La Ciudad de México se caracteriza por los sonidos únicos que hacen eco por las calles de la capital. Silbidos, cantos y gritos que anuncian servicios o productos a los habitantes recorren a diario todas las colonias.
Tal es el caso del afilador de cuchillos o molador, un oficio que tiene sus raíces en antiguas tradiciones europeas, específicamente de España e Italia. Fue durante el siglo XX, que inmigrantes de estos países trajeron consigo la práctica del afilado y a la larga usándola como un medio de subsistencia.
Los primeros afiladores solían recorrer las calles con una rueda de afilar, generalmente montada en una bicicleta o carretilla, y un característico silbato para anunciar su llegada. Con el tiempo, esta actividad se integró en la cultura urbana de la ciudad, volviéndose una figura familiar y necesaria dentro de las casas mexicanas.
¿Cómo son afilados los cuchillos?
La práctica de sacar filo a los objetos punzocortantes con los comerciantes que pasan por las calles, es bastante común. Al escuchar el popular silbido la gente sale de sus casas con todos los cuchillos, tijeras y navajas para que en ese mismo momento el afilador le devuelva su brillo.
Al ser ambulantes, normalmente utilizan una rueda de afilar que funciona mediante un pedal o una manivela. Esta rueda, está hecha de piedra abrasiva, se instala en una estructura portátil para funcionar.
- El afilador acciona el pedal o la manivela para hacer girar la rueda de afilar.
- Coloca el filo del cuchillo contra la rueda giratoria, manteniendo un ángulo constante para no dañar la hoja.
- Mueve el cuchillo de manera uniforme de un lado a otro sobre la superficie de la rueda, afilando ambos lados de la hoja.
- Utiliza una piedra de afilar más fina o una correa de cuero para dar el acabado final, eliminando cualquier rebaba y perfeccionando el filo.
Este proceso permite restaurar la nitidez del cuchillo de manera rápida y efectiva, manteniendo su funcionalidad.