Los cacahuates japoneses son una botana clásica que se suma a los platillos que se consumen en México, si bien puede creerse que su origen se remonta al país asiático, su historia tiene origen en la ciudad de México, específicamente en el barrio de La Merced.
Estos cacahuates fueron invento del japonés Yoshigei Nakatani, quien llegó a México en 1932 y tres años después se casó con Emma Ávila, matrimonio del que nació el famoso cantante Yoshio.
Fueron los clientes los que bautizaron esta receta, una de las tres botanas que preparaba la pareja. El producto se vendía en bolsas de celofán con la imagen de una geisha impresa en blanco y negro en el frente.
La verdadera historia del inventor de los cacahuates japoneses
Yoshihei Nakatani nació en 1910 en Sumoto, Japón. Fue el cuarto de los seis hijos del matrimonio entre el comerciante Kihei Nakatani e Izo Moriguchi, la familia vivió en la pobreza, sus hermanos querían salir de la isla pero no sabían leer ni escribir. Nakatani percibía la desesperación y sufrimiento de sus padres por darles una vida mejor, de acuerdo con el capítulo Historias de vida en el siglo XX: La memoria de un migrante japonés en México de Emma Nakatani Sánchez publicado en Istor Revista de Historia Internacional Feminismos y movimientos de mujeres en la historia.
Fue en este ambiente de crisis económica y desempleo que Nakatani decidió migrar en 1932, después de ver un anuncio en el periódico de una empresa establecida en México que buscaba 13 trabajadores técnicos en la elaboración de botones de concha. Antes de esta noticia fue rechazado del servicio militar, que además de ser obligatorio se consideraba como un honor.
Ante la negativa para formar parte del ejército, le comunicó a sus padres “ya cumplí 21 años y como no pasé, voy a luchar para triunfar”. Tras un largo viaje en barco, Nakatani, junto con otros 12 compañeros, llegó al puerto de Manzanillo el 26 de noviembre de 1932, donde se encontraron desilusionados por la pobreza y falta de infraestructura del puerto. El sentimiento continuó después de ver que el negocio en el que trabajarían, El Botón Japonés, estaba ubicado en el Barrio de La Merced, lugar con problemas de pobreza e inseguridad.
Yoshihei se encontró ante un panorama nuevo y sumamente diferente donde tuvo varios choques culturales, pues había muchos hábitos mexicanos que eran completamente distintos a los de su natal Japón. Conoció a Emma Ávila, vecina con la que inició una relación sentimental que rápidamente fue rechazada por la familia de ella, pues Nakatani era budista y ella católica.
Decidieron escapar para vivir juntos y ella quedó embarazada en 1934, el primer hijo de los 12 que tuvieron en el futuro, de los cuales sólo sobrevivieron seis.
Tras negociar con la familia, Nakatani aceptó bautizarse como católico y la pareja celebró la boda el 25 de mayo de 1935. El Botón Japonés cerró en 1942 debido a la aparición de los botones de plástico y la deportación de su jefe. Enfrentados al desempleo, la pareja decidió iniciar un negocio de dulces inspirados en la infancia de Nakatani, donde fue aprendiz de dulcero y adquirió conocimientos en el área.
La primera botana que comenzaron a vender fue una fritura con sal llamada oranda, posteriormente cocinaron muéganos y por último, decidieron innovar con una receta hecha a base de cacahuate, harina de trigo y salsa de soya, botana apodada como “cacahuate japonés” por los clientes. La pareja decidió nombrar el negocio Productos Nipón en honor a Japón, que prosperó y permitió a la familia comprar una casa en la colonia Balbuena en los sesentas.
En 1970, Armando, hijo de Nakatani, le regaló un boleto a Japón para que regresara a su tierra. Acompañado de su esposa, volver a pisar el lugar en el que nació significó cumplir la promesa que les había hecho a sus padres, quienes para ese entonces ya habían fallecido.
¿Quién fue Yoshio?, uno de los hijos de Yoshigei Nakatani
Del matrimonio entre japonés Yoshigei Nakatani y la mexicana Emma Ávila nació Gustavo Nakatani Ávila, mejor conocido como Yoshio, quien desde muy chico supo que quería dedicarse a la música.
Fue a los 18 años que se comprometió con sus padres a hacer una carrera artística “Dejé la escuela a los 18 años. Mi papá se reflejaba en mí y me dieron todo su apoyo… disfrutaron mucho mi carrera” mencionó en 2015.
De acuerdo con una entrevista realizada por el periodista Eduardo J. Ruiz, el padre de Yoshio tenía el sueño de ser cantante y contaba con una voz tan hermosa que logró ser cantante oficial de la Asociación México- Japonesa “Desde muy joven le gustaba cantar pero resulta que se encontró con una persona que le dijo que él no iba a ser nada”.
Comenzó tocando la guitarra y empezó a aventurarse a cantar; sin embargo, no sabía si iba a gustarle a la gente. Su primer acercamiento a la música profesional fue con el grupo The Winners en 1968, donde audicionó para tocar el teclado pero terminó siendo primera voz para la banda.
Fue en 1981 que Yoshio ganó en el Festival OTI, donde realizó una presentación que lo lanzaría a la fama y ganaría reconocimiento internacional. Este festival, cuyo nombre completo es Gran Premio de la Canción Iberoamericana, fue un concurso que nació en 1972 como una forma de unir a los países de Iberoamérica a través de la música.
El intérprete de canciones como “Lo que pasó, pasó”, Señora”, “Reina de Corazones” y “Que tal te va sin mi”, tuvo una extensa trayectoría que contó con más de 13 discos, siendo Maravi Yoshio su último lanzamiento en 2018.
Tras una larga batalla en el Hospital Xoco, Yoshio murió el 13 de mayo de 2020 por complicaciones derivadas de Covid-19.