Amores Perros, filme dirigido por Alejandro González Iñárritu, rompió todas las convenciones del cine mexicano y se convirtió en un clásico que hasta el día de hoy es revisitado por los cinéfilos. La película se destacó por actuaciones como la de Gabriel García Bernal, por sus crudas escenas y por su particular narrativa con la que se contaban tres historias diferentes que terminaban conectándose.
Una de estas tramas contaba la vida de Octavio, un chico que entra al mundo de las peleas de perros por error. Por supuesto, el director buscó recrear los enfrentamientos de los caninos con el mayor realismo posible. Por aquel entonces ya existían leyes para proteger a los animales en filmaciones, por lo que ningún perrito resultó herido.
Con sumo cuidado y poniendo como prioridad la seguridad e integridad de los perros, la producción de la cinta filmó brutales peleas donde se ven mordidas, sangre e incluso la violenta muerte de uno de los animales. El director no sólo aprovechó los momentos en los que los perros jugaban, sino que también se ayudó de la edición y, cuando se necesitó que uno de los caninos pareciera muerto, se usaron sedantes controlados.
Además de esto, y para aumentar aún más las medidas de seguridad y evitar que los animales se mordieran de verdad por si dejaban de jugar, se ocuparon bozales transparentes. Fue así como Amores Perros le regaló a los espectadores más de una impresionante escena de pelea entre animales.
Las tres historias de ‘Amores Perros’ tienen que ver con caninos
Las tres historias de Amores Perros, la película dirigida por Alejandro González Iñárritu, están interconectadas y tienen como elemento común la presencia de perros, que juegan roles significativos en cada una de las tramas:
La primera historia se centra en Octavio, un joven que participa en peleas de perros clandestinas para ganar dinero y escapar con Susana, la esposa de su hermano. Su perro, Cofi, es un elemento crucial en la trama, ya que Octavio utiliza a Cofi en las peleas para obtener el dinero. La violencia y la desesperación de Octavio se reflejan en el trato hacia Cofi y en el brutal mundo de las peleas de perros.
La segunda historia sigue a Valeria, una modelo que sufre un accidente de coche y queda gravemente herida, lo que afecta su carrera y su relación con Daniel. Su perro, Richie, queda atrapado debajo de las tablas del suelo tras el accidente, sirviendo como una metáfora de su situación desesperada y su incapacidad para controlar su vida. La angustia de Valeria por su perro simboliza su propio sufrimiento y pérdida de control.
La última historia se enfoca en El Chivo, un exguerrillero convertido en asesino a sueldo que vive en las calles y se encarga de perros abandonados. Su relación con los perros refleja su deseo de redención y su lucha interna entre su pasado violento y su anhelo de reconectar con su hija, Maru. Un perro herido que El Chivo encuentra se convierte en el catalizador para su cambio, simbolizando su deseo de sanar y redimirse.
En Amores Perros los perros no solo sirven como elementos narrativos, sino que también simbolizan las emociones, los conflictos internos y las situaciones críticas de los personajes. A través de estos lazos caninos, la película explora temas de amor, traición, sufrimiento y redención, mostrando cómo las vidas de los personajes están interconectadas de maneras profundas y complejas.