Ante la llegada del huracán Beryl ―que se prevé tocará tierra durante la madrugada del 5 de julio en Quintana Roo―, las y los mexicanos han revivido el nombre de Chaac, dios de la lluvia en la cultura maya, esto luego de que algunas y algunos habitantes de la Península de Yucatán sugirieron que su furia es la responsable del clima presente en la región. Sin embargo, él no era la única deidad prehispánica relacionada con los chubascos o diluvios.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Agua (Conagua), en el México prehispánico existieron más de una decena de deidades relacionadas al agua. Algunas de ellas eran vinculadas directamente con la navegación, los ríos o lagos, pero las más reconocidas tenían una estrecha conexión con la lluvia.
Una de las más populares (en la actualidad) a lo largo y ancho de la República Mexicana es Tláloc, dios de la lluvia en la cultura mexica, tlaxcalteca y tolteca. A él se le invocaba para solicitar su intervención en épocas donde la sequía se apoderaba de los campos.
“Para los aztecas este dios era el rey de los fenómenos atmosféricos y el espíritu de las montañas, así que su poder era digno de grandes honores y sacrificios tanto de animales como de seres humanos pues la comunidad dependía del buen desempeño de estos para la prosperidad de su agricultura”, destaca el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.
En la cultura mixteca el dios de la lluvia era identificado como Dzahui, quien comparte algunos rasgos con Tláloc.
La Conagua refiere que esta deidad era la principal de las y los mixtecos, pues consideraban que era su principal fuente de protección. Fue petrificado cuando el Sol ―Ndicahndíí― apareció en el firmamento.
Para los yaquis, situado frente al Mar Cortés en Sonora, el dios de la lluvia era Yuku.
Según la leyenda, esta deidad dejó sin agua a los ocho pueblos principales, por lo que los yaquis tuvieron que mandar a un gorrión y una golondrina a convencerlo, sin resultados exitosos. El agua finalmente regresó a la región por el sapo Bobok, quien con la ayuda de un chamán obtuvo alas de murciélago y engañó a Yuku para que dejará caer la lluvia sobre la tierra.
Otras deidades relacionadas con el agua son:
- Chalchiuhtlicue, ‘la que tiene su falda de jade’. Diosa de los lagos y las corrientes de agua en la mitología mixteca. Era esposa de Tláloc.
- Pitao Cocijo. Divinidad zapoteca de la lluvia y la tormenta, por lo que era comparable a Chaac y Tláloc.
- Metzabok. Dios de la lluvia y el trueno para los lacandones, en la selva chiapaneca. La Conagua destaca que él le pedía a sus ayudantes que esparcieran hollín encima de las nubes, por ello adquirían su color oscuro antes de llover.
- Hurakán. Dios maya del viento, fuego y las tormentas. Según data el Popol Vuh, participó en la creación del hombre.
Ésta es la razón por la que el agua era importante en las culturas prehispánicas
El agua desempeñaba un papel crucial en las culturas prehispánicas de México, siendo esencial tanto para la supervivencia diaria como para su cosmovisión y organización social. Civilizaciones como los aztecas y los mayas desarrollaron avanzados sistemas de gestión del agua, que no solo aseguraban la disponibilidad del recurso, sino que también sostenían sus economías y sociedades.
Los aztecas, por ejemplo, construyeron chinampas en los lagos de la Cuenca de México, creando islas artificiales para la agricultura intensiva que les permitían producir alimentos de manera eficiente. Además, desarrollaron acueductos y complejos sistemas de canales para distribuir el agua potable y mejorar la navegación.
Por otra parte, destaca que el agua no solo aseguraba la continuidad de la vida diaria y las actividades agrícolas, sino que también impregnaba su religión, mitología y estructura social, destacando la inextricable conexión entre el ser humano y su entorno natural en la Mesoamérica prehispánica.
Derivado de ello, los dioses relacionados con el agua desempeñaban un papel fundamental tanto en lo cotidiano como en lo espiritual.