratorios de metanfetamina en Sinaloa, produciendo entre 1.400 y 2.700 kilos de drogas mensualmente.
Pese a su rol, el Departamento de Estado de Estados Unidos ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares por información que condujera a su captura, cifra similar a la que se ofrecía por Ovidio, pero menor a los 10 millones de dólares que aún se ofertan por Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar.