El segundo emperador de México, Maximiliano de Habsburgo, es un personaje controversial en la historia de México, ya que es recordado por tratar de implementar reformas liberales y modernizar el país, pero también por representar al poder monárquico que el país rechazó al independizarse de España.
Su régimen enfrentó constantes conflictos con los republicanos liderados por Benito Juárez, quien defendía la soberanía y el sistema republicano del país.
Los preparativos para su llegado tampoco estuvieron exentos de obstáculos, pues para aceptar ser emperador de México tuvo que renunciar a sus derechos en la sucesión al trono de Austria.
El 8 de abril de 1864 firmó junto a su hermano Francisco José, emperador de Austria, firmó un documento conocido como “Pacto de Familia”, en el que finalmente renunció a la sucesión austriaca luego de ser presionado por Napoleón III de Francia.
Después de resolver los asuntos familiares, Maximiliano de Habsburgo aceptó convertirse en emperador de México en una ceremonia llevada a cabo el 9 de abril de 1864.
Este fue el discurso con el que Maximiliano de Habsburgo aceptó ser emperador de México
Al aceptar la encomienda, Maximiliano expresó su compromiso de usar el poder otorgado por la nación para instaurar el orden y establecer instituciones liberales. Indicó que mantendría este poder solo hasta lograr la pacificación completa del país, momento en el cual transferiría la autoridad a leyes constitucionales. Además, señaló su intención de defender con firmeza la independencia de México.
De acuerdo con información citada por el sitio especializado Memoria Política de México, estas fueron sus palabras:
“… Acepto el poder constituyente con que ha querido investirme la Nación… pero sólo lo conservaré el tiempo preciso para crear en México un orden regular y para establecer instituciones sabiamente liberales. Así que… me apresuraré a colocar la Monarquía bajo la autoridad de leyes constitucionales, tan luego como la pacificación del país se haya conseguido completamente… No desplegaré menos vigor en mantener siempre elevado el estandarte de la independencia…”.
El emperador entró inmediatamente en funciones. Para 1867 quedó acorralado y el 19 de junio de ese año fue fusilado junto a los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía. Su ejecución marcó el fin del Segundo Imperio Mexicano y reafirmó la restauración de la República bajo el liderazgo de Juárez.
Maximiliano es recordado por ser una figura controvertida, vista como un reformador visionario por algunos y como un instrumento extranjero por otros.