Así luce el sitio arqueológico con campo de juego de pelota que vecinos descubrieron en Atalpexco, Hidalgo

Esta zona fue identificada luego de que los habitantes del lugar realizaran indagaciones en su comunidad

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El Instituto Nacional de Antropología
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó el reciente hallazgo de un sitio arqueológico en el estado de Hidalgo. Crédito: INAH

El pasado mes de mayo el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) recibió el reporte por parte del ayuntamiento de Atlapexco del descubrimiento de los vestigios de un basamento de planta circular en la comunidad de Tecacahuaco, en el estado de Hidalgo.

Este descubrimiento se realizó luego de que un vecino del barrio de Tlamaya tuviera la intención de ampliar su potrero, por lo que con la ayuda de los pobladores de Tecacahuaco comenzaron a indagar entre las personas mayores acerca de los indicios del ahora confirmado sitio patrimonial.

La zona en la que se localizó se conoce como la huasteca de Hidalgo, la cual se caracteriza por ser un sitio en el que habitaban grupos que se cree tenían una afiliación con los grupos de Veracruz. Según información del titular del INAH, Osvaldo José Sterpone, estas personas hablaban nahua, otomí y tenían relación con grupos teeenek.

En la estancia más reciente realizada por el INAH, Osvaldo José Sterpone pudo registrar el inmueble de 3.5 metros de altura, así como el de vestigios arquitectónicos cercanos entre los que se observó un juego de pelota que aún se mantiene bajo manto vegetal de aproximadamente 18 metros de largo.

Así luce el sitio arqueológico hallado en Hidalgo

El INAH informó que el
El INAH informó que el registro del sitio arqueológico ya comenzó luego de identificar las características de los basamentos. Crédito: INAH

Fue en abril de 2024 que los vecinos de la comunidad descubrieron los vestigios de un basamento de planta circular en el que fue vista una serpiente venadillo luego de liberar dicho edificio prehispánico.

Estas investigaciones son las primeras realizadas por el INAH en Tecacahuaco, poblado de la Huasteca Hidalguense, cuyo topónimo nahua se traduce como “lugar de piedra hueca”.

El descubrimiento se trata de un basamento circular que tiene una escalinata flanqueada por dos alfardas, un paramento en posición de “V” y restos de un aplanado de barro, lo que brinda evidencias de que formó parte de una construcción mayor que habría alcanzado los 15 metros de diámetro en su base.

“El edificio tuvo una via util, y durante ella tenía un acabado de un aplanado que era a base de barro, de limo con arenilla y la parte final tenía un pulido de cal. Lo que se puso al descubierto es no solamente la fase final del uso del edificio, sino lo que se suscitó una vez que se abandonó el edificio: el acondicionamiento para una nueva construcción”, señaló Sterpone.

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INAH
Crédito: INAH

Asimismo, el INAH señaló que aunque no es clara la temporalidad del edificio, alguno de los fragmentos de obsidiana que fueron hallados en la superficie podrían indicar que se ocupó durante el periodo Posclásico, perteneciente del 900 al 1521 d.C., esto debido a documentos que refieren la identificación de yacimiento de ese material en sitios cercanos a Tecacahuaco.

Al respecto, el titular del Instituto aseguró que la posibilidad de que este basamento corresponda al periodo Posclásico implicaría que Tecacahuaco fue un asentamiento bajo el control del señorío de Metzititlán, hegemónico en la región durante esa época.

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INAH
Crédito: INAH

El último informe del Instituto señaló que el juego de pelota aún se encuentra bajo vegetación, por lo que continuarán las investigaciones para determinar sus niveles de conservación y la manera en la que será estudiado para preservarlo.

Por su parte, derivado de las indagaciones realizadas por los pobladores, se pudieron recuperar las historias de un sacerdote que en el pasado ordenó destruir unos ídolos de piedra, así como de la existencia de curanderos que hasta hace algunas décadas acudían a lo que era un lomerío para realizar pedimentos de curación.

En las ocasiones en las que una persona enfermaba, tanto el curandero como el afectado asistían al edificio hallado para realizar una ofrenda de aguardiente, pan o zacahuil (un tamal de gran tamaño tradicional en la Huasteca Hidalguense), lo que representaba una hibridación del culto católico efectuado en sitios sagrados precolombinos.

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