Estas son las diferencias entre San Judas Tadeo y Judas Iscariote; ambos fueron apóstoles de Jesucristo

Este 29 de julio llegaron las reliquias de San Judas Tadeo, uno de los doce apóstoles, o discípulos, que acompañó personalmente a Jesús en la difusión del cristianismo entre los pueblos de la Tierra.

Según los Evangelios y el Nuevo Testamento, Judas Tadeo, también conocido como Judas de Santiago, fue una figura comprometida en la difusión del mensaje cristiano tras la resurrección de su maestro Jesús.

Por ello, en México se considera que “San Juditas” es el santo con más devotos y su popularidad es apenas superada por la Virgen de Guadalupe, sin embargo, todavía es usual que muchas personas confundan a dos personajes centrales en la vida del hijo de Dios: Judas Tadeo y Judas Iscariote.

Ambos fueron parte del grupo de los 12 apóstoles, o discípulos, quienes jugaron un papel crucial en la propagación del cristianismo después de la muerte y resurrección de Jesús.

San Judas Tadeo y Judas Iscariote son dos figuras distintas en la tradición cristiana, pues fueron discípulos de Jesús de Nazaret.

San Judas Tadeo, también conocido como Judas de Santiago, era uno de los doce apóstoles de Jesús y es venerado como el santo patrón de las causas difíciles o desesperadas. Según los Evangelios, San Judas Tadeo escribió la Epístola de Judas en el Nuevo Testamento y predicó el Evangelio en varias regiones antes de ser martirizado.

Por otra parte, Judas Iscariote, también fue apóstol y es conocido por haber traicionado a Jesús, entregándolo a las autoridades religiosas a cambio de treinta monedas de plata. Su acto de traición es uno de los eventos más destacados en la narrativa de la Pasión de Cristo, que llevó al arresto y la posterior crucifixión de Jesús.

La traición de Judas Iscariote lo ha llevado a ser una figura siniestra en la historia cristiana, mientras que Judas Tadeo se ha convertido en uno de los más venerados por su capacidad de interceder a favor de los fieles en las causas más difíciles o “desesperadas”.

Ambos personajes comparten el nombre de “Judas,” pero sus roles y legados en la historia cristiana son diametralmente opuestos.

Los Evangelios narran que en el año 33 de la era cristiana, Iscariote delató a Jesús de Nazaret en el Huerto de Getsemaní mediante un beso para identificarlo ante las autoridades, lo que llevó al arresto de su maestro.

Después de traicionar a Jesús, Judas Iscariote enfrentó un destino trágico y controvertido, aunque existen dos versiones sobre su final.

Según el Evangelio de Mateo, cuando vio que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los sacerdotes y ancianos, confesando que había pecado al traicionar sangre inocente.

Sin embargo, su arrepentimiento no fue aceptado, lo que llevó a Judas a arrojar las monedas en el templo y luego a terminar ahorcándose.

Por otro lado, el libro de los Hechos de los Apóstoles narra que Judas compró un campo con el dinero de la traición, conocido como el Campo de Sangre, y que pereció de una forma violenta, cayendo de cabeza.

Aunque estas versiones presentan diferentes detalles, ambas coinciden en que Judas Iscariote encontró una muerte trágica después de traicionar a Jesús. Desde entonces la figura de Iscariote se ha convertido en un símbolo de traición en la tradición cristiana.