El pasado miércoles, Claudia Sheinbaum Pardo dio a conocer el tercer bloque de secretarios de Estado en su próximo gobierno. En el anuncio, se mostró la fortaleza que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Y es que el mandatario quería que Rosa Icela Rodríguez estuviera al frente de la Secretaría de Gobernación, y Sheinbaum la puso ahí. Quería a Mario Delgado en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la próxima jefa del país lo cumplió. Deseaba que Ariadna Montiel repitiera en la Secretaría del Bienestar, y así lo hizo Sheinbaum. Además, la exjefa de Gobierno de la CDMX pudo sostener a Omar García Harfuch para la Secretaría de Seguridad Pública, aunque su plan inicial era que estuviera al frente de la Fiscalía General de la República. Así lo aseguró el periodista Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente personal de este viernes, titulada Gabinete: tres por uno.
En ella, Riva Palacio señala que la demanda de AMLO de un gabinete con paridad de género y al menos 10 carteras transexenales va caminando conforme a lo deseado, aunque esas variables no muestren el peso de cada una de las secretarías ni dónde se encuentran los vectores del poder. En la forma en la que están organizadas las secretarías, la del Bienestar es la más potente, no solo por el presupuesto que tiene asignado, que es de 234 mil millones de pesos este año, o sea, 198% más que en 2023, sino porque a través de ella se institucionalizó la operación electoral que antes se hacía de manera temporal, que fue uno de los motores de la aplanadora de Morena en las recientes elecciones, explica el comunicador.
Riva Palacio señala que Montiel, quien está ligada al presidente de México desde hace 20 años, fue la ejecutora de la estrategia que diseñó AMLO con sus cercanos y especialistas latinoamericanos que ayudaron en el diseño electoral y seguirá al frente de la exitosa maquinaria política.
Su importancia estratégica para mantener la intensidad de los programas sociales-electorales durante el próximo gobierno es superior a las diferencias que tuvo con Sheinbaum el año pasado, cuando la entonces jefa de Gobierno de la CDMX se quejó en marzo con el Presidente de que se estaba entrometiendo en la sucesión capitalina, afectando el control sobre los grupos políticos. AMLO no la frenó, y Montiel siguió en abierta campaña por la candidatura.
Finalmente, ella cedió ante el interés de Sheinbaum de que García Harfuch fuera su relevo, cuenta Riva Palacio, y por instrucciones de AMLO desvió 6 mil millones de pesos el año pasado para apoyar lo que serería su campaña presidencial. Montiel fue institucional, como también lo fue Mario Delgado, quien fue nombrado secretario de Educación contra los deseos de Sheinbaum, que no tuvo espacio para maniobrar. Y es que su candidata para esa secretaría era Rosaura Ruiz, sin embargo, el mandatario demandó que se la entregara a Delgado, por lo que ajustó para la creación de una nueva Secretaría de Ciencia, que absorverá de la SEP la educación superior.
Riva Palacio señala que Delgado no figuraba en los planes del gabinete de Sheinbaum, pues entre sus colaboradores se le considera una figura de alto riesgo. Y es que Delgado, se lee en la columna, tiene investigaciones abiertas en Estados Unidos y México por presuntos delitos relacionados con robo de combustible y lavado de dinero, así como desvío de recursos de Morena.
Aún así, la demanda de AMLO fue inamovible, por lo que tuvo que abrirle el espacio del gabinete solicitado, aunque en el rediseño que está haciendo de la dependencia, la va a dejar como lo que es, una secretaría política que invierte gran parte de su tiempo en negociar con los sindicatos, con la educación básica, como el campo de litigio.
“Otra cartera inapelable fue la de Gobernación para Rosa Icela Rodríguez, cuya participación en el gabinete de Sheinbaum se consideraba un hecho un año antes siquiera de que se celebraran las elecciones. Rodríguez es la colaboradora más cercana y querida en el gabinete por López Obrador, y ha trabajado a su lado desde hace más de un cuarto de siglo. Cuando gobernó la Ciudad de México, Rodríguez participó en el diseño y operación de un sistema de inteligencia alterno para darle un servicio único a López Obrador, y la única que trascendió de aquel trabajo”, explica Riva Palacio.
Ella estuvo el los gabinetes de Ebrard y Mancera, cuando Morena aún no se separaba del PRD, por petición expresa de López Obrador, y siempre le respondió al mandatario con lealtad. En el gobierno federal, la utilizó como comodín en áreas donde necesitaba a alguien de toda su confianza, donde le encargaba tareas fuera de su competencia, como algunas relacionadas con la política social mientras era secretaria de Seguridad Pública. AMLO también la utilizó como vocera de asuntos importantes y delicados, por ejemplo, el secuestro del obispo emérito de Chilpancingo, Salvador Rangel. Aunque era una de las protagonistas en las mañaneras cuando se hablaba de temas de seguridad, Rosa Icela hizo poco en la materia porque la parte operativa, la Guardia Nacional, estaba fuera de su control y era manejada por militares.
Eso, expone el periodista, no cambiará con la llegada de García Harfuch al cargo, uno de los pocos nombramientos del futuro gabinete, donde sí tiene amplia experiencia en ese campo, y conocimiento profundo de los problemas que enfrentará.
AMLO ha soportado a García Harfuch por su cercanía con Sheinbaum, aunque en realidad no lo tolera.
Dejó que la exjefa de Gobierno lo promoviera para el Gobierno de la CDMX y estuvo a punto de aceptar que fuera el candidato, pero poco antes de anunciarse los resultados de la encuesta para la candidatura, sus colaboradores más duros le entregaron un documento confidencial de presuntas vinculaciones con el crimen organizado. Al día siguiente de recibir el informe, llamó a Harfuch para decirle que no sería el candidato.
A pesar de ello, Sheinbaum no lo abandonó y ha sido una pieza fundamental en su equipo, pero para sostenerlo, aceptó sin reclamos que la Guardia Nacional pase legalmente a la Secretaría de la Defensa Nacional, y dejar a Seguridad Pública como un esqueleto que sólo administraría el sistema penitenciario. “Sheinbaum y García Harfuch sabían que esto sucedería, y transformarán la secretaría en un área poderosa de inteligencia para el Estado mexicano. No había mucho que hacer. Sheinbaum había confiado en su equipo que no se pelearía con el Presidente por este tema. Ni por otros, se puede agregar”, concluye la columna.