Nuevos destinos de las remesas en México

Desde antes de la pandemia de 2019, habían tenido un incremento importante, que se acentuó dramáticamente debido a diversas causas

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El peso arrancó la jornada como una de las monedas más depreciadas. EFE/ Luis Torres
El peso arrancó la jornada como una de las monedas más depreciadas. EFE/ Luis Torres

Recientemente se celebró el Día Internacional de las Remesas Familiares, y vale destacar su importancia, porque han sido un pilar fundamental de la economía mexicana durante las últimas décadas, representando una fuente vital de ingresos para millones de familias.

Desde antes de la pandemia de 2019, habían tenido un incremento importante, que se acentuó dramáticamente debido a diversas causas, entre ellas el cierre de la frontera que limitó la movilidad internacional, los programas de apoyo generados para la población en Estados Unidos y su contraste con el lado latinoamericano, con muy limitadas posibilidades, así como por el crecimiento que ha tenido el propio país vecino después de la reapertura de la economía, que ha sobresalido frente a otras regiones del mundo.

En México, en 2023 el monto total de remesas recibidas llegó a $63,320 millones de dólares, cuando antes de la pandemia esta cifra fue ligeramente arriba de $36,000 millones. Sin embargo, este incremento ha sido desigual, beneficiando a unos estados por encima de otros y generando una nueva geografía de las remesas en el país.

A principios del siglo XXI, el 30% de las remesas enviadas a México se concentraban en tres estados: Jalisco, Michoacán y Guanajuato, que a su vez habían sido los estados tradicionales de la migración. En estas entidades, la historia migratoria tiene décadas, lo que se manifiesta en una importante cantidad de habitantes con doble nacionalidad que viaja con frecuencia entre los dos países tejiendo redes de colaboración en ambos lados de la frontera.

Pero a lo largo del siglo se observa una tendencia hacia la diversificación de los corredores de remesas, apareciendo como entidades protagonistas Puebla y Oaxaca.

Más recientemente, a partir de la pandemia de COVID-19 se ha observado un nuevo destino de las remesas en el territorio nacional, donde Chiapas ha pasado a ser un actor clave en el ecosistema de remesas, así como el Estado de México y la Ciudad de México; Guanajuato se ha mantenido, mientras que Jalisco y Michoacán han declinado su participación.

Entre las causas que se atribuyen a dichos patrones se encuentra principalmente el gran flujo de inmigrantes que atraviesan el territorio nacional, que son también receptores de remesas en México, para llegar a su destino en el país del norte. Debido a que requieren un permiso que puede tomarles días, semanas o meses obtener, su flujo se frena en la frontera sur del país, generando requerimientos de financiamiento pues están imposibilitados para trabajar. En esta nueva geografía de las remesas, destaca la puerta sur de entrada a México como sitio de recepción de gran importancia, y también los estados de tránsito como Veracruz y las entidades centrales del país, aunque en menor proporción. Claramente la proximidad no es condición del volumen de remesas recibidos por la entidad, pues los más distantes del territorio nacional hacia el sur reciben más que los que están más cerca de la frontera norte.

Sobre este redireccionamiento, es importante destacar que los flujos migratorios están cambiando y las necesidades de servicios financieros también, lo que supone oportunidades para empresas de envíos de remesas, pero igualmente para diferentes servicios financieros, como depósitos, seguros, incluso créditos, pues como se ha dicho, el asentamiento en ciertos lugares para esperar trámites implica oportunidades laborales que vienen emparejadas de servicios financieros tradicionales. Aunque hoy las regulaciones son limitadas para generar dichas oportunidades y beneficiar a esta población en movilidad, es importante identificar posibilidades de colaboración entre diferentes sectores de la población (prestadores de servicios financieros, organizaciones de la sociedad civil, Gobiernos, organismos internacionales, instituciones educativas, etc.) que configuren ofertas de servicios apropiados para estos grupos de la sociedad, quienes tradicionalmente han sido excluidos tanto en sus países de origen como en los de tránsito y destino, lo que no significa que no requieran este tipo de servicios.

De hecho, es importante comenzar ya a conocer las necesidades de estos grupos pues en las estimaciones hacia los próximos años se espera que los flujos migratorios se mantengan por varios años más, fortaleciendo el rol de México como país de destino. Al final, necesidades financieras de esta población específica requerirán productos igualmente específicos y socialmente responsables aún por diseñar.

* Pablo Pérez Akaki y Sergio Castellanos Gamboa, ambos son profesores y líderes de la región CDMX y Centro-Sur, respectivamente, del FAIR Center de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey

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