En el último trimestre del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la derrota en lo que él definió como el éxito o fracaso de su presidencia es irreversible. “No pudo pacificar el país y vivió el sexenio más sangriento de la historia”, señala Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente personal de este viernes, titulada Fracaso compartido.
El crimen organizado, por su parte, ha ganado amplias franjas del territorio donde realizan funciones del Estado: “proveer seguridad, cobrar impuestos y gobernar”, dice el periodista. Esta situación se evidencia en ciudades como Acapulco y Fresnillo, y en regiones como el Bajío, la Sierra Tarahumara y el Triángulo Dorado. “Los delincuentes mandan”, y esta realidad ha profundizado su huella en el tejido social.
“La apuesta de López Obrador resultó un chasco”. El Presidente pasó de querer desaparecer el Ejército a meterse en la cama con la cúpula militar y aumentarle sus privilegios. “Comenzó con entregarles toda la seguridad pública destrozando la Policía Federal y creando la Guardia Nacional”. Ahora, transferirá el poder a Claudia Sheinbaum en condiciones más precarias que hace seis años y con un Estado diezmado.
El martes pasado, recuerda Riva Palacio, López Obrador obligó al general Ricardo Trevilla, jefe del Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional, a admitir que la estrategia en Acapulco tras el huracán Otis había fracasado. “Acapulco fue el último ejemplo del naufragio de la Guardia Nacional”, creada sobre la estructura del Ejército y que comenzó a fallar desde mediados de marzo cuando desplazó a la Marina. El senador Félix Salgado Macedonio y su hija, la gobernadora Evelyn Salgado, movilizaron al Congreso para destituir a la fiscal general, Sandra Valdovinos, y rompieron el frágil equilibrio de contención de las organizaciones criminales en Guerrero.
Guanajuato representa la derrota más grande del Ejército y la Guardia Nacional, con la mayor cantidad de homicidios dolosos debido a la lucha entre los cárteles de Santa Rosa de Lima y Jalisco Nueva Generación. “El estado ha mantenido ese lugar por el negocio del combustible”. En Chiapas, la Guardia Nacional entregó el territorio a la delincuencia organizada, provocando el desplazamiento de miles de personas.
La situación no mejora en corredores delictivos que conectan con Guerrero, el Estado de México y Morelos, donde tampoco se ha revertido la violencia e inseguridad. En Tamaulipas, la Guardia Nacional tampoco ha podido contener a las organizaciones criminales.
La Guardia Nacional tuvo como primer comandante a Luis Rodríguez Bucio, un general de brigada en retiro vendido como un experto en inteligencia. “López Obrador lo aguantó casi cuatro años en el cargo”, dice Riva Plaacio, y, asegura, fue reemplazado por otro general, David Córdova, sin obtener resultados diferentes. A lo largo de su sexenio, López Obrador ha sido el presidente que “más sangre ha permitido en el país”, con un promedio de 95 muertos diarios, asegura. La Guardia Nacional se ha mostrado ineficiente y con niveles de corrupción no erradicados.
A pesar de los resultados, el Presidente no ha cambiado de opinión sobre integrar constitucionalmente la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, apoyado por Sheinbaum. “Lo único donde López Obrador empieza a moverse es para sacudirse la responsabilidad del fracaso y trasladársela al Ejército”, concluye el periodista.