Durante más de 50 años, el Vaticano ocultó los crímenes del padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, según documentos filtrados del Archivo Apostólico del Estado Vaticano. Maciel, originario de Cotija de la Paz, Michoacán, fue protegido por cinco Papas: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II.
Este prolongado encubrimiento permitió que Maciel cometiera numerosos abusos sexuales contra menores, desarrollara una dependencia a las drogas y mantuviera múltiples relaciones con mujeres, incluso procreando a tres hijos secretos.
Las denuncias contra el padre mexicano comenzaron en 1943, apenas dos años después de la fundación de la Congregación de los Legionarios de Cristo (1941) en la Ciudad de México. Durante este periodo, Maciel pudo actuar con total impunidad.
El 1 de octubre de 1956, el Papa Pío XII ordenó que Maciel se dedicara a “curarse” y evitara cualquier tipo de contacto con sus alumnos. La orden papal también especificaba que, si no accedía a estas condiciones, sería suspendido a divinis, prohibiéndole ejercer cualquier acto del poder de las órdenes obtenidas por sagradas órdenes o privilegios, según el derecho canónico.
La mafia de la Iglesia que lo protegió
A pesar de estas medidas, los documentos ahora revelados confirman que una “mafia” dentro de la Iglesia protegió a Maciel de cualquier investigación seria sobre abusos sexuales. Esta red incluía altos cargos de la Curia católica, quienes aseguraron que las denuncias se mantuvieran silenciadas.
Uno de los nombres mencionados en los documentos es el del cardenal Giuseppe Pizzardo. En 1956, cuando se ordenó suspender a Maciel, Pizzardo se reunió con un alto clérigo del Vaticano y, lejos de imponer sanciones severas, acordó que a Maciel solo se le pidiera “curarse”. Además, se sostuvo que Maciel era víctima de la hostilidad del entonces Arzobispo de México, José Garibi Rivera.
El Papa Pío XII falleció en 1958 sin que se concluyeran las indagatorias contra Maciel, lo que perpetuó la impunidad bajo los pontificados de Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II.
El entonces secretario de Estado del Vaticano durante el pontificado de Juan XXIII, Angelo Dell’Acqua, aconsejó al Papa no suspender a Maciel de sus labores religiosas. Esta decisión fue acatada por años dentro de la Santa Sede, perpetuando el encubrimiento.
Según el periódico italiano que divulgó los documentos, Corriere della Sera, hay tres razones principales por las que el Vaticano encubrió a Marcial Maciel:
- El Carisma de Maciel: Su capacidad para reclutar jóvenes que deseaban consagrar su vida a la Iglesia católica en un México con un alto perfil anticlerical en las primeras décadas del siglo XX lo hacía un activo valioso para la Iglesia.
- Conspiraciones Comunistas: Las acusaciones contra Maciel fueron atribuidas a conspiraciones comunistas, lo cual ayudó a desestimar las denuncias dentro de la Iglesia.
- Recaudación de Fondos: La Congregación de los Legionarios de Cristo era famosa por su alta capacidad de recaudación de fondos. Estos recursos pudieron haber comprado protección dentro de la Curia católica.
Otro acto que también ha causado gran indignación es que el mexicano no sólo gozó de gran protección, sino que incluso recibió la bendición papal en 1946 de manos del Papa Pío XII, quien ya conocía el proyecto de los Legionarios de Cristo y lo apoyaba activamente. Esta relación se consolidó con Juan Pablo II, quien presentó a Maciel como “el apóstol de la juventud”.
El Papa polaco lo convirtió en una figura prominente dentro de la Iglesia, lo colocó bajo su ala y lo tuvo a su derecha en varios viajes a México y otros países. Además, en 1994, Juan Pablo II lo nombró consultor permanente de la Congregación para el Clero y miembro de la Asamblea Especial para América del Sínodo de los Obispos.
Las denuncias y el “castigo”
En 1997, a través de una carta abierta a Juan Pablo II, ocho exmiembros de los Legionarios de Cristo acusaron a Maciel de haber abusado sexualmente de ellos y denunciaron que ni la congregación ni otros integrantes de la jerarquía católica los habían atendido. Las denuncias se acumularon, pero la influencia y el carisma de Maciel, junto con la protección papal, impidieron que se tomara acción en su contra durante décadas.
Juan Pablo II fue un firme defensor de Maciel al grado de que incluso cuando comenzaron a surgir numerosas denuncias de abuso sexual, este continuó apoyándolo.
En 1994, al cumplir 50 años como sacerdote, Maciel recibió una carta de felicitación de Juan Pablo II por su labor pastoral. Este apoyo paternal permitió que Maciel continuara sus actividades sin temor a represalias.
Tras la muerte de Juan Pablo II, el nuevo Papa, Benedicto XVI, ordenó en el año 2006 que tomarán medidas drásticas y se ordenó a Maciel retirarse del sacerdocio público y dedicarse a una vida de “oración y penitencia”.
En octubre de 2019, la propia Congregación de los Legionarios de Cristo publicó un informe detallando los abusos sexuales cometidos por Maciel y otros miembros de la congregación.
El informe “Radiografía de ocho décadas para erradicar el abuso” reconoce que, además de los abusos perpetrados por Maciel, entre 1941 y 2019, hubo un total de 175 menores de edad víctimas de violaciones cometidas por 33 sacerdotes de la congregación. Otros 90 alumnos fueron abusados por 54 seminaristas, de los cuales 46 nunca llegaron a ser ordenados como sacerdotes.
A pesar de los múltiples escándalos, los Legionarios de Cristo han continuado expandiéndose. Actualmente se calcula que tienen más de 21 mil miembros y su red se extiende en más de 154 colegios, cinco academias internacionales, 14 universidades civiles y cuatro eclesiásticas, donde se forman 176 mil alumnos.
Por su parte, Marcial Maciel falleció el 30 de enero de 2008 en Florida, Estados Unidos, a los 87 años de edad, sin haber enfrentado un juicio canónico formal por las acusaciones en su contra.