Las recientes detenciones realizadas por el Ejército de lugartenientes de Los Zetas y de los Beltrán Leyva han mostrado que la aparente calma de los últimos meses en Monterrey fue resultado de un acuerdo entre cárteles anteriormente en disputa.
Y es que a mediados de la década de los 2000, ambos grupos criminales habían acordado una tregua tras el conflicto entre el Cártel de Sinaloa, con los originarios de La Palma, Badiraguato, por lo que el exbrazo armado de los del Golfo, les dieron una parte de su territorio.
“Las recientes detenciones realizadas por el Ejército de lugartenientes de Los Zetas y de los Beltrán Leyva dejaron al descubierto que la relativa calma de los últimos meses había sido acordada por los cárteles que antes estuvieron en disputa. Para devolverle la paz a la ciudad ambos grupos acordaron dividirse el territorio: San Pedro Garza García, la joya de la corona, para los de Sinaloa y el resto de los ocho municipios metropolitanos para los del Golfo. ‘Las ejecuciones eran muy graves, pero lo peor es que cuando éstas bajaron no fue porque hubiéramos ganado la batalla al narco, sino porque les entregamos la plaza. Ahí están Los Tapados como muestra. Se nos metieron hasta la cocina’, me compartió su análisis un viejo policía de la ciudad, que sigue preocupado pero ahora por lo que sucederá una vez que han sido detenidos operadores importantes de los dos cárteles. ‘O ya estaba arreglado eso y los propios grupos los entregaron y se calma la cosa, o vamos a empezar a ver cosas que nunca antes habíamos visto.’ Lo que sucedió fue lo segundo, por supuesto”, se lee en el libro ‘La Guerra de Los Zetas’, del periodista Antonio Nieto.
Para reducir la violencia, ambos grupos acordaron dividirse el territorio. San Pedro Garza García, considerado un área estratégica, fue asignado al Cártel de Sinaloa, mientras que los otros ocho municipios metropolitanos quedaron bajo el control de el Cártel del Golfo.
Un veterano de la policía local comentó, según difundió El Universal, que “las ejecuciones eran muy graves, pero lo peor es que cuando éstas bajaron no fue porque hubiéramos ganado la batalla al narco, sino porque les entregamos la plaza”.
El análisis sugiere que este tipo de acuerdos no resuelven el problema del narcotráfico sino que postergan enfrentamientos, trasladando el problema a un segundo plano pero sin solucionarlo.
La inquietud en la población y en las autoridades locales es palpable, pues existe un riesgo incrementado de que la situación se deteriore rápidamente tras estas detenciones.